Dos días después de haber conseguido el contacto más cercano que jamás tuve con el grupo de Bella, ellas querían, al parecer, incluirme en su grupo. Me pareció curioso cómo, tanto antes con Dayana y ahora con Bella, pude adaptarme al entorno y hacer que me quisieran en él. Quién sabe, tal vez esas cosas debían pasar para que al final de esta historia todo fuera como debía ser.
De todas formas, vayamos un paso a la vez.
Prosiguiendo con lo importante...
—No lo tomes como ofensa, pero ¿no usas maquillaje? —preguntó Stella. La ''segunda al mando'' en el grupo de Bella. Sus ojos verdes oscuro y su cabello color cobre la hacían irresistible ante los chicos de la clase.
—Pues... no —respondí. Aunque el trato entre nosotras se había hecho más normal, aún sentía algo de lejanía.
—¿Por qué no? Deberías —me sugirió—. No estoy diciendo que te veas mal, sólo que con maquillaje resaltarías, te verías más femenina.
—¿Crees que deba? —pregunté.
—Claro, además, puedes ocultar lo que no te guste de tu cara —sonrió de la manera más inocente posible, como si me hablara de ir a jugar en el parque—, ¿hay algo que no te guste?
—Sí, tengo ojeras por herencia, y si duermo mal se notan mucho más —comenté—, ¿el maquillaje lo tapa lo suficiente?
—Obvio, yo te enseñaré, será divertido —mis ojeras no eran relevantes, a decir verdad. Tal vez sólo fue una excusa para probar como me vería con maquillaje.
Lo bueno fue que nunca se volvió un problema para mí. Al fin y al cabo, lo vi como algo que usaría ocasionalmente; muy diferente a Bella y Stella, que para ellas era el pan de cada día. En ocasiones, de verdad se desesperaban si se notaba un grano, si no se sacaban los pelos que les hacían sentir poco estéticas, si esto o si lo otro.
Contrario a lo que cualquiera pensaría dado mi historial, no me influenció para mal. Creo que, en realidad, solo quise usarlo para complacerlas.