Ahora me arrepiento

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Mi situación no era crítica, pero tuve que quedarme dos días en el hospital para que me hicieran revisiones. La nutrióloga que me atendió dijo que tenía que llevar una estricta dieta durante varios meses para recuperar un peso saludable, cosa que me molestó mucho. Aún no quería engordar, era lo que menos deseaba, mas mi Agnes interior sólo me decía que debía hacerlo por mí y por mis padres, debía acabar con Ally de una vez.

Todo iba mejorando poco a poco. Me sentía bien y sólo faltaba un día para volver a mi casa. Esa tarde dejaron que cualquiera me visitara, aunque nada más fue mi tía, ya que nuestra familia no vivía muy cerca. También recibí la linda visita de mi amiga Loren, quien, luego de saludarme, me mostró lo preocupada que estaba.

—Ally, tu mamá me contó lo que pasó —dijo cuando cerró la puerta—. ¿Por qué lo hiciste? A pesar de lo rara que actuabas conforme a tu peso, no pensé que fuera tan serio...

—Bueno, esto comienzo hace mucho —comencé a explicarle todo sin rodeos. Cómo conocí el blog, cómo me sentí influenciada por otras chicas, cómo yo misma terminé trayéndome a este punto. Todo.

—Por favor, prométeme que no volverá a pasar —se sentó en un lado de la cama—. Estaba muy preocupada cuando supe que estabas hospitalizada.

—Lo prometo, ya no volverá a pasar —dije con sinceridad. Ella era de verdad mi amiga, y podía ver la angustia en sus ojos. Me dolió saber que esa mirada era gracias a mí.

—Yo te apoyaré, eso no lo dudes. Estaré para lo que me necesites —tomó mi mano. Eso me hizo sonreír.

Estuve el resto de la tarde junto con. No fue ni Bella ni Stella, quienes se suponía eran las más cercanas del grupo a mí. Hablé con ellas sobre lo que me había pasado, mas solo me mandaron buenos deseos y una pronta recuperación.

Me agradó saber que Loren estaba allí para mí en las buenas y en las malas. Por otro lado, Bella y Stella no. Sus palabras ni siquiera denotaban preocupación o interés real en mí, estaban vacías, un copia y pega. No se los eché en cara, pero allí comprendí que, a pesar del tiempo que pasamos juntas, esas chicas no eran mis amigas.

Loren se fue media hora más tarde, dado que sus padres la esperaban afuera. Estaba lista para pasar otras horas de aburrimiento absoluto.

Entonces entró en la habitación la última persona que me esperaba ver. Entró y se quedó parado frente a la puerta.

—Tienes mucho que explicarme —habló luego de varios segundos de silencio.

Hace tanto que no me dirigía la palabra. Ya tenía quince años, lucía más alto y su cabello anaranjado ahora estaba corto. Hasta su cara mostraba la madurez que había empezado a adquirir.

Él maduró, mientras que yo me atasqué en la niñez.

—¿Por qué viniste? —dije con muchas emociones encontradas.

Por un lado, volvió el recuerdo de cómo me traicionó y sentí enojo. Por el otro, recordé como lo extrañé todo ese tiempo y sentí felicidad. Entonces, al final, vino a mí el día en el que, gracias a mis palabras, su mirada se tornó triste.

—Porque soy tu amigo.

 




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