Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

Del Sahara al Polo norte

Capítulo 42: Del Sahara al Polo norte

Creí que el cuñado mayor se quedaría por más tiempo, pero él se fue dos horas después de que Onil se marchara junto a Secuestri.

En todo el tiempo que permaneció con nosotros, el hombre actuó con normalidad; como si no tuviera algo entre manos y yo decidí jugar su mismo juego: fingiendo que mi hermanito no está al tanto de su desobediencia a Emre.

No puedo alegar que esté metido en cosas malas, pero su comportamiento se me hace demasiado sospechoso como para pensar lo contrario. Como estaba segura de que la gente que lo lastimaron guardaban relación con el tipo al que anteriormente amenazó, decidí dejarme de rodeos y preguntarle sobre lo que pensaba hacer con el tema:

No soy rencoroso. Entiendo por qué fui herido, por más que atacarme en grupo haya sido un acto cobarde— me dijo con una naturalidad que espanta. Ambos nos quedamos solos porque le pedí a Imri que fuera a la farmacia y le trajera medicamentos a su hermano.

¿Y qué vas a hacer? Se supone que tienes que pelear con ese sujeto, ¿lo harás con esas heridas?

Puedo pelear. Le romperé el hocico de dos golpes como prometí— lo pensó unos segundos —No, tal vez lo haga con uno.

Y dices que no eres rencoroso.

No lo soy. Todo se quedará ahí en cuanto lo mande al hospital y él me pague mi dinero.

«Mi dinero».

Oye, ¿de qué dinero hablas? ¿Cómo es eso de que son dueños de una porción de la ciudad?

Él iba a contestar algo, pero ahí llegó Imri y tuvimos que parar nuestra conversación.

Ay, noté que mi novi-lobo nos miró raro cuando entró y siguió extraño cuando Avys se fue. Ha de pensar en nuestro comportamiento; Imri es bien perceptivo, por más que no lo aparente.

—Lúa— me llama antes de entrar a la casa de mis papás. Hemos regresado a buscar a Ra.

No había dicho nada en todo el camino. Su expresión me tenía a la expectativa.

—¿Sí?— apuesto que me preguntará por lo de hace rato.

—¿Qué tanto te traes con Avys?

Ahí está.

—¿A qué te refieres?— na', cuando Imri se queda callado por más de media hora, es porque le ha dado demasiadas vueltas al asunto. Nada más bastaron mis palabras, para que me mirara con la ceja en alto —Eh... ¿Te acuerdas de lo que hablamos hace rato? ¿Sobre las órdenes de los mayores y eso?

—Hmm, sí— duda en responder.

—Bueno, eso.

—¿Eso qué?

—Ya sabes, eso.

—Lúa...— achica los ojos —No me gusta que me escondas cosas.

—No puedo decirte, tu hermano me pidió que no dijera nada— sería horrible que Imri se meta en este asunto —Ustedes son estrictos con sus códigos, no me hagas romper la confianza de Avys ahora que estoy echando raíces en la manada.

—Avys es genial, pero sus secretitos me metieron en muchos problemas en mi adolescencia— y de todos modos es su hermano favorito —Hazme caso y no te involucres en lo suyo, es lo mejor.

—Oye, ¿cómo que te metió en problemas cuando eras adolescente?— ¿y si lo mete ahora? —Onil dijo que no era normal que él estuviera en problemas.

—No eran problemas grandes, solo que me trajo varios sermoneos de los alfas por ir a lugares peligrosos o hacer cosas indebidas en un intento de seguirlo. Él es bueno limpiando sus huellas, yo no tanto.

Empiezo a creer que Imri sabe muy bien de lo que es capaz su hermano, pero decide hacerse el «chivo loco». La cosa es que si es cierto, significa que no existe ningún pedestal y él lo quiere pese a lo que sea.

»Si es que Avys te hizo prometer que le guardes un secreto, está bien, no insisto— echa un suspiro —Será mejor que no meta las narices en sus cosas, tú tampoco lo hagas.

—Bien— de todos modos estoy bastante preocupada con el tema de Emre y, ¿cómo no? Con mi situación con Helena.

Ella es una de mis dos mejores amigas. He estado con la chica por muchísimo tiempo, por lo que no es fácil desechar una relación como esa tras una discusión. Simplemente, no puedo. Helena es de mis personas favoritas y me duele que nos encontremos en este punto.

No obstante, yo no seré la que dé el primer paso. Ella me trató horrible, por lo que espero que sea ella quien me busque luego de reflexionar sobre sus acciones.

En serio espero que lo haga. Solo porque es Helena, estoy dispuesta a abandonar ese asunto y continuar con normalidad. Vamos, ¡son once años!

«Pero, hey. Admitió no reconocer que hemos mejorado como persona y que ya no somos tan desgraciadas».

«Sí, pero tal vez lo dijo sin pensar. Fue un momento de impulso».

«Yo que tú no le dedicaría ni el padre nuestro. ¡Nosotras somos seres benevolentes y todo, pero hasta nuestro majestuoso corazón tiene límites! Nos trató bien mal y estas son las horas que no ha llamado».

Es cierto. De estar arrepentida, hace décadas que hubiera llamado, pero no.

La Lúa diablilla podría tener razón... ¡Pero es Helena!

¡Hasta estoy batallando en mi mente por ella!

¡Aah!

Mejor olvidar eso por ahora, no soy yo la que debe estar metida en un dilema, ¡es ella!

Y bien. Imri y yo entramos a la casa y nos trajimos de vuelta a un dormido Ra. No sé qué estaba soñando, pero el pequeño no dejaba de lanzar patadas con varias muecas en la cara, todo eso mientras era cargado con la cabecita apoyada en el hombro de su papá.

Por un momento quise despertarlo, pero después de pensar en el trabajo que nos iba a dar dormirlo de nuevo, cambiamos de opinión. Total, a Imri no le importa mucho que lo patee estando dormido.

—¡Umh! ¡Umh!— gimotea moviendo los brazos tras Imri acostarlo en la cama. Hemos llegado, y no hay mucho qué hacer —Arriba, arriba— susurra dando varias vueltas.

Pareciera que estuviera despierto, pese a tener los ojos cerrados.

—Jum— Imri sonríe cubriéndolo con la sábana. Siempre lo he dicho, y siempre lo diré: los hombres se ven demasiados atractivos en el papel de padres cariñosos, ¡y eso que no tengo ningún tipo de daddy issues!




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