Después de despertar, tenía una nota de Alex a un lado de mí. “Tuve que salir, no tardo. No hagas nada tonto en mi ausencia bobita”.
¿Pero qué le pasaba a ese tipo? Primero de buenas, luego de malas, de buenas, de malas. Me iba a volver loca en cualquier momento. Me levanté a ver por la ventana y me perdí en la inmensidad como siempre. Mi cabeza era como esa inmensidad y mi memoria era como una persona en medio de ella tratando de encontrar su camino, pero en ese laberinto de conexiones que hay, estaba perdida.
No sé cuánto tiempo estuve inmersa en mis pensamiento porque cuando menos lo esperé, Alex llegó y abrió la puerta.
- Ya he regresado, espero y no me hayas extrañado, se lo difícil que es no estar al lado mío, pero era necesario.- Jugueteaba.
- Que bien.- Le respondí parca. Se palpaba que nuestros humores nunca iban a ser compatibles.
- Te he traído ropa y un par de cosas que creo necesitas.
- ¿Por qué en esta casa no hay ropa mía, maquillaje, libretas, un diario, no sé, cualquier cosa?- Lo interrogué con esa duda que hacía rato estaba dándome vueltas.
- Eh, bueno. Lo que ocurre es que nosotros estábamos a punto de mudarnos a otra ciudad, y tus cosas ya habían sido trasladadas. Por ese motivo no hay nada tuyo en esta casa.
- ¿Entonces cuando nos vamos de aquí?- Continuaba mi interrogatorio.
- Después de lo que pasó, se complicó todo y por el momento tenemos que quedarnos.
- Pero necesito salir, no puedo estar encerrada como si estuviera encarcelada.
- Está bien, en la tarde si quieres, vamos al rio.
- NO. No quiero más naturaleza, ya fue mucha tranquilidad. Necesito ruido, necesito el caos de una ciudad, porque siento que el silencio me va a volver loca.
No creo que existiera gente que quisiera huir de la paz y tranquilidad que se sentía en ese bosque. Pero había algo que me inquietaba de estar ahí. Me sentía presa en la inmensidad. Si hay algo peor para las personas, que vivir sumergido en un millón de pensamientos, era no tenerlos. Mis recuerdos estaban en silencio y mi entorno también lo estaba, ya era demasiado tiempo de una mente en mute. Necesitaba tomar el control y subir todo el volumen.
- Entiende que por el momento no es posible.- Seguía insistente.
- ENTIENDE QUE NECESITO SALIR. A DEMÁS ¿QUÉ FUE LO QUE PASÓ EN EL SÚPER?- Empecé a levantarle la voz porque era claro que no estaba escuchándome.
- ¡TE DIJE QUE NO! SIEMPRE LOGRAS HACERME ENFURECER MALDITA SEA.- Gritó y no esperó réplica porque se fue azotando la puerta.
¿Qué estaba pasándole? Estaba comenzando a asustarme, Alex estaba comportándose como un desquiciado. Era como si todo lo que yo dijera fuera un insulto. No estaba dispuesta a ceder esta vez, iba a seguir insistiendo hasta lograrlo. No iba a poner en juego mi salud mental por la de él, y menos si no sabía que era lo que le estaba pasando. Salí para encararlo. Si ya estaba enojado y ya habíamos empezado esa discusión, lo mejor era terminarla de una vez por todas, y que tronara lo que tuviera que tronar.
Salí de la habitación con decisión, directo a él sin titubeos. Me planté delante y me interpuse entre su noticiero que todo el tiempo veía y él.