Era todo un caos. La gente se levantaba de las bancas y, si es que no se unían a la pelea que había en la pista, se iban del lugar. Mientras tanto, el gran grupo de personas que peleaban entre sí se lanzaban latas o botellas, se golpeaban o se amenazaban verbalmente.
—¿Qué rayos pasa allí? —preguntó Ellie luego de que nos levantáramos.
—Obviamente tienen una amigable discusión —respondió Fred con sarcasmo.
—Mejor larguémonos antes de que se ponga peor —Dayana me tomó de la mano mientras bajábamos por las gradas para dirigirnos a la salida.
Yo respiraba rápidamente y estaba algo nerviosa. La diversión y emoción se habían vuelto un desastre.
En lo que corríamos a la salida de ese sector del terreno, muchas personas se empujaban unas a otras, y recibí varios manotazos en el brazo, pero me sentí más tranquila cuando por fin el espacio se volvió lo suficientemente extenso como para que no hubiese la necesidad de tener a un montón de desconocidos con algo de mala pinta a mi alrededor.
Todos estábamos algo sudorosos y exhaustos por correr. Ellie tenía las mejillas rojas, igual que Dayana y, lo más probable, igual que yo. Fred estaba hecho un mar de sudor y Adam parecía no verse muy afectado, como si hubiera sido una caminata mañanera por su vecindario.
—¿Y Dan? —Dayana veía a todos lados.
—No lo vi en la pelea; tampoco lo vi irse —respondió Fred.
—Lo llamaré, sólo para estar seguro —dijo Adam sacando su teléfono para luego apartarse un poco de nosotros.
Todos lucíamos perdidos. Pude ver como algunas personas que, supongo, estaban observando la carrera hacia cinco minutos, miraban a lo lejos como continuaba la pelea entre gritos y golpes. Me sentí aliviada de habernos largado de allí. Tarde o temprano alguien llamaría a la policía, sin duda.
—Creo que eso de comer pizza se me está antojando —confesó la pelirroja.
—Igual a mí —se anotó Fred.
—No tengo dinero, pero también quiero —se unió Ellie.
Cuando Adam volvió para decirnos que Dan estaba bien y que vendría en un rato, le contamos la idea de la pizza, a la cual no se opuso.
Al final no fue todo un desastre, de hecho, fue muy entretenido luego de pensarlo bien, sin contar el dramático escape de la pelea.
Ellos me agradaban y, al parecer, yo les agradaba también, por lo que se volvieron mi nuevo círculo de amigos. No eran malas personas, pero para mi yo de ese entonces, tan influenciable y tan decidida a ser como ellos, eran parte del problema; yo los volví parte del problema.
Y, al final del día, estaba volviendo a mi casa como si nada hubiese pasado.