Aguas Malditas

Inmersión en la Mentira

El amanecer trajo consigo la calma, pero no la paz. El mar, horas después de la "Luna Roja", parecía inocente y azul de nuevo, la superficie lisa. Una mentira perfecta.
El RV Tritón se convirtió en una tumba flotante, su silencio solo roto por el tráfico de radio.

Apenas unas horas después de la desaparición, Fabiana fue asediada. El presidente, ahora con la voz tensa y grave, le ordenó por vía satelital que abortara la misión y regresara de inmediato.
—Doctora Mureas, sé lo personal que es esto,—dijo el mandatario—pero hemos perdido hombres valiosos y equipos. La zona está demasiado inestable. Las potencias mundiales están observando. Regrese, ahora.

—Señor Presidente, no fue inestabilidad,—replicó Fabiana, su voz baja y cargada de una convicción mortal.
—Fue una intervención. Tengo un registro de una estructura masiva y picos de energía que no corresponden con ningún fenómeno natural conocido. Y si es una intervención, significa que Ariel y los demás no están muertos, sino que han sido tomados para silenciarlos.—Segura en sus palabras, dio a entender que no dejaría de buscar a su tripulación.

La respuesta fue un silencio cortante. El presidente entendió la implicación de la palabra: una organización secreta operando impunemente en aguas territoriales argentinas, usando la farsa de un fenómeno marítimo como tapadera.
—Le doy veinticuatro horas,—concedió el presidente, la derrota evidente en su tono. —Si en veinticuatro horas no hay pruebas físicas de la intervención humana, tendrá que regresar. Mi posición es insostenible.
— Aquí tiene los registros, puede verlos con sus propios ojos, aunque dudo que entienda algo—rezongó Fabiana al enviar los archivos con la información registrada por Ariel.

Fabiana se refugió en el laboratorio del barco con el puñado de tripulantes leales y el jefe de informática. Los ojos inyectados en sangre, las sienes latiéndole, revisó los últimos cinco minutos de datos del sumergible de Ariel.

El chirrido metálico. El informático lo aisló.-Suena a resonancia de titanio, Doctora- Y tiene una cadencia. Casi un... pulso.
Video: La imagen fugaz de la "pared". Fabiana la amplió hasta la saturación de píxeles.
—Es demasiado lisa . No hay incrustaciones biológicas. Y miren aquí: los orificios de ventilación. Están ubicados en un patrón específico, diseñados para liberar o absorber fluidos.—Señalando en el monitor ,le explico a su tripulación que volverían por sus compañeros.

Los picos de salinidad y temperatura. Fabiana los superpuso con el gráfico de la onda de energía.
—El remolino es una cortina de humo. La variación de salinidad y temperatura está diseñada para alterar la densidad del agua local, creando una anomalía hidrodinámica instantánea. Es un sistema de succión o arrastre artificial.
El rompecabezas encajaba en una conclusión aterradora: estaban tratando con una ingeniería submarina de alta tecnología, diseñada para simular un desastre natural y hundir barcos.—revisando hasta el más mínimo detalle,no dejaba cabo suelto para esta farza.

La prueba final vino de un lugar inesperado: el archivo satelital .Fabiana se acordó de un reporte antiguo sobre una marea excepcionalmente baja ocurrida un año antes. Solicitó las imágenes de reconocimiento de la zona. El jefe de informática ajustó los filtros para eliminar el reflejo superficial y acentuar el lecho marino.
En el lugar exacto de las desapariciones, yace algo que el ojo desnudo nunca notaría. Alrededor de lo que parecía ser una hendidura natural, Fabiana encontró la firma que buscaba.
—Acércalo... ¡Ahí está!— Fabiana golpeó el monitor, su aliento acelerado,caminando para todos lados.
La imagen revelaba, débilmente, bajo la delgada capa de sedimento, un patrón geométrico de contornos nítido, de al menos un kilómetro de diámetro. No era geología natural. Era un hexágono o un círculo perfecto que parecía ser el borde de algo colosal.
—Esto no es un fenómeno, es una escotilla o una estructura gigantesca—declaró Fabiana, sus ojos ardiendo con una mezcla de triunfo y horror.
—Y está justo debajo de nosotros, camuflada. Es la base de esa organización secreta cerca de las Islas Malvinas.
Las veinticuatro horas de plazo se agotaban. Fabiana tenía la prueba en sus manos, pero no la tenía físicamente. Para demostrar la verdad y recuperar a Ariel, solo había una cosa que hacer. Ella misma debía descender.
—Preparen el sumergible de exploración personal. Calibren las cámaras y aseguren el compartimento de muestreo—ordenó Fabiana, dirigiéndose a los dos tripulantes en la sala.
—Vamos por nuestros compañeros.

La joven científica, cuya vida entera fue moldeada por un naufragio, estaba a punto de sumergirse en la guarida de sus verdugos.




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