Agua y Aceite

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     Metida en mis pensamientos pensé que el tiempo se había pasado volando y no lo había notado, porque sentí como la mano de Alex tomaba mi hombro. No abrí los ojos para no perder ese estado de relajación al que ya había llegado, pero no pude evitar reír al sentir su contacto.

 

  • ¿Quieres entrar al agua conmigo?- Lo invité.

 

  • Claro, por qué no.- Escuché responder.

 

     De inmediato me sobresalté porque la voz que escuché no era de quien yo esperaba. Abrí los ojos para comprobar lo que ya sabía, y efectivamente, el tipo delante de mí no era Alex. Mi primera reacción fue asustarme y como reflejo le di un golpe en una pierna, pero después fui tranquilizándome pues el hombre que tenía enfrente no tenía ni pizca de ser un maleante. Esteba vestido de forma muy casual, incluso podía certificar que usaba ropa de marca y fina, cabello negro peinado a la perfección, alto como un poste de luz, delgado y con unos ojos amarillos muy claros que parecían haber sido llenados con gotas de aceite. Si no hubiera visto los de Alex pensaría que son los más bonitos del mundo. Pero en este caso cualquier réferi los hubiera decretado como un empate técnico.

 

  • Oye ¿No te han enseñado modales, o que pasa contigo?- Expresó enojado.

 

  • ¡Ay lo siento! Pero tienes que admitir que tomar del hombro a una mujer sola y distraída no es la mejor manera de saludar.- Me excusé

 

  • Ok, yo tuve la culpa entonces.- Tenía una media sonrisa que enamoraría a cualquiera.

 

  • Bueno y a todo esto que haces aquí, según yo, no vive gente por acá, bueno, al menos no en varios metros a la redonda.

 

  • Evidentemente no soy tarzán, Mowgli o un chimpancé para vivir aquí ¿Si sabes que hay civilización a fuera verdad? Es más, no sé si estás entendiéndome, espera.- Se puso en cuclillas para estar a mi altura y haciendo ademanes exagerados con las manos dijo. Yo ser Alex, ¿Tú quién ser?- Hablaba según él muy divertido.

 

  • No seas tonto, por si no sabes, vivir en un lugar como este es más sano que vivir en el caos de una ciudad.- Me defendí fingiendo una actitud triunfadora.

 

  • Pues si ese argumento te hace feliz, está bien.

 

  • Bueno, deja de estarme criticando y dime que haces aquí ¿Se te perdió algo, o que pasó?- Le dije en tono demandante.

 

  • Hasta donde me quedé, estoy en un lugar de tránsito libre, no pensé que tenía que dar cuentas a nadie, y menos a una chica que se sentía Mowgli viviendo en medio de la nada.- Continuaba riéndose de mí.

 

  • Vuelve a llamarme Mowgli y no respondo.- Esa amenaza ni a mí me hubiera atemorizado.

 

  • Está bien, ya. No quiero ser golpeado de nueva cuenta salvajemente en mi otra pierna.

 

  • Bueno, visto que sigues en el mismo plan, me voy. Quédate ahí solo riéndote de a ver quién, porque de mí no.- Objeté indignada.



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En el texto hay: romance, drama

Editado: 06.10.2023

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