Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

No extraño quién eras porque ya no me acuerdo

Capítulo 18: No extraño quién eras porque ya no me acuerdo

Hasta yo, que soy yo, he tenido momentos de recaída. Me he sentido mal respecto a muchas cosas de mi vida, en especial con lo de mi mamá, la cual se fue hace un año y es como si hubiera sucedido ayer.

Al principio, cuando Imri me trajo por primera vez a su manada, la suegris me agradó de inmediato. No fue hasta que hizo lo que hizo (y que no voy a mencionar, porque ajá, lo he hecho demasiado y no viene al caso), que opté por mantener distancia con ella por miedo a que volviera a jugar con mis sentimientos.

De eso han pasado muchos meses, ya estamos en diciembre, por lo que la cuenta es mucha. Según ha transcurrido el tiempo, me he dado cuenta de que Ariangely no es solo la víbora que demostró en un principio, ella es más que eso y luego de tanto, me percato de ello.

No creo que alguien malo sea capaz de expresar palabras tan bonitas, frases que me llenaron el corazón de calma luego de escucharlas.

«Cada cosa que te enseñó, incluso sus errores, son cosas que siempre tendrás, la recordarás hasta cuando te equivoques».

Me llevé la mano al pecho al recordar sus palabras, en serio, no entiendo cómo ella puede cambiar tanto. Tal vez, me adelanté demasiado en juzgarla y guardarle resentimiento.

Ay, soy demasiado rencorosa. Es un aspecto importante que debo mejorar de mi persona. Es más, creo que ese tipo de enojo es el que produce más arrugas, ¿me veo más vieja? ¿Será? ¡Qué horror! ¡¿Tendré un envejecimiento prematuro por andar de venenosa?!

—Lu— me llama Imri. Yo estoy sentada en la sombra de un árbol, él vino con dos pescados asados en una hoja de plátano. Se ve muy bien, ellos son muy buenos cocineros con los recursos que tienen —No has comido nada desde que llegamos— me pasa la comida.

—Con todo lo de Rem, el ladrón de números…— echo un suspiro —Ni siquiera estuve pendiente de comer algo— le doy el primer mordisco —Oye, ¿cómo es que ustedes son tan buenos cocinando?— por «ustedes» me refiero a los que saben hacerlo, porque Imri… el pobre no es muy bueno con esas cosas.

—Nosotros tenemos mucha influencia humana— me pasa la mano por la cabeza con una de sus sonrisitas —Todas las veces en las que has venido, te ha tocado comer pescado. Hace mucho que no cazamos nada grande, lo siento por eso.

Creí que solo comían pescado.

—No te preocupes— le doy varios besos en la mejilla —Si por mí fuera, moriría comiendo pescado. Me encanta— para reafirmar mis palabras, di varios mordiscos hasta llenarme la boca. Suerte que no encontré ninguna espina porque ahí quedaba en el nombre del amor.

—Y dime, ¿te sientes mejor?—se sienta a mi lado, rodeándome con su brazo.

—Sí, admito que entré en crisis cuando recibí ese mensaje. Pero ya estoy mejor, volví a ser la Lúa de siempre— levanto el dedo pulgar.

—¿Y cómo es la Lúa de siempre, según tú?— reposó la cabeza en mi hombro —No tienes que estar alegre todo el tiempo, hay momentos en los que no nos sentimos tan bien y es normal. Deja de enterrar a la Lúa triste cada que aparece.

—Tienes razón— le doy otro beso, esta vez en la cabeza —Y oye, ¿dónde está mi bebito?

—Ah, con Larimar. Ella no lo ha soltado desde que vinimos. Come para que nos vayamos, quiero regresar.

Es raro que Imri quiera volver, es usual que nosotros pasemos el día y ya luego de un buen rato, regresemos a casa. ¿Será que pasó algo? No, lo dudo. No noté ningún tipo de tensión entre él y su mamá.

Aunque, es bueno que nos vayamos temprano para así averiguar cómo fue que le dieron mi número a otra persona. Hasta donde sé, yo pagaba mensualmente un plan de telefonía para mantener el servicio de mamá. Es inexplicable que, de la nada, alguien más lo tenga.

Y por cierto, ¿cuándo será que Imri le va a contar a la manada que él pasará a vivir conmigo? No le veo ninguna intención de hacerlo y eso me preocupa, ¿será que lo está pensando…?

¡No, no creo! Si lo estaba pensando, ya lo pensó cuando hablamos de eso. Imri aceptó mi propuesta y estaba muy decidido.

Además, por favor, no hay nada aquí que no le pueda dar allá afuera. ¡Es más, hasta el triple! Podemos pasar todo el tiempo juntos, los sábados venir a visitar a la manada para ver en qué están, los domingos a mis papás. ¡Up! Ya me lo imagino.

Estaremos bien.

—Larimar siente mucho apego por el niño, me atrevo a decir que ella lo ama con su vida— mis palabras no fueron en vano. Mantengo la idea de que Ra no es de mi propiedad y es su derecho elegir con quién estar, sin mencionar que Larimar también lo tiene por ser la figura que más tiempo pasó con él.

La mujer lo considera su hijo y no me pienso entrometer en eso, lo hice demasiado y cielos, me avergüenza la actitud que acogí por el modo en que me trató la primera vez que nos conocimos.

Guao, estos lobos me causaron una pésima primera impresión.

—Sí, aunque a veces se pasa— hace una mueca con desagrado —No le puedo dar mucha rienda porque luego se le suben los sumos y se vuelve más insoportable con respecto a mi hijo.

—Umh, hay que buscar entenderla.

—De acuerdo…— me mira raro tras mis palabras —¿Qué hiciste con mi Luna Lu?

—Ay, Imri. ¿Qué dices?— refunfuño cruzando los brazos —¡Soy un ser de luz que contempla la bondad en sus acciones!

—Sí, sí, lo siento— me da un sonoro beso en la mejilla —Vamos, sigue comiendo. Va y te duele el estómago por tenerlo vacío. Te enfermas y no sabré qué hacer.

—¿Y tú? ¿Ya comiste?— pregunto comiendo. Tampoco ha desayunado, me dio la sensación de que a él no le gustó mi avena.

—Comeré luego.

Que no me diga que tampoco le gusta el pescado. Dios, no puede ser que Imri sea mañoso con la comida. Comprendo que no le guste la avena, pero el pescado cabe en la categoría de carne, excepto para los católicos en cuaresma.




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