—¿Cómo que te llevarán? —preguntó Dayana luego de que la llamara minutos más tarde.
—Y buscarán —agregué—, y según tengo entendido, te avisarán a ti cuando estén en camino —estaba algo nerviosa, ¿y si
—La carrera es a una calle del centro comercial... —comentó pensativa—. Solo habría que esperarte fuera de allí con el resto, tal vez hasta entrar, esperar un minuto y entonces irnos —resolvió.
Parecía fácil, pero había olvidado un pequeño detalle.
—¿Y Víctor? Les dije a mis padres que iría...
—Les diré que se enfermó y prefirió quedarse.
—Eres genial.
—Lo sé —respondió—. Ahora, te recomiendo llevar botas, una blusa no muy abrigada y unos jeans. Allí hace calor y está algo sucio por las lluvias.
—Bien, lo tendré en mente —asentí para mí misma—. Nos vemos.
Después de colgar me dispuse a buscar lo que me pondría. Al final usé mis botas negras, unos jeans que tenía desde hacía un año y una blusa sin mangas de color azul oscuro.
Estaba tan emocionada, al fin saldría con los chicos mayores. A ver, ¿quién a mi edad iba a una carrera de esas? Pues yo.
Me sentía muy bien al haberme salido con la mía y que mis padres creyeran toda la historia que, junto a Dayana, nos habíamos montado. Jamás había pensado en hacerles eso, mas allí estaba, orgullosa de mi mala acción.
Poco a poco, y casi sin darme cuenta, me volví una máquina de mentiras.