Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

Rómpeme el corazón

Capítulo 29: Rómpeme el corazón, y con aquellos trozos, constrúyeme uno nuevo en el que, por fin, pueda encontrar la felicidad; lejos de estos grandes mares de intranquilidad

Imri.

Hace dos años que perdí a Eveling, sucedió aquel día que suponía ser el más feliz de mi vida. Debido al incidente, lamentablemente no puedo ser totalmente feliz en el cumpleaños de mi hijo, a quien abandoné cuando apenas tenía una semana de nacido, sin mirar atrás por unos largos diez meses.

Recuerdo cuando regresé como si hubiera sucedido ayer. Al principio dudé en entrar a nuestro territorio, después de pensarlo muchas veces, me adentré al centro de mi manada con un solo pensamiento en mente:

Conocer a Ra.

Porque sí, no me había atrevido a mirarlo en esa semana que lo tuve cerca. Era incapaz de saber su rostro, por lo que cada vez que lo imaginaba, lo hacía con una gran sombra cubriendo su cara; nada más recordaba el sonido de su llanto.

I-Imri…— mientras que todos me observaban impactados, la alfa corrió hacia mí llorando. Ella me abrazaba fuerte, yo me había convertido en el hijo malo que regresaba después de mucho tiempo —Mi amor— me dijo dándome cientos de besos en el rostro, mi mamá me apretaba fuerte, como si temiera que me volviera a ir.

En vez de reproches, me esperaron lágrimas de parte suya. Hubiese querido escuchar reclamos que los lloros incontrolables de mi mamá.

¿Y Ra?— pregunté mirando a todas partes. Lo peor de todo es que sin importar que estuviera frente a mí, no iba a poder reconocerlo.

Dejé que mi tristeza me convirtiera en una porquería de padre, uno dispuesto a abandonar a su hijo como si fuera el único que sufría. Él me necesitaba y yo lo dejé, me hice de cuenta que jamás existió y ese es un error que me acompañará para siempre.

Si es que quiero crecer como persona, padre, hermano, amigo e incluso pareja; debo vivir con cada uno de mis errores, buscando la manera de compensarlos. Es muy fácil decir «eso ya pasó», cuando las decisiones que tomamos afectaron nuestro alrededor.

El mundo no cambia; nosotros lo cambiamos.

Ahí estaban ellos, debajo de la sombra del árbol preferido de Larimar. La mujer se encontraba con mi hijo en su regazo, ambos estaban riendo, ella jugueteaba con él a la vez que el pequeño imitaba los movimientos que hacía con las manos.

Él tampoco iba a poder reconocerme si me tenía enfrente

Ra— me acerqué poniéndome delante de ellos.

Siempre recordaré la forma en la que Larimar borró su sonrisa cuando me vio, fue como si mi presencia le arruinara la felicidad que había entre ella y mi hijo.

Solo eran ellos dos; no había nadie que se metiera en su relación.

Imri…— enunció poniéndose de pie, esto cargando al niño en su cintura. Cuando eso, él todavía no podía caminar, solo se paraba entre veces para luego volver al suelo —Tú… volviste.

¿Es Ra?— me acerqué más sin poder creer lo grande que estaba —¿Es mi hijo, verdad?

Su pelo, sus ojos, ¡todo su rostro! Para mí, era el ser más bello que podía existir. Lo único que quería era tomarlo y darle un fuerte abrazo, pedirle perdón por mi ausencia.

¿Qué haces aquí?— retrocedió acomodándose al niño, cargándolo de espaldas a mí para que no pudiera seguir viéndolo —¿Qué quieres?

Yo…— tragué saliva. No me sentía con el derecho para reclamar nada —He regresado, quisiera conocer a mi hijo.

¿A estas alturas de juego?

Es mi hijo— tensé el mentón —Sé que me tardé, pero ahora lo único que deseo es estar con él. No quiero más nada, solo eso.

¿Qué me asegura que no te irás de nuevo?— lo abrazó más fuerte —Quién sabe si solo te dio un ataque de culpa y te volverás a ir en cuanto Ra se acostumbre a ti. Le romperás el corazón, Imri.

—No lo haré.

—¡Le romperás el corazón!

¡¿Acaso ves el futuro?!— poco a poco estábamos siendo rodeados por los lobos —Vine hasta acá con una sola cosa en mente: recuperar a mi hijo. Dámelo, por favor.

La verdad es que eres un cínico— los ojos se le enrojecieron —¿Con qué cara vienes después de diez meses y me pides que te lo dé sin más? ¡Después de los alfas, yo soy la única que puede decidir el paradero de este niño! ¡Eres un maldito desgraciado infeliz que ni siquiera merece estar bajo la misma sombra que el cachorro!

—¿Has visto a Larimar?— le pregunto a Rocío, una de las lobas.

De vuelta al presente, al llegar primero la busqué en su lugar favorito, pero como no estaba allí, opté por preguntar por su ubicación.

—La última vez que la vi, estaba bañando a un grupo de cachorros en el río junto a Breilin y otras lobas más— responde pensativa.

Rocío es de los lobos con los que no comparto vínculos sanguíneos. Es tres años menor que yo, y trae su cabello castaño en forma de honguito; es delgada y de estatura normal.

—¿Ra estaba entre los cachorros?

—Ah, sí. ¿Cuándo no?— sonríe —Sabes que es todo para Larimar.

—Umh, claro— pues se quedará sin su todo.

—Gracias— le doy varias palmaditas en la cabeza —Nos vemos.

—¡Y oye, Imri!— grita ya a una distancia considerable —¡Hay algo importante de lo que quiero hablar contigo!

—¡Después!

No estoy para cuestiones de las manadas, tengo demasiado en mente como para agregar otra cosa más a la lista.

¿Qué querrá conmigo? Ella y yo no somos de hablar mucho. Se la pasa más en el grupo de Cristal y las demás lobas menores dizque porque son más divertidas.

Una cosa a la vez.

Haré todo siguiendo un orden, primero: hablar con Larimar.

Con eso en mente, me dirigí al río viendo las siluetas de las lobas a los lejos. Tal y como dijo Rocío, ellas están bañando a los niños.




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