Ahora me arrepiento

40

Desde aquel comentario de mi tía sobre haber engordado un poco, y de mis constantes mini crisis sobre estar realmente gorda, yo no opté por la muy acertada opción de hacer algo de ejercicio o balancear mejor mis alimentos, sino que me fui por el lado fácil: Internet.

En Internet había cientos de blogs sobre cómo bajar de peso rápidamente sin hacer ejercicio. Entre algunos consejos, estaba el de no comer ciertos alimentos, pero eso no era suficiente para mí.

Me topé con un blog muy interesante llamado "Soy Ana", en el que la bloguera, cuyo nombre era realmente Hilary, compartía muchas cosas de su vida, como "Mi pasado de gorda", y contaba cómo logró ser la ''princesa'' que siempre quiso.

"No fue fácil parar de comer. Yo era una tragona, y ver bandejas de comida pasar a mi lado en las fiestas fue una tortura, pero lo compensaba con jugos o agua. Tampoco fue muy sencillo ocultar mi meta de ser perfecta a mis padres, ellos sólo me decían que estaba saltándome muchas comidas y que eso no era sano.

Les cerré la boca cuando pasé de pesar 76kg a pesar 41kg, y solo me tomó algunos meses. Aún quiero ser más perfecta, mi meta es llegar a 37kg pronto.

¿Cómo lo hice? Comiendo una vez al día, llenándome con agua y, si mis padres me obligaban, comía y luego vomitaba. Es un pequeño precio a pagar para ser una princesa

¡Vamos, tú también puedes hacerlo!"

El blog me erizó la piel. Si bien mi Agnes interior me decía que eso no era buena idea, Ally, con una obvia actitud de superioridad, me tranquilizó, asegurándome que esto podría llevarme un paso más cerca de mi meta.

Borré el historial de la computadora antes de apagarla e irme a mi habitación a pensar sobre ello.

Tuve mi fiesta, y no fue grande, ni increíble, más me divertí con las chicas y les presenté a Loren. Todas se llevaron bien. De parte de Bella recibí un juego de aretes y collar plateados, Stella me dio un pequeño bolso con algo de maquillaje y Loren hizo una hermosa falda para mí. ¿Qué podía ser mejor?

Un celular, eso podía ser mejor. Mis padres me lo compraron y, aunque no era uno de último modelo, era exactamente lo que quería.

Fue un día maravilloso, donde parte de la diversión fue, por fin, ser el centro de atención sin burlas o rumores de por medio. Yo era la chica especial y, de alguna manera, fue como un sorbo de lo que quería que fuese mi vida siempre. Un sorbo de un vaso lleno que deseaba beber.

—Muchas gracias por venir —dije abrazando a Bella cuando estaba por irse.

—De nada, linda, fue muy divertido. Gracias por invitarme —se despidió y salió por la puerta. Ahora sólo quedaban los restos de una pequeña fiesta.

—¿Te gustó tu fiesta, quinceañera? —preguntó mi papá cuando recogíamos todo.

—Sí, y mucho —los miré a ambos—, muchas gracias por todo —los abracé—. Los amo.

Cuando estaba en mi cuarto viendo mis regalos y emocionándome por tener un teléfono, me sentí algo triste, y no encontraba la explicación a eso. Era como si algo faltase, como si la última pieza del rompecabezas se hubiese perdido.

Lo entendí cuando guardé el regalo de Bella en mi viejo joyero y vi en el fondo una pequeña estrella. La reconocí al instante.

«Yo la elegí» Escuché decir a un Víctor varios años más pequeño. Era el regalo que me dio el día de mi cumpleaños mucho tiempo antes. El día en que se volvió mi mejor amigo.

De nuevo estaba triste por el cómo, por mi culpa, había resultado las cosas entre los dos. Cada vez que lo veía pasársela bien con Anaís y sus demás amigos, se me revolvía el estómago de desagrado. No porque estuviese con otros, sino porque entre esos otros no estaba yo.

Eso me llevó a pensar que, al final de todo, Víctor se había olvidado de mí.

Ese sentimiento de tristeza se fue cuando fui a darles las buenas noches a mis papás.

—¡Oh! Olvidé decirte que te llamó Víctor. Te deseó un feliz cumpleaños, pero como hablabas con las chicas le dije que estabas ocupada —me comentó mi mamá después de despedirse—. Deberías hablarle mañana. Tiene tiempo sin venir, ¿qué tal si lo invitas? —sugirió bostezando.

Yo casi ignoré su último comentario y, medio sonriente, me fui a dormir. Una luz de esperanza se encendió en mi interior.

Víctor no me había olvidado o, al menos, eso era lo que esperaba Agnes. Ally, por otra parte, se pensaba otras mil maneras de apartarlo.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.