Ahora me arrepiento

27

Desde ese día y poco a poco, el odio me fue llenando.

Cuando fui a la escuela la mañana siguiente, me sentía otra vez como la chica invisible y baja que nadie notaría. Volví a ser la insegura y vulnerable ''Manchitas''. Lo primero que vi en mi camino fue a Fred, con obvias intenciones de hablarme, pero lo evité sin darle oportunidad de preguntar por qué yo no había respondido sus llamadas ni mensajes. No se merecía una explicación, y yo no quería reclamarle. Él no me quiso de verdad, tal vez ni siquiera como amiga, y sus acciones me lo hicieron muy claro.

Más adelante me encontré a Víctor, quién se suponía que era mi amigo, cosa que ya tampoco creía cierta. Me había traicionado de una manera terrible, me había delatado, eso no se lo perdonaría.

El caso es que lo miré con tanto odio que no necesitó acercarse a hablarme para saber por qué estaba así de molesta. Se limitó a mover sus labios, diciendo un ''lo siento''. Lo ignoré

Más tarde, en el patio de receso, me tomó del brazo con cuidado, haciendo que lo viera.

—Ag... Ally, escúchame —dijo él rápidamente.

—No, no quiero que me hables más —solté su brazo con fuerza y me alejé. Me siguió, por supuesto.

—Solo escúchame, se los dije por tu bien —se defendió—. Un amigo de verdad no se puede quedar sentado sin hacer nada cuando estás haciendo algo mal.

—Un amigo de verdad no me delataría —repliqué.

—Un amigo de verdad no mentiría por ti, porque no es lo correcto.

—¡Un amigo de verdad es todo lo contrario a ti! —Le alcé la voz—. Te odio, ¡Te odio!, ya no quiero que te acerques a mí jamás en tu vida.

Mi ceño estaba fruncido y mi respiración acelerada. Cuando dije esas palabras lo estaba mirando directamente a los ojos. No aparté la vista por unos segundos. Él transformó su rostro de preocupación en uno de tristeza, una tristeza que nunca antes había visto en su cara. ¿Eso lo hice yo? ¿Yo apagué de esa manera a Víctor? Lo imaginé antes, con su cara siempre sonriente, con su cabello brillante y sus ojos felices. Ahora todo eso había desaparecido para mostrarme a un chico de catorce años que tenía lágrimas en los ojos.

—Agnes, yo te conozco, tú no eres así —él luchaba por no dejar escapar las lágrimas, era notable.

—Entonces no me conoces del todo —fue lo último que le dije al chico antes de alejarme de él.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.