Ahora me arrepiento

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Obviaré cosas irrelevantes que pasaron durante tres meses —exceptuando, claro, mi paulatina y destructiva caída en los trastornos alimenticios— para llegar al día en el que casi tiré a la basura mi dignidad.

Antes dije que nunca cometí errores relacionados a mi teléfono, y esta situación no rompió mi palabra.

Era el mes de julio y ya íbamos a salir de clases. Últimamente había estado hablando con el primo de Natha, una de las chicas dentro del grupo de Bella, al que ahora pertenecía. Su nombre era Mark, y era muy guapo. Casi nunca hablábamos frente a frente, pero durábamos todo el día chateando. El chico era solo dos años mayor, e iba a otra escuela.

"Buenos días, Ally" Durante, más o menos, tres semanas estuvo enviándome esos mensajes mañaneros.

"Buenos días, Mark" Le respondía yo, y así se desencadenaba una larguísima conversación.

Llegaron las vacaciones, y debo decir que ese año escolar pasó muy rápido. No me metía en problemas, me la pasaba de aquí para allá con mis nuevas amigas, añoraba volver a tener a Víctor en mi vida para luego olvidar el tema otras semanas, adelgazaba de forma notable pero no alarmante... Esa era mi cotidianidad.

Era un viernes, casi a media noche y, por supuesto, yo hablaba con Mark, quien también se había vuelto parte de mi día a día.

"Eres muy guapa, lo digo en serio" Me dijo.

"Deja de decir boberías" respondí sonriente mirando la pantalla.

"Si yo te pido algo ¿Lo harías?"

"Claro, lo que tú quieras"

"Mándame una foto"

"¿No crees que ya te he mandado muchas?"

"Quiero una diferente"

"¿Cómo?"

"Mándame una foto si camisa"

Siendo sincera, me quedé paralizada. ¿Qué debía hacer? Mi mente comenzó a maquinar. Ally y Agnes volvieron a escena.

«Hazlo, si no lo haces de seguro dejará de hablarte» sugería Ally.

«No lo hagas, sabes que no tienes por qué mandarle algo así» aconsejaba Agnes.

«¿Qué importa? Todas las chicas hacen eso» replicaba Ally.

«Eso es mentira. Y si fuese verdad ¿por qué tendrías que hacerlo tú?» Con eso, Agnes ganó.

Me negué, él insistió, me volví a negar, se enojó, insistió de nuevo. Y yo...

"No me vuelvas a escribir" respondí, para luego bloquearlo.

Me siento orgullosa de mi misma por no haber caído otra vez. Desde lo que había pasado con Fred, yo sí deseaba tener atención masculina, y ser querida y deseada; pero esa experiencia me dejó un mal sabor de boca, me hizo ver la realidad: hay quienes te buscarán solo para eso, no les vas a importar tú, lo que pienses o lo que digas... Allí comprendí que no quería eso.

Quería ser perfecta, sí, mas no quería ser el juguete de alguien de nuevo.

Jamás volví a hablarle.




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