En un pasillo oscuro rodeado de viejos estantes de libros, el ambiente era opresivo y polvoriento.
"¡Achuuuu!" estornudó Lia, rodeada de una nube de polvo.
"Salud," respondió Kit inmediatamente desde más adelante, llevando una gran linterna sobre la cabeza.
"Me voy a enfermar... ¿cuánto falta?" se quejó Lia.
"No mucho, creo..." respondió Kit, mirando el mapa que sostenía en sus manos.
Ambos hermanos habían ingresado al gran subterráneo que correspondía a la sección prohibida de la biblioteca. Atravesar las puertas, fuertemente resguardadas por candados, no había resultado complicado, ya que ahora tenían las llaves maestras de la encargada Aguamelon, lo que les daba acceso libre a cualquier parte de la biblioteca.
Sin embargo, el camino hacia las habitaciones principales de aquella zona era, cuanto menos, tortuoso para Lia. Telarañas, libros mohosos, montones de cajas vacías y charcos de agua —o de alguna sustancia nada salubre— bloqueaban el pasillo principal. Pero, sobre todo, estaba el olor... aquel insoportable olor a decadencia.
Lia no tenía idea de qué podía estar causando aquel olor, similar al de un animal muerto. No había visto ningún despojo en el camino, pero con la débil luz que tenían, le era difícil estar segura. Otra cosa que no entendía era cómo su hermano no parecía importarle aquel hedor y avanzaba entusiasmado delante de ella.
Quizá él ya estaba acostumbrado a ese tipo de cosas repugnantes...
"Ughhh... continuemos," dijo Lia con una falsa sonrisa, haciendo un gran esfuerzo por controlar las náuseas que la devoraban desde dentro.
Kit se encogió de hombros y continuó con el trayecto. Ambos hermanos avanzaron por el largo pasillo hasta llegar, por fin, a una zona más iluminada. Con los ojos nublados por la repentina luminosidad, tardaron un momento en reconocer el lugar.
El pasillo por donde habían ingresado era solo uno de los seis que conformaban la zona prohibida de la biblioteca Golden Half. En aquella gran intersección, las entradas a los otros cinco pasillos se abrían como bocas cavernosas oscuras e indecifrables. En medio de la intersección, grandes rocas negras estaban esparcidas en un área circular acordonada. Entre aquellas enigmáticas piedras, un gran pedestal blanco se elevaba por encima de todo lo demás.
Arriba, en el elevado techo, un gran candelabro de cristales blancos iluminaba con una luz tétrica el lugar. Acompañando aquella luz, delgadas cascadas de agua caían de las goteras del techo, dándole al lugar una atmósfera misteriosa y oscura.
"Woww," murmuró Kit, emocionado por lo que podría ser la aventura de su vida. Sin pensarlo, comenzó a explorar el lugar.
Lia, a su lado, no se sentía tan entusiasta. Cuando supo de la existencia de una sección prohibida en la biblioteca, se imaginó algo similar a la sección prohibida de la gran biblioteca de Canterlot: grandes almacenes de libros, armaduras amenazantes y objetos misteriosos ocultos. Todo viejo, pero limpio y ordenado.
La realidad era totalmente distinta. El lugar donde estaba ahora se asemejaba más a una catacumba que a una biblioteca; incluso no se sorprendería de encontrarse con el esqueleto de un poni a un lado del camino. Todo era un desastre... ¿realmente estaba aquí lo que buscaba?
"¡Lia, ven! ¡Mira!" llamó Kit a su hermana, quien estaba con la mirada perdida observando los destrozados libros tirados en el suelo.
"¿Qué...? ¿Qué ocurre?" Lia se sobresaltó y de inmediato fue con su hermano.
Kit, que había subido por la corta escalera que llevaba al pedestal en medio de las rocas, ahora saltaba emocionado, apuntando a un viejo atril de madera de baja altura oculto detrás del pedestal.
"¿Esto podría ser?" exclamó emocionada Lia al reconocer el curioso mueble frente a ella.
"¡Siiiii, seguro que lo es! ¡Incluso tiene ese nombre raro!" respondió Kit, saltando con entusiasmo y señalando la etiqueta dorada en la base del atril.
Lo que Kit y Lia habían encontrado era nada más y nada menos que un 'Readingdoscopio'.
En toda Equestria existían muy pocos de estos increíbles artefactos mágicos. Creados en una época más imaginativa, los 'Readingdoscopios' habían servido como herramientas de enseñanza, creando realidades de bolsillo donde el lector podía ingresar dentro de un libro y vivir en carne propia su historia escrita. Eran herramientas muy populares entre académicos y sabios en el pasado, pero con el surgimiento de nuevas tecnologías y la complejidad para fabricar estos aparatos, los 'Readingdoscopios' terminaron en desuso y casi en el olvido.
Tan pocos ejemplares operativos quedaban en Equestria, que se podían contar con los cascos de un poni. El más famoso de ellos se encontraba en el Castillo de las Dos Hermanas en el Bosque Everfree.
Lia sonrió de oreja a oreja. El desagradable camino que había tenido que recorrer para llegar allí había valido la pena.
"¿Qué estás esperando? ¡Sácalo!" ordenó impaciente a su hermano.
"¡Ahhh, claro!" De inmediato, Kit sacó una revista de cómics.
Encendiendo la magia de su cuerno, Lia, sin dudarlo, tomó la revista e hizo a un lado a su hermano. Emocionada, colocó el cómic encima del 'Readingdoscopio'.
Una repentina luz mágica envolvió el atril, removiendo el polvo a su alrededor. Unas débiles vibraciones comenzaron a recorrerlo desde su base, como un viejo aparato que, después de un largo tiempo, volvía a funcionar.
Los hermanos, emocionados, vieron cómo la magia empezaba a inundar el cómic, haciendo brillar sus páginas. El ambiente se llenó de tensión, cada vez más intensa con el fulgor que provenía del cómic.
Lia sonreía satisfecha; era tal como se lo habían descrito. ¡Pronto, el más grande de sus deseos se haría realidad!
Respondiendo a los deseos de Lia, el cómic se abrió de pronto y en un haz de luz una grieta se abrió entre sus páginas, como un portal a otro mundo.
"¡Sí, sí, sí, sí, sí! ¡Funciona!" exclamó Lia, dando brincos. "¡Gacha World es nuestra!"