Capítulo 23: Quisiera tu mirada que apunta hacia otro sitio; esos ojos iguales a los míos, y la seguridad de que me tienes presente, aunque no lo expreses.
—Aquí tengo los papeles. Ya desde ahora en adelante, estoy de baja de la universidad— le digo a papi, mientras nos encontramos en el jardín trasero de la casa.
Ha pasado una semana, y vaya semana.
Completamente decidida en limpiar la basura de mi armario mental, primero inicié yendo a mi casa después de meses de tenerla abandonada. Después, tomé la decisión de ir a la universidad y retirar mis documentos para, de esa forma, ponerle orden a mis prioridades y pensar en lo que verdaderamente quiero hacer con mi vida.
No me fue fácil entrar al departamento de matriculación y dar ese paso, pero aquí estoy.
—Vaya— papi tomó mi archivo, él se quedó mirando la foto de cuando entré por primera vez, ella está pegada en la cara externa de la carpeta.
Esa Lúa jamás supuso que volvería a comenzar de nuevo. Y pensar que elegí esa carrera porque la consideraba fácil para alguien que en ese entonces, y al igual que ahora, no sabía qué hacer con su vida.
Menudo error.
—¿Usted... se siente decepcionado de mí?— cuestiono sentándome frente a él en una mecedora, Ra está a lo lejos jugando con un par de carritos.
Imri, por su parte, no vino con nosotros. Hace dos días que se fue al bosque y no ha vuelto desde entonces.
Sabrá Dios lo que esté haciendo. Siempre y cuando no se arme una guerra entre manadas, vamos a decir que todo está bien.
—Lo único que quiero es que tengas una vida bien hecha para cuando yo no esté— suspira dejando los papeles sobre la mesita que está en medio de ambos.
«Para cuando yo no esté», no me agrada pensar en eso.
—Estoy haciendo mi mejor esfuerzo, pero...— bajo las cejas —Aun intentándolo, tengo muchos líos encima. Al menos me pude quitar este.
Lo peor de vivir al límite, es que cuando llega el momento de ir más despacio, uno no sabe cómo hacerlo. Siento que voy en un auto con los frenos defectuosos; cuando quiero detenerlo, tarda bastante en disminuir la marcha.
—¿Qué piensas hacer ahora?
No tengo la menor idea.
—Primero debo buscar un propósito— mejor decir eso a no responder nada.
—Recuerda que debes hacer bien las cosas— coloca la mano en mi cabeza —Ya no solo se trata de ti, ahora tienes un...— mira a Ra, el niño se transformó en lobo y ahora está mordisqueando sus juguetes —Todavía no me acostumbro a eso— pestañea un par de veces —En fin, ahora no estás sola, sino que tienes a un pequeño lobo siguiendo tus pasos. Cada error tuyo le afectará de un modo u otro.
Eso es lo que más me preocupa.
—¿Por qué es tan difícil?— abucheo pensando en los miles de futuros donde fracaso —Todo sería más sencillo si lo único que los niños necesitaran fueran muchos abrazos.
—Jum, recuerdo que cuando eras pequeña, me hiciste pensar muchas veces en eso— sí, soy consciente de lo caprichosa que era —«Papi esto, papi aquello», el tiempo pasa demasiado rápido.
—Sí...— las cosas pueden cambiar mucho en un parpadear de ojos —¡Ra!
Me levanté rápidamente en cuanto vi que sacó un lagarto entre los arbustos y le enterró los colmillos.
—¡Oye, deja eso!— por más que intente quitárselo, él se niega a soltarlo. La pobre criatura no deja de mover las paticas —¡Ra! ¡Eso no se come!
Dios mío, ¡este niño todo se lo quiere meter a la boca!
—¡Graf!
—¡Suéltalo, Ra!— aay, él me está haciendo tocar a ese bicho. ¡Que me perdonen los lagartos, pero me dan asquito! —¡Ra!
—De acuerdo, para esto no tengo consejos— comenta papi desde la mecedora —¡Ánimo, Lúa!
¡Es verdad lo que dice Imri, este lobito está cada vez más rebelde!
¿Será que lo estoy malcriando?
—¡Aah!— grita después de que le haya podido sacar el bicho, esto en su forma humanoide —¡Mío!
—¿Tienes hambre? ¿Eso pasa?
—Eso mío— apunta con el dedo al animalito que tengo en mano con todo el asco de mi alma —Yo cogí.
—Ven acá— lo tomo en brazos, lanzando al lagarto a varios centímetros de distancia. Por lo menos que sienta una última brisita antes de morir.
Y pensar que según creencias, él me llevará agua cuando esté en el purgatorio.
—¡Ah!— vuelve a transformarse.
—Amh, no es usual que se comporte así— me excuso delante de mi papá cargando a un lobo Ra —No sé qué lo tiene así de inquieto— digo mientras él patalea. Ra se detuvo en cuanto me senté de nuevo en la mecedora, él se acomodó en mi regazo y allí se recostó hecho bolita.
Digamos que esta semana ha sido un poco... caótica.
«Yo no fui», se convirtió en la palabra recurrente del niño.
Aunque no nos ha vuelto a pedir que lo llevemos al bosque, algo que por cierto me sorprendió de Imri que no se lo llevó consigo; creo que en su interior todavía persiste el deseo de regresar.
¿Será que por eso se comporta de ese modo?
O puede que, tal y como me lo advirtió Helena, el pequeño entró a los «terribles dos».
Nosotros permanecimos una hora más en casa de mis papás, hasta que Ra se levantó después de tener una pequeña siesta en mi regazo, y comenzó a ladrarle a la puerta; indicando que se quería ir.
«Dele mis saludos a Marien», fue lo último que le dije a papi antes de partir. Ella estaba en la oficina.
Creo que es momento de pedirle consejos a Helena sobre lo que hizo cuando Army se encontraba en ese «interesante» estadio.
Espero que me ayuden en algo considerando la naturaleza de mi bebé.
—¡Ra!— ahora ha cogido la costumbre de subirse en todos los muebles como si fuera un gato, él salta de uno a otro con el carácter más temerario posible —Es peligroso— creí que se tranquilizaría al llegar al apartamento —Deja eso.
—¡Graf!— salta de mí al suelo.
Él antes se subía, pero como no tenía tanta agilidad, no llegaba tan lejos. Ahora es diferente. Su frecuencia e intensidad han aumentado de una manera considerable.