Ahora llegamos a esa parte decisiva de mi vida. Donde empiezo a caer del lugar al que estuve subiendo. Llegamos a la parte de la historia que muestra mi mayor error cometido.
Dejar de comer no es un juego.
Yo lo vi solo como una alternativa más.
—Mamá, no tengo hambre —dije en la cena. Tenía muchísima hambre.
Días después de mi fiesta, tomé la decisión de seguir los consejos de Hilary. Yo pesaba unos 60 kilos, un peso totalmente normal, y ni siquiera estaba gorda. Sin embargo, ver que, según mi edad y estatura, estaba a pocos kilos del ''sobrepeso'' —que sonaba a ''gorda'' pero era más algo como ''deberías cuidar lo que comes''—, disparó mi alarma y decidí que era hora de hacer algo.
Algo malo, pero algo.
—Bueno, si te da hambre tendrás la comida en el microondas —yo asentí y subí a mi cuarto. Una parte de mí tenía ganas de correr y tomar la comida, más la otra estaba feliz porque así dejaría de estar "gorda" en cuestión de tiempo.
Es increíble como con un sólo comentario podemos derrumbar a las personas. Como con un "chiste" o unas palabras inofensivas las empujamos sin saberlo a cosas malas. Claro, todo depende de si la persona es mentalmente débil, y ese era mi caso, pues mi mayor anhelo era ser perfecta.
¿Alguna vez les han dicho algo que las hizo cambiar o considerar que debían ser diferentes? Pues me habían dicho cosas parecidas mil veces, y yo opté por serlo.
Me dijeron que debía usar maquillaje y lo hice.
Me dijeron que debía vestirme diferente y lo hice.
Me dijeron que debía ser más rebelde con mis padres y lo hice.
Pero el mayor problema de todo eso fue que me dijeron que no debía cambiar y, aun así, lo hice.
Me dijeron que era perfecta como era y no les hice caso.
Me dijeron que querían ayudarme y los ignoré.
Me dijeron que debía volver a ser quien antes era; sin embargo, eso me dio igual.
Los humanos no son perfectos, y muchos tratan de serlo.
Como yo, por ejemplo.
Y ahora me arrepiento.