Agua y Aceite

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     A la mañana siguiente, Alex había retomado su rutina de salir temprano sin decir donde iba. Yo me puse a levantar un poco el tiradero que había en la casa.

 

  • ¿Dónde habías estado perdida?- La voz de alguien sentado en un rincón me sobresaltó, en la penumbra sólo logré distinguir unos ojos brillantes como los de un gato que se esconde para no ser percibido. Eran unos ojos que ya eran muy conocidos por los míos, eran unos ojos escrutiñadores, eran unos ojos amarillos, eran los ojos de Alexandre.

 

  • Te he dicho mil veces que no hagas eso. Por lo visto reafirmo que tu palabra no vale ni tres pesos.- Mi corazón aun latía rápido por el susto.

 

  • Ahora ya lo sabes, nunca confíes en la palabra de un artista; los artistas nos dejamos llevar por los sentimientos y similar a ellos, nuestra palabra puede ser igual de frágil y cambiante.

 

  • Bueno, lo de frágil ya lo había notado.- Lo molesté.

 

  • Acércate y te mostraré que tan frágil puedo ser.- Lo dicho. Ese chico siempre tenía una respuesta para todo. Tienes que irte, no quiero problemas, no ahora.
  • Ya pasaste demasiado tiempo con él, ahora dedícame aunque sea un poco a mí.- Exigía, como si fuera mi deber hacerlo.

 

  • Nunca firmé un contrato donde se estipulara que me comprometía a pasar tiempo contigo, por si no lo has notado, soy una mujer adulta y puedo decidir por mí misma con quien paso tiempo y con quién no.- Según yo me empoderé, pero creo que soné más arrogante que lo primero.

 

  • Pues por si no lo has notado, soy un hombre adulto y puedo decidir donde paso mi tiempo, y por el momento he decidido que aquí estoy bien.- Estaba claro que no iba a parar hasta sacarme de mis casillas.

 

  • Pero no puedes invadir las propiedades de otras personas, así no funciona la libertad.

 

  • Bueno, pero tú no tienes la autoridad para impedírmelo. En todo caso, esperemos al dueño de la casa y que sea él quien me saque O por lo menos que lo intente.- Su voz estaba llena de suficiencia. No distinguía si pecaba de arrogante o estaba muy seguro de sí mismo.

 

  • Ya, enserio. Estoy poniéndome nerviosa, tienes que irte.- En mi voz se coló un tono de ruego.
  • La única manera de que yo salga de esta casa es contigo al lado mío. A demás voy retrasado en mi cuadro y necesito terminarlo.

 

  • Ok, mañana iré contigo.- Quise llegar a un acuerdo con él.

 

  • No, tiene que ser ahora. Él ya tuvo mucho tiempo de ti, ahora yo quiero tiempo para mi.- No entendía a lo que estaba jugando. De alguna manera Alejandro tenía cierto derecho de pasar tiempo conmigo, pero no comprendía de que iba esa especie de ataque de celos que estaba teniendo ese chico. Era como si estuviera peleando por la custodia de un hijo que vaga de un padre a otro.

 

  • Te repito que no puedes obligarme a ir contigo.

 

  • Y yo te repito que si no vas conmigo no me moveré de aquí, y así podríamos estar hablando en círculos repitiendo la conversación.



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En el texto hay: romance, drama

Editado: 06.10.2023

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