Cuando el hombre del pasamontañas entró, era como si la película se hubiera repetido, al principio pasó como lo recordaba pero el final fue como una especie de Déjà vu, pues el desenlace es diferente a como lo recuerdas.
El tipo buscaba a la mujer que hacía unos instantes estaba conmigo, se puso como loco cuando ahora si su primer pensamiento se volvió realidad. Vio como el techo estaba descubierto. Su cara no expresaba nada en concreto, pasaba de la sorpresa al enojo y después al miedo. Noté que lo tomamos por sorpresa porque no sabía qué hacer; si quedarse conmigo para que no siguiera los pasos de la chica, o ir tras ella y detener su fuga, hasta que por fin se decidió por lo segundo. Salió disparado azotando la puerta detrás de sí. Yo por estar viéndolo como si estuviera enamorada de él, tampoco había planeado que hacer, así que sólo me quedé como piedra en mi lugar, hasta que me acordé del celular que la mujer había tenido hacía unos instantes. Vi alrededor y logré vislumbrarlo como se asomaba entre las sabanas revueltas. Me fui directo a apoderarme de él, lo guardé en mi bolsa trasera y me subí a la cama para tratar de salir por el agujero que había en el techo. Me colgué de las maderas y con fuerza saqué medio cuerpo. En el exterior vi que estábamos en medio de la nada. Era como un bosque enorme, inmenso. No obstante a mi situación, y aún con los nervios de punta, pude apreciar lo hermoso del lugar. Seguramente en otra situación, hubiera sido el lugar perfecto para vacacionar. El aire estaba perfumado a naturaleza, pero sobresalía de entre todos el olor a pino. Mis pulmones se llenaron, se bañaron en la frescura de aquella fragancia. Mis brazos comenzaron a dolerme de lo maltrechos que estaban y fue ahí donde reaccione y antes de dar un último impulso para salir, sentí como unas manos me sujetaban las piernas y después se colgaban de mí. Me vine abajo sin tener oportunidad de sujetarme puesto que evidentemente el que se colgaba de mis piernas era él encapuchado. En primera: no tenía ni la mitad de fuerza que él, y en segunda, no tenía más fuerzas ni para sostener un vaso con agua, ya había dado el máximo colgándome del techo.
- ¿A dónde crees que vas?- Me preguntó, y no sabía cuál era el motivo de interrogarme, si era evidente cual era mi objetivo al estar colgada del techo, sé que no era un genio, pero tampoco hacía falta se Einstein para saber la respuesta a su estúpida pregunta.
Tomó impulso y lo último que vi fue su puño yendo directo a mi cara.
Mis manos estaban libres a medias, mis piernas buscaban camino pero no lo hallaban, estaba recostada en la oscuridad, mi cuerpo estaba adolorido del esfuerzo físico, pero también porque ya había estado en la misma posición durante un buen tiempo. Al abrir los ojos lo primero que salieron de mis labios eran gritos de auxilio que inmediatamente se ahogaban en mis propios oídos pues no llegaban más allá de la superficie en la que me encontraba. Jamás había sentido por tanto tiempo la incertidumbre de estar en un mismo lugar con un espacio tan reducido y en la penumbra, y menos si se tomaba en cuenta que la claustrofobia era uno de mis peores males. Mantenerme en el encierro en el cual estaba era peor que tener a un ave enjaulado, ya que por lo menos aquellos animales podían tener una libertad a medias, respirando el aire fresco de la naturaleza a la que pertenecen y se les priva, pero yo no tenía idea del por qué estaba aquí y mucho menos dónde estaba. Llegó el momento en el que mi desesperación era tal que comencé a patalear suplicando mil veces – Porfavor-porfavor –porfavor –porfavor -porfavor-porfavor- porfavor- porfavor- porfavor-porfavor- porfavor- porfavor- porfavor-. Sin darle un descanso a mis pulmones, hasta que me di cuenta que era totalmente estúpido, nadie me estaba escuchando, estaba aislada y en las tinieblas, únicamente acompañada con el miedo implacable del cual me hacia su presa, y el compás exagerado de mi corazón. Juro que era tan fuerte que podía escuchar el eco que emitía en derredor. No entiendo qué mente tan enferma podría estar disfrutando haciendo esto, o por qué yo sería el blanco.