Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

La otra persona en mí

Capítulo 50: La otra persona en mí

Nunca había visto tantas personas en este territorio, lo interesante es lo distintos que son los lobos del alfa Jarib comparados a los de acá:

Los hombres nada más usan pantalones blancos y holgados. En el torso suelen tener muchos collares hechos de piedras y la mayoría posee enormes tatuajes en el pecho, espalda y brazos con símbolos que son indescifrables para mí.

Las mujeres, en cambio, usan vestidos igual de blancos y muy pocas los llevan con tirantes. La mayoría los tienen hasta las rodillas y me llama la atención que los tatuajes de ellas son de un color carmesí, a diferencia de los de los hombres que varían de negro a un azul muy intenso. Además, los tatuajes de las lobas están limitados a sus extremidades.

Los peinados son similares, tanto hombres como mujeres usan el cabello tejido en trenzas sueltas. Todos lo tienen superlargo, vi a más de una con el pelo hasta más abajo de la cintura.

Sobre la personalidad, todavía no he tenido el placer de verlos en acción. Ellos no han sido abiertos con los lobos de Emre, solo han hablado entre sí, y comienzo a creer que estos lobos tampoco están muy interesados en pasar el día con nosotros.

Esa cara de sospecha que tienen, no se las quita nadie.

—No entiendo qué le pasa a Emre por la cabeza— se queja la alfa por quinta vez desde que regresó de la manada de la alfa Cami.

Estuve con Rem durante las dos primeras horas en las que la suegris no estaba presente porque tenía asuntos pendientes con la manada de los papás de Secuestri.

Ella se está preparando para la ceremonia. Las lobas andan bien estresadas probándole decenas de vestidos y peinados, quieren que luzca asombrosa para su presentación.

Ariangely es la alfa anfitriona. Ella tendrá que presentarse ante los lobos y rendir «tributo» a no sé quién porque no entiendo bien de qué va el asunto. La cosa es que la suegris aceptó a regañadientes la propuesta de su esposo, dizque por verlo motivado y eso, pero a ella no le gustan estas cosas para nada.

—Alfa, no tiene que estar obligada a hacer algo que no quiere— le digo sentada en el césped. Mirando desde un árbol cómo la peinan y maquillan al mismo tiempo.

—No es tan sencillo— lanza un suspiro —Ash, hace años que no hago esto. ¿Y si no lo hago bien?

—Alfa, ¿qué dice?— cuestiona Anya. Ella le está arreglando el cabello —Podrán pasar años y sus tributos serán los mejores.

Ansío verla.

—Dígame, ¿usted desea un maquillaje tradicional?— le pregunta la loba que la está maquillando, su nombre es Sonjej. Ella es una mujer de cabello corto, lacio y castaño hasta los hombros. Posee un semblante tranquilo, con unos ojos redondos y marrones, junto a un rostro redondeado.

—Un maquillaje tradicional, eh— se lo piensa unos segundos —¿Sabes qué? Quiero que me maquilles igual a como lo hace la alfa Bismar cuando es la alfa anfitriona, con la joyería y todo. Seré una alfa tradicionalista hecha y derecha— aplaude con malicia, o al menos eso veo yo —Emre quiso meternos en este lío, y yo lo haré bien— sonríe de oreja a oreja —Lo haré a la perfección, je.

Lo que la suegris dice me parece muy bien, pero su forma de decirlo no tanto. Algo se trae.

—Alfa, mire. Este vestido se le vería muy bien— Clarissa viene hasta aquí con un vestido blanco y de volantes —Está muy bonito.

—Dije que quería un maquillaje parecido al de la alfa Bismar, pero no una ropa como la de ella. Tráiganme un vestido rojo como la sangre, mientras más rojo mejor.

Pero si ellos casi siempre usan vestidos blancos como la gente de Jarib. Ahora no quiere.

—¿Un vestido rojo, mamá?— interroga Anya con las cejas en alto —Oiga, ¿qué rayos planea?

Entonces es como pienso, ella se trae algo. Ay, Rem, conoces bien a tu mamá.

—Tranquilas, cachorras. Haré un buen tributo— contesta riéndose —A la alfa Bismar le encantará, ni hablar del alfa Jarib; los dos son una pareja de intensos.

—Entonces iré a buscar el vestido... rojo— Clarissa no se oye muy convencida.

—Por cierto, ¿han visto a Avys? Él anda raro últimamente— la chica se detuvo en cuanto escuchó a la suegris —Anya, quiero que lo busques cuando termines con mi cabello. Dile que espero su presencia.

—No quiero— abuchea inflando sus mejillas.

Y con la rapidez con la que lo dijo.

—¿Qué? ¿Y eso por qué?

—Él anda de mal humor. No deja de responder con comentarios pasivo-agresivos cada que se le habla.

¿En serio? Lo que está pasando, le afectó más de lo que creí.

—¿Cómo que anda de mal humor?— pregunta frunciendo el ceño.

—¡Uh! ¡Yo me ofrezco en ir a buscarlo cuando encuentre un vestido para usted!— Clarissa levanta la mano con un gran ánimo.

—No pierdas tu tiempo, niña— le interrumpe Anya —Mejor no le hables si no quieres que te rompa el inocente enamoramiento que siente por él.

—¿Cómo así?— duda con la ceja en alto —¡Avys no haría eso!

—Está de malas, mejor ni hablarle.

—Ya veo— de repente, la alfa posa su mirada en mí —Lúa, hazme un favor y búscalo.

—¿Eh?— Anya fue muy clara cuando dijo que estaba de malas —¿Y por qué yo?— me señalo haciendo una mueca. Soy la que menos quiere hablar con él, no se me olvida lo que dijo del tamaño de mi lengua —Con todo respeto, claro.

—No creo que te trate mal, no es que como que se tengan tanta confianza— ella no sabe nada —Con Anya se puede dar el gusto de ser condescendiente porque ambos son de la misma camada y se dan el lujo de ser horribles entre ellos.

—¡Oiga!— reclama la cuñada mayor.

—¿Me equivoco?— pregunta y ella decide no responder.

—Eso significa que yo también puedo buscarlo sin que sea pasivo-agresivo conmigo— protesta Clarissa.

—No, tú no. Si sigues detrás de él, te aseguro que seré agresiva-agresiva— advierte juiciosa —No le interesas ni le vas a interesar, ya mejor olvídalo antes de que sea peor.

—No sea cruel, alfa— le pide Sonjej.




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