Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

El camino que me conduzca hacia ti

Capítulo 38: El camino que me conduzca hacia ti

No hay frase que pueda tener más connotaciones que la que dice «de tal palo, tal astilla», la cual puede tener una connotación negativa como positiva; dependiendo de quién la diga y de cómo lo haga.

Mi mamá, por ejemplo, cuando se enojaba conmigo utilizaba mucho esa frase para resaltar lo parecida que era mi personalidad con la de mi papá.

Ay, sí: «eres de tal palo, tal astilla; ambos igual de tercos».

Los hijos somos un reflejo de nuestros padres; uno mejorado desde la perspectiva de nosotros. Cuando crecemos, nos esforzamos por desmentir las cualidades malas que sacamos de nuestros progenitores por lo fastidiosas que las encontrábamos de niños y en la adolescencia.

«De tal palo, tal astilla», una frase que podría traer más problemas que beneficios por aquel dicho que dice que los hijos no podemos pagar los pecados de nuestros padres.

El punto es que, ¿qué pasa si seguimos las mismas tendencias de la persona que nos dio la vida? Tendencias negativas, claro.

—Alfa, ¿estás bromeando o de verdad nos vas a contar el secreto del asesinato del alfa Azar?— cuestiona Imri con las cejas en alto.

Continuamos en la sala, la suegris y yo estamos en el sofá, mientras que Imri está en una silla y Arissa en la otra. La declaración de Ariangely nos sorprendió a todos menos a Ra, quien está en su mundo: comiendo galletitas, recostado en el pecho de su abuela.

—Aba, toma— antes de comérselas, el niño primero las parte y le entra la porción más grande a Ariangely en la boca —¡Umm! ¡Ta' buena!

—Obvio, las traje yo— ah, ¿por qué no me sorprende su respuesta? —Te las traje todas a ti, mi pequeño cachorrito lindo— frota la punta de su nariz con las de Ra; guiñándonos el ojo para dejar dicho que no es así —Cada día te pareces más a tu mami, no se parece en nada a ti, Imri— comenta recibiendo otra porción de parte de Ra —¿Verdad que te pareces a Evi, mi amor? ¿A qué sí?

Umh, me pregunto si ellos no tienen una foto de la mamá de Ra. Me genera curiosidad saber cómo era.

—Mami Lúa— me apunta con el dedo —Lobito lindo yo; mami mosa mundo, humana.

Él no puede reconocer cuando hablan de una persona de la que no tiene idea por su edad. Me produce tristeza por Eveling, tantos meses esperando a su bebé para al final no conocerlo; observar desde donde sea que esté que, para Ra, yo soy la única imagen que tiene como madre.

»Mami Lala, tambén; mami lobo.

No, no soy la única imagen.

Ash, ella es tan irrelevante para mí que hasta se me olvida mencionarla.

Jum, yo soy mejor mamá.

Me imagino a Eveling desde el cielo, deseosa por darme un abrazo por lo bien que he desempeñado mi papel de mami. Quién sabe si cuando muera, ella me reciba con un gran discurso después de saludar a mi mamá, por supuesto.

¡Uy! San Pedro sería el patrocinador de la fiesta.

—No hablo de ninguna de las dos— la suegris baja las cejas.

—Ra apenas recuerda los latidos del corazón de Eveling, por lo que será imposible que la vea como algo más que una persona que alguna vez existió— asegura Imri —En un par de años, no se acordará ni de cómo sonaba Evi cuando estaba en el interior de ella.

Imri dijo todo eso con un semblante triste, siempre le dolerá hablar de la que fue su gran amor.

—Qué triste, con lo mucho que se parece a ella— suspira Arissa —Es cierto lo que dice la alfa, parecen dos gotas de agua.

Mi curiosidad incrementa.

—La quería mucho— Ariangely acaricia el rostro del pequeño —No te confundas, Lúa, a ti también te quiero; todos los amores son diferentes.

—No se preocupe, entiendo que la extrañen— no vine a reemplazar el recuerdo de Eveling. Yo soy yo, y ella fue ella; por ese motivo, no tengo razones para enojarme si a ellos les hace falta, inclusive a Imri.

Es como que Marien se moleste porque yo extrañe a mi mamá.

—Y bien, procede con la explicación de por qué nuestro alfa asesinó a Azar— Imri ni se esfuerza por disimular su ansia de saber —Vamos, dale y deja de cambiar el tema.

—Oye, Imri. ¿Por qué siempre le hablas tan informal a la alfa?— cuestiona Arissa. Sí, no me había detenido a pensar en eso.

Los lobos suelen hablarle con mucha formalidad a los suegris, hasta Rem lo hace y eso que es él.

—¿Eh? ¿A qué te refieres?— que no me diga que no se da cuenta.

—Siempre la tuteas y eso.

—¿De verdad?— bate las pestañas denotando confusión —¿En serio lo hago?— le pregunta a su mamá.

—Todo el tiempo— sonríe comiendo —Ay, ¿por qué dije que contaría lo de Azar? No me gusta hablar del tema— abuchea, mientras que Ra parte la siguiente galleta —Debería dejar de hablar por impulso— abre la boca para que el niño se la dé.

La escena parece propia de la realeza, cuando le pasan uvas a la reina.

—Bueno, aprenderás después. No me vas a dejar con la duda ahora que abriste una brecha.

—¿Ves? Lo hiciste de nuevo— resalta Arissa.

—¿Qué? Claro que no.

No, mínimo se está haciendo el que no se da cuenta.

—Imri, ¿tanto te interesa llenar tu curiosidad?— mastica a regañadientes —¿No te importa ver lo traumada que estoy por ese incidente?

¿Traumada?

Pero si está igualita.

—Responderé muchas de mis interrogantes una vez sepa la razón de tantos años de enemistad con la gente de Azar.

—Eres frívolo, corazón— mira a Arissa —Cachorra, hazme el favor de llevarte a Ra a otro sitio; no quiero que escuche lo que voy a decir.

—¿Eh? Pero yo también quiero escuchar.

—Será una conversación de gente grande, así que vete.

—Cumpliré dieciocho en dos semanas— vaya, pero si es bien joven. Yo hace rato que cumplí los veintiuno, voy para los veintidós en febrero.

Lo mejor de todo, recibo dos regalos: uno de San Valentín y otro de cumple. Ya quiero saber qué tiene Imri preparado para mí, aunque creo que no sabe cuándo es mi cumpleaños.




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