Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

Dame tus latidos

Capítulo 11: Dame tus latidos, y te querré incondicionalmente; sin conocerte por quien eres, sino por lo que representas

Todo en la vida es una costumbre. Dicen que el periodo para que una persona se adapte a alguna situación o medio en la que se encuentra, dura un mes.

Antes no paraba en casa, odiaba estar rodeada por aquellas cuatro paredes que consideraba asfixiantes. Ahora, hay que verme. A penas permanecí una hora y algo lejos de Ra y se siente como si hubiera amanecido fuera. Hasta me duele el cuerpo, ¿será que estoy vieja?

Dios mío, tan solo tengo veintiuno.

¡Estoy en los veintiuno!

Y claro, ¿qué sigue? Los veintidós, veintitrés, veinticuatro (la edad de Im)...

No puede ser que la «yo» adolescente consideraba a la gente de mi edad como unos puros vejestorios. ¿Qué tenía en la cabeza? ¡Ash!

—Umh, Im— alcé la cabeza entreabriendo los ojos. La cama no paraba de temblar por cosa suya, el hombre desde que despertó se ha mantenido sentado del otro lado del colchón, moviendo la pierna una y otra vez. No le quería decir nada, pero bueno, su terremoto está potente. Casi le doy un ocho en la escala de Richter.

—Oh, estás despierta— ¿cómo no estarlo? Ra como siempre está en medio de ambos, el niño permanece dormido.

—Sí, por un momento creí que se acababa el mundo— vuelvo a dejar la cara en mi almohada —Ya sabes, por el «chaqui, chaqui».

—Lo siento— suspira bajando las cejas —Dime algo, ¿existe algún modo de llamar a una persona sin que te sepas su número?

—Si existiera una tecnología así, este lugar sería un mundo diferente— debe estar preocupado por su hermano —Lo dices por Elaine, ¿verdad?

—No debí permitir que se llevara a Onil. Ahora que él y yo estamos teniendo un progreso, tal vez se enoje conmigo por dejar que la mujer, de la que se quiere separar, dispusiera de él a su antojo.

—No tuviste de otra— me siento bajando la sábana hasta mi cintura —La psicópata te amenazó con su manada.

—Es raro que haya actuado así— me la imaginé como una persona diferente —Elaine es alguien de perfil bajo. Su rompimiento le afectó más de lo que pensé.

—¿Tan raro es?— levanté las cejas —Oye, espera. Ahora que recuerdo, ella, como buena descarada que fue, le dio «me gusta» a mi publicación de Instagram. Si tiene el perfil público y le enviamos un mensaje, tal vez lo vea.

—Espero que sí.

No estoy al tanto del tipo de relación que tiene Onil con su esposa, sin embargo, esos dos me traen muy mala espina. Primero, supuse que el hombre era el intenso entre los dos, ya que vamos, cuando hablamos en la cafetería, él actuó como loco cuando la vio hablando con otro tipo; ni hablar de lo mucho que la cela y persigue.

Después, Onil toma la decisión de separarse de Elaine. En estos dos días se mantuvieron alejados, hasta que ayer, intercambiaron roles, convirtiéndose la mujer en la intensa.

Y en la ecuación, claro, hablemos de Imri quien aunque no me lo ha dicho, se nota que le hace mucha ilusión llevarse bien con su hermano. Mi novi-lobo lindo se tensa demasiado rápido, su lenguaje corporal lo delata.

«¿Por qué cosa más estaría contigo?»

¿Qué tal si las palabras de Elaine son ciertas?

No lo perdonaré de ser así.

«Hola, es obvio que sabes quién soy. Te escribo porque Imri está muy preocupado por su hermano, así que, te pido que llames a este número para que pueda hablar con él»

No seré amable con la tipeja que le dijo «zorra» a mi Pato.

No me importa si es alguien de bajo perfil que actuó por impulso, ¡lo hecho, hecho está!

—Bueno, en lo que Elaine contesta, voy a lavarme la cara y ver si nuestro «querido» huésped está empacando sus cosas— bien que ayer andaba de malhumorado.

—Por favor, no discutan.

—Lo voy a intentar— me levanto. Imri me miró con desaprobación en cuanto dije eso —Ay, es su culpa que discutamos— reprocho acercándome a él —¡Bien que sabes que soy una masita superdulce, él es el que me provoca!

—Ya, vas a despertar a Ra— todavía sentado en la cama, me abraza por la cintura apoyando la cabeza en mi vientre —Claro que eres una masita, ¿quién dijo lo contrario?— frota la frente contra mí —Te podría comer de lo dulce que eres.

—Aww, ignoraré que lo dices para que cambie de humor— río tomándole el rostro. Coloco las manos a los costados de sus suaves y blandas mejillas como la buena toquetona que soy —¿Cómo es que siempre sabes qué decir?

—¿A qué soy bueno?— menuda sonrisita.

—¿Cómo no?— le doy un rápido beso en la frente.

Dejé a Imri en la habitación junto a Ra para dirigirme a la habitación que muy pronto pasará a estar sin ningún indicio de energía maligna generada por aquel ser oscuro que se hace llamar Fei. Iba a abrir la puerta sin más, pero recordé lo intenso que puede ser con la «privacidad», así que mejor toqué antes de entrar:

—Ooh— no puede ser, ¡por fin me tomó en serio!

El hombre está empacando sus cosas, tiene la ropa encima de la cama y las está doblando y organizando dentro de sus maletas, que por alguna razón son más que las que trajo cuando vino.

Sin darme cuenta, él se estaba mudando poco a poco… Inconcebible.

—Se te hizo realidad el sueño— comenta cerrando la segunda maleta.

—En serio debes creer que el universo trabaja para ti como para pensar que el hecho de que te vayas, es un sueño para mí— mascullo cruzada de brazos.

—Lo dije de manera irónica— no importa —Mira— termina de entrar el resto de la ropa en su mochila, la tiene desde mucho antes de que lo conociera —Disculpa por lo de ayer, no estaba molesto contigo. Bueno, sí, tal vez un poquito, no tenía derecho a estarlo.

—Amh, ¿de acuerdo…?— qué sorpresa —¿Y qué? ¿No te vas a despedir de Ra?

—No me gusta despedirme de los niños; se encariñan conmigo, luego me tengo que ir y al verme con maletas, empiezan a llorar porque no quieren que me vaya. Soy todo un Nanny Mcphee— se encoge de hombros poniéndose la mochila —Llamaré a Ra después.




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