Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

A partir de hoy, oficialmente, somos una familia

—¿Qué tal si... te mudas aquí? ¿Si vivimos juntos?

—Eh...— hace una extraña mueca ante mi propuesta —Bueno, prácticamente vivimos juntos. Paso más tiempo aquí que allá.

—Sí, pero me refiero a que lo hagamos oficial. Si definitivamente vives aquí, no tendrás que encargarte de las cosas de tu manada, no tendrás que irte por tres días, una semana y así. ¡Estaremos juntos siempre!

—No lo sé, Lúa.

¿No lo sé? Creí que aceptaría sin pensarlo dos veces.

—¿Qué no sabes?

—Por más que aquí sea más cómodo, soy un lobo; mi hogar siempre estará en el bosque— no tiene por qué ser así —Si me voy de mi manada, dudo que algún día pueda volver; ya lo hice una vez, no creo que me acepten de nuevo.

—¿Y por qué volverías? Vamos bien.

—No te lo tomes a mal, pero tengo que pensarlo. Perdóname si no soy capaz de darte un «sí» de inmediato.

—Está bien, lo entiendo— tal vez fui precipitada al pensar que él aceptaría sin dudarlo. Después de todo, el bosque es su hogar. No lo abandonaría tan fácil.

—¡Mami, mira!— me llama Ra levantándose del suelo, el niño me está enseñando un carrito de cuerda que le compré hace poco —¡Mira, mira!— él se lo pone en la boca, acoge forma lobuna y salta a la cama a pataleos. Un poco sorprendida por su agilidad, yo le ayudé a subirla mientras que él volvía a su aspecto humano —¡Corre!— señala entusiasmado. El niño apoya el juguete en el colchón y lo empuja hacia atrás, al soltarlo, el carrito corrió hacia adelante a la vez que Ra reía con diversión. Imagino que, a sus ojos, era algo mágico.

—Sí, mi amor. Corre mucho— le digo riéndome —¿Te gustan los carritos?

—Carro mío— ¿y eso que tiene que ver?

—Oye, es extraño que Fei no esté por aquí— menciona Imri.

—¿Te encariñaste con él?— levanto la ceja —Ya te hace falta.

—Bueno, tiene semanas aquí. Es normal que me parezca raro que no esté.

Nada más estoy esperando que llegue para tener una conversación bien importante con él. Creí que había superado nuestra relación, pero no. Fei así como se ve, me dejó muchas cicatrices. Puede que yo también, pero esto se trata de mí.

—Lo llamó su agencia.

—¿Eso significa?

—Que es muy probable que pronto se vaya de aquí— de una manera u otra —Vete despidiéndote de tu amigo.

—No es mi amigo— refunfuña acomodándose —Solo que su comida sabe bien.

Ah, en eso radica el asunto.

—No entiendo cómo te puede gustar esa cosa que él llama comida. Es horrible— ahora comprendo que su sazón se debe a que Fei está vinculado con los lobos, tal vez su tipo de comida no es del agrado de los humanos —Aunque claro, a ustedes les gusta todo lo comestible.

—No somos exigentes.

Ra muy pronto se durmió, e Imri fue el siguiente. En una recámara vacía, yo era la única que estaba despierta. Las luces de fuera era tenue, lo suficiente para que la habitación no estuviera completamente oscura y en momentos tan silenciosos como este es que a mi mente llegan muchas preguntas:

¿Lo nuestro de verdad es serio? Digo, no me molesta que él piense mi propuesta, sino que... Dios, ¿qué cosas buenas tiene el bosque? Sacando a su mamá, papá, hermanos, clima fresco: libre de ruidos y malos olores, también su... Santo cielo, ¡detesto comprenderlo!

A diferencia de mí, Imri tiene mucho que sacrificar para estar conmigo. Además, ¿qué tal si el tropiezo que tuvimos lo tiene inseguro? ¿Qué tal si no estamos tan bien como creo?

—¡Ump!— gimoteo mirándolo fijamente. El hombre se encuentra rendido en sueño, no parece ser consciente de lo que sucede a su alrededor y como ya es usual, está haciendo sus típicas muecas.

«Qué hacer si mi pareja no quiere vivir conmigo?»

Escribo en el buscador para ver si encuentro alguna respuesta coherente, Internet es mi mejor amigo, nunca he tenido dudas de eso.

Bla, bla, bla.

¡¿Por qué aparecen tantos anuncios?!

No estoy interesada en un tal «Juancito a cinco kilómetros de tu casa, quiere conocerte».

Hasta suena aterrador.

Cookies, anuncios, información estúpida, más información estúpida... ¡Uh! Encontré un buen artículo entre tanta basura:

«Mi pareja no quiere vivir conmigo»

No es lo que está pasando, pero tengo que prepararme:

No quiere dejar el hogar de sus padres

Miedo al compromiso

Es indeciso

No puede ser, ¿acaso el que realizó el artículo es amigo íntimo de Imri? No diría que le tiene miedo al compromiso, nuestra relación ha avanzado mucho y si él le tuviera miedo, todavía seríamos amigos. Sin embargo, ¡sin embargo! Nadie le quita lo indeciso.

Después de haber leído todo, no me caben dudas: ¡Me dirá que no! Lo mejor será que comience a preparar mi reacción, tal vez baje las cejas, o sea directa y le diga que me lo esperaba; ¡que no me sorprende!

Oh, mi Dios. Espero que esto en algún futuro cambie. Me pregunto si su relación con Eveling era igual y la mujer tenía que tomar la iniciativa. Qué problema.

Con el propósito de tomar agua, me levanté de la cama y me dirigí a la cocina. Allí me serví un vaso, y con él en manos me fui al sofá para poner mis pensamientos (y deseos) en orden. Si seguía viendo a Imri me iban a dar ganas de subírmele encima, tal y como lo hice la vez aquella en la que intenté obligarlo para que me dijera «te quiero».

Aunque, ni siquiera así lo dijo hasta que se le dio la gana. Imri hace lo que quiere, de sumiso no tiene nada.

—¿Eres el espíritu de Lúa o estás despierta a estas horas?— pregunta Fei entrando por la puerta. El hombre acaba de llegar con una vestimenta diferente a la que tenía puesta cuando me fui, me fijo demasiado en eso como para no darme cuenta. Ahora lleva puesta una camiseta blanca sin mangas, y unos pantalones cortos tipo shorts, de esos que uno usa para ir a la piscina; en sus pies porta unas sandalias.




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