Capítulo 46.5 EXTRA
El alfa tomó la decisión de liberar a Rem y por más que alegrara al chico, los demás no evitaron poner una cara de horror.
A la alfa le sorprendió la decisión de su esposo, pero optó por ver lo que ocurría después de eso. Quería evaluar si después de tanto tiempo, Rem podía tomar el control de su propia vida.
Y de menuda manera estrenó su libertad…
Alguien que no se encontraba muy contento, era Onil; quien fue recibido con la noticia después de regresar de sus pendientes.
El hombre de inmediato se dirigió hacia donde se encontraba su padre. Le molestaba ser el último en enterarse de un cambio que le concernía, e igualmente, esperaba que pidieran su opinión al respecto.
A mi cuñado le desagradaban las impredecibles acciones del alfa. Cuando ya lo empezaba a entender, vuelve y tiene un cambio radical. Para Onil, Emre era un enigma.
—Alfa— le llama colocándose delante de él. Emre, quien se encontraba debajo de la sombra de un árbol mientras observaba su alrededor, levantó la mirada de inmediato. La cara de su hijo le decía muchas cosas.
Onil no es alguien de sonreír mucho. Es más, puedo contar las veces en las que lo ha hecho en mi presencia. De todos modos, el alfa es capaz de detectar cuando está incómodo con nada más verlo.
—Ump, ya regresaste.
Él lo había mandado a la manada del alfa Bodhi para lidiar con una cuestión de repartición de recursos o algo así. Al parecer, en el límite sur, ambas manadas tienen un territorio en común que no puede ser dividido en los mapas por la geografía del sitio.
—¿Cómo es eso de que ya no estaré a cargo de Rem?— cuestiona molesto —¿Por qué tomó esa decisión sin siquiera preguntarme?
—Ya es momento de que Rem encuentre su propio camino. Tú también.
—Él no está listo, le falta mucho por aprender.
—Y podrás seguir enseñándole, pero como su hermano mayor; no como el responsable de todo lo que haga.
—Pero…— tensa el mentón.
Emre le señala el suelo, como un indicativo de que se siente a su lado, cosa que Onil hace.
—Rem necesita tomar su camino; tú también— repite —Demasiado tiempo han durado de esta manera. Es momento de que el chico eche sus propias raíces; tienes que soltarlo— echa un suspiro —Es tiempo de limitarte a ser su hermano mayor, nada más.
—Él no es como los demás lobos, tiene que tener una guía— temía de lo que pasaría si no la tenía.
—Rem no podrá vivir bajo tu juicio para siempre, debe desarrollar uno propio.
—Usted no lo entiende.
—¿Ah, no?— arquea la ceja —¿Dices que no entiendo a mi propio hijo?— lo desafía atento a su respuesta.
—Hmp— frunce el ceño —Eso no fue lo que quise decir.
Desde la perspectiva de Emre, a Onil le faltaba pulir muchas cosas. Una de ellas era ser un poco más firme con sus palabras, aun si eso suponía desafiarlo. Sus palabras debían hacerse notar; él quería verlo seguro cuando hablaban, que no se dejara intimidar por su alfa.
—Sé lo que quisiste decir y no lo comparto. Entiéndelo, Rem ya no te necesita como quieres; te necesita como un hermano mayor.
»Además, mi decisión no solo fue por Rem, también por ti. Los dos necesitan ser libres.
—Usted nunca me considera para nada— protesta —Siempre actúa como le da la gana sin preguntar la opinión de nadie.
—Sabía que te negarías, ¿qué más da?— Onil jamás iba a estar de acuerdo en soltar a Rem. Si Emre le platicaba sobre su decisión, el hombre le iba a poner miles de razones en contra. —Ves al chico como tu propiedad, ¿qué iba a pasar cuando ya no pudieras cuidarlo? Tendrás mucho qué hacer en el futuro y Rem no iba a ser más que un estorbo. Ambos deben separarse desde ya.
—Primero me lo dan, y ahora me lo quitan. Todo sin tomarme en cuenta— nada de lo que dijera le ayudaría a mitigar su enojo —Es cierto lo que dicen, solo soy su herramienta. No me ve como otra cosa.
—Jum— dibuja una pequeña sonrisa —¿Acaso estás haciendo un berrinche, Onil?
—Por favor, respéteme, alfa— aunque por fuera haya reaccionado neutral, por dentro sintió un poco de vergüenza.
—Desearía lograr ver en lo que se convertirá Rem sin tenerte en sus hombros. Es momento de que utilice todo lo aprendido de ti en los últimos años y se haga un hombre. El que lo sobreprotejas siempre, demuestra que lo subestimas. Dale consejo si te lo pide, pero déjalo tener su vida.
—Me contaron que lo motivó a seguir usando los puños— esa fue otra cosa que fue a reclamarle.
—¿Eso es lo que ellos piensan?— le asombraba lo «comunicativos» que eran sus lobos cuando les convenía —Tú mismo lo dijiste, él no es como los demás lobos. Su naturaleza hace que desprecie las palabras— le mira a los ojos —No lo estuve motivando a que peleara, simplemente le dije que no perdiera; esa es la única forma de asegurarme de que no salga herido, de que esté bien…
—¿Por qué habla así?— arruga el rostro —No sé si sea cosa mía, pero habla como si se estuviera preparando para algo. ¿Qué sucede?
—Ni siquiera el sol es para siempre, eso pasa— suspira desganado —Dime algo. Cuando ataqué la manada del alfa Jarib, ellos dejaron su evento para después, ¿sabes para cuándo?
—Creo que lo harán en Año Nuevo.
—Ya veo.
—¿No estará planeando atacarlos de nuevo, verdad?— demasiado tuvo que lidiar con la última vez en la que, según la manada de ese alfa, Emre secuestró a las gemelas —Usted es consciente de lo importante que es llevarnos bien con todas las manadas, me lo ha enseñado desde siempre. Deberemos llegar a un acuerdo con el alfa Jarib, pero nunca acudir a un enfrentamiento.
—Tranquilo— sonríe. Le causa gracia la preocupación de su hijo —Solo estaba pensando, ¿qué opinas de que participemos?
—¿Participar…?
Ahora sí, Onil terminó de sospechar que su padre andaba raro. A Emre nunca le interesaron las costumbres religiosas, ni mucho menos los eventos de esa índole.