Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

Pierde un grito II

Capítulo 31: Pierde un grito II

Imri.

En el bosque al que pertenezco coexisten seis manadas, y por consiguiente hay seis alfas: Edry; padre de Elaine, Bodhi, Ayden, Jarib, anteriormente Raviv (por alguna razón todavía no han elegido a su reemplazo) y claro, Emre; mi papá.

Cuando hay un tema a discusión o problemas entre una manada y otra, los alfas se reúnen para intentar resolverlos. Lo ideal es que la disputa desaparezca después de la reunión, y si no es así, se procede a una negociación y la parte que comienza la pelea, expone lo que demanda de la otra.

Nadie se va hasta que se resuelve, esto por el bien de la convivencia.

El último acontecimiento grande que recuerdo en el bosque, fue hace seis años, cuando mi alfa asesinó al papá de Raviv. Él, con toda la furia del mundo, invadió su territorio junto a los lobos mayores y lo asesinó, mordiéndole toda la región del pecho y cuello. De mis hermanos, el único que lo acompañó fue Avys y claro, ¿cómo no? Yo soy de la segunda camada después de la suya y cuando eso pasó tenía la edad de Rem, dieciocho años.

La alfa primero se moría antes de aceptar que nosotros fuéramos para allá.

Todavía no se sabe bien qué fue lo que pasó, del incidente nada más quedan teorías. Los alfas jamás se han atrevido a dar información del tema, y por el bien propio, nosotros tampoco hemos profundizado en el asunto.

Lo peor de todo es que mi hermana tendrá los nietos del hombre que nuestro papá mató.

Preocupante.

La cosa es que en el bosque donde vivimos hay seis manadas, pero eso es hablando de la ciudad. No se sabe, a ciencia cierta, cuántas manadas haya en el país entero. Tal vez los humanos las tengan registradas en algún lugar, pero nosotros solo conocemos a los alfas más destacados y entre ellos están los del norte del país; yéndose más por el lado del noreste.

Esos lobos son bastante diferentes a nosotros, y por eso han llamado nuestra atención; nos atraen mucho.

Y pensar que fue ahora que me vine a enterar de que el tipo con el que viví por un buen tiempo, proviene de allá. El mundo es un lugar pequeño, como una frase que leí por ahí: es un pañuelo.

Aunque la verdad me costó entenderla, ¿por qué un pañuelo? Bueno, no importa.

Salí de la habitación de Larimar con el celular en manos. Respirando profundo, seleccioné el número de Lúa y me dediqué a esperar a que atendiera. Mientras lo hacía, vigilaba que ni Onil ni Elaine estuvieran cerca, por si acaso mencionábamos algo que no debían escuchar.

La línea sonó por un par de segundos hasta que ella contestó. La verdad es que a pesar de que tenga la mente ocupada, todavía me encuentro metido en el dilema de si mi masita me evadió o no cuando le pregunté si me amaba.

¿Será que por primera vez malinterpretó mis palabras?

Hmm, Lúa da miedo de lo buena que es descifrando a las personas, ¿cómo no iba a entender mis intenciones?

Lo que sí sé es que después de que salga de aquí, le hablaré directo sobre lo que sucedió esta mañana.

No cometeré el mismo error que antes y seré claro con ella. Quiero que tengamos «comunicación».

Así que, teniendo en mente que hablaría con mi masita más tarde, decidí enfocarme en lo que está sucediendo ahora. Primero la saludé, le pregunté en qué estaba y le dije que volvería más tarde porque me quedé atendiendo unas cosas de la manada, algo que es cierto.

Le sorprendió bastante que le pidiera el número de Fei, incluso me preguntó un par de veces por qué lo quería, a lo que contesté que tengo una cuestión pendiente con él.

Otra cosa que es verdad.

No es necesario mentir cuando se puede ocultar la información. Es mejor un «no me dijiste» a un «me mentiste».

Me encanta comunicarme por celular. Amo a Lúa, pero hay veces en las que habla mucho y empieza a lanzar sus frases todas raras que no entiendo cuando tengo algo que hacer. En momentos como ese, utilizo el truco que aprendí. Que conste que no lo puedo usar seguido porque después se empezará a dar cuenta:

«Coff, masita, de nuevo se está perdiendo la línea, coff. No sé qué le pasa a este celular, tendré que colgar».

Es el mejor truco para cuando tengo que irme y no puedo dar explicaciones.

«Ajá... está bien».

Me asombra que me crea. Es increíble.

—¿Aló?— tras un buen tiempo esperando a que Fei tomara la llamada, él por fin la atendió. De fondo escucho música bastante alta.

—¿Habla Fei?— debo confirmar.

—No, claro que no— ¿y por qué su voz se me hace igualita? —Está equivocado— aunque suena un poco chocante.

Me quito el celular de la oreja, y observo la pantalla; ese fue el número que me mandó Lúa. ¿Habrá enviado uno incorrecto sin darse cuenta?

—Oye, es Imri.

—¡Aah!— entonces estaba fingiendo —¿Por qué no lo dijiste desde un principio?— ríe haciendo una voz más amistosa —Pasa que me sorprendió que me llamaran a mi teléfono personal desde un número desconocido, por un momento pensé que te tratabas de...— guarda silencio —No importa. Dime, ¿en qué puedo ayudarte? ¿Ya me extrañas?

Apuesto que tiene una de sus sonrisas burlonas en el rostro.

—Es que...— qué incómodo —Algo pasó.

—¿El qué? ¿Le sucedió algo a Lúa?— puso el tono serio.

—No, no precisamente a ella— respiro profundo antes de hablar. De verdad que esta situación me tomó desprevenido, para nada esperaba esto —Es Larimar, tienes que venir a verla.

—¿Qué vea a quién?— cuestiona sorprendido —Creo que ella fue muy clara cuando dijo que me mataría si volvía a verme; sin mencionar lo detallada que fue cuando habló de lo que me haría si me cruzaba en su camino.

¿Pero qué pasó entre ellos?

—Sí, pero...

—Dijo que estaba de primero en la lista de personas que odiaba. Lo siento, Imri, pero no me pienso arriesgar.

Algo le hizo.




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