El RV Tritón, era un mundo de gente de aquí para allá.Equipos científicos muy costosos,sonar de barrido lateral,magnetómetros de alta precisión y un sumergible de exploración teledirigido eran izados y asegurados en cubierta.
A tan solo horas ,de la próxima "Luna roja".
Fabiana se movía entre el caos controlado,con frialdad. Enfocada totalmente en :revisar coordenadas, calibrar la resistencia del casco para aguas turbulentas y asegurar la autonomía del Tritón. El trabajo la mantenía a raya de pensar en el riego.
Mientras revisaba las especificaciones del AUV (Vehículo Submarino Autónomo)una sombra se proyectó a su lado.
—Pareces más general de navío que la doctora Mureas —bromeó una voz cálida y familiar.
Fabiana se giró, era Ariel Gonzales su jefe de biología marina y el eslabón clave en su equipo.
Alto, con el cabello rizado revuelto por el viento de la costa, y una sonrisa que conquista hasta el mismo mar.Era un oceanógrafo brillante, intrépido y para Fabiana, el eterno "él "que nunca pudo ser suyo.
—Ariel—respondió ella,plenamente siendo profesional para camuflar el ligero vuelco en su estómago.La zona no admite sentimientos ni ilusiones en estos momentos.
—¿Terminaste de catalogar los reactivos para el análisis de salinidad anómala?
Ariel suspiró, recogiendo un mechón de cabello que el viento había deslizado sobre sus ojos.
—Sí, capitana.Todo listo, pero Fabiana ¿podemos hablar en serio un minuto?
—Se apartaron del ajetreo —
—Sé lo que este lugar representa para ti—continuó Ariel, en un murmullo íntimo.La pérdida de tus padres y estudiar el mar para entenderlo y dominar el miedo. Pero estas "Aguas Malditas "no son solo un accidente natural, los informes son inconsistentes, y mira la ubicación cerca de las Malvinas, esto huele a algo fabricado.
Fabiana se mordió el interior de la mejilla. Era exactamente lo que ella pensaba.
—Por eso te necesito, Ariel. Eres el mejor en la detección de patrones biológicos anómalos. Sí hay un factor humano o químico, tú lo encontrarás.
Él la miró fijamente —Siempre estaré para ti, Fabiana lo sabes.Desdé el orfanato, eras la niña más valiente y triste que conocí, solo dedicada a los libros del mar.
Esa frase —la confirmación de su amistad profunda, pero desinteresada —era el punto doloroso en la vida de Fabiana. Ella nunca se había casado, su vida era el mar, pero su corazón siempre había estado anclado en este hombre, que la amaba como a una hermana.
—Entonces,como tu amiga —replicó forzando una sonrisa...
—Quiero que seas doblemente cuidadoso.No arriesgues más de lo necesario.
Ariel le tomó las manos, una acción espontánea que la sobresaltó. —Tranquila, Fabi volveremos. Siempre volvemos, ¿no?—Él sonrió, un destello de confianza en sus ojos verdes.
—Además, ¿quién te va a ayudar a terminar esa tediosa tesis sobre los moluscos bentónicos si no soy yo? —alardio entre risas.
Fue una promesa y Fabiana la grabó en su memoria, sin saber que pronto se convertiría en un juramento de vida. Al atardecer, el RV Tritón zarpó, las luces de la costa de Ushuaia se desvanecieron lentamente en el horizonte. Fabiana, en cubierta sintió la inmensidad del Mar Argentino a su alrededor. No era solo el mar lo que la llamaba, era la oscura y profunda sensación de que en esas coordenadas fatídicas, ella no solo descubriría la verdad, si no también sobre el naufragio de sus padres. La búsqueda de la verdad de su infancia habían comenzado.