Capítulo 55: Electrifica mi ser
Primera madrugada del 2023. Por lo menos no se ha acabado el mundo.
Imri acostó a Ra con un grupo de cachorros. Dijo ver adecuado que conviviera con los demás lobitos en lo que estamos aquí, por lo que ahora nos encontramos a solas dentro de una cueva en el interior de un robusto tronco.
Estoy cubierta de pies a cabeza con una manta acolchada. Lo es tanto que no he sentido frío. Me encanta lo calentita que estoy, en los brazos de mi lobo lindo.
Lástima que no puedo dormir.
—Masita— abro los ojos tras escuchar la voz de Imri. Él está acostado frente a mí, con su brazo rodeando mi cuerpo.
—Umh— gimoteo con una mueca.
—¿Tienes mucho sueño?— susurra frotando la mano en mi brazo.
—Un poco— bostezo acomodándome.
—Ah.
¿Ah?
—¿Por qué preguntas?— algo quiere.
—Quería llevarte a un lugar, pero como tienes sueño, mejor dejarlo para después.
Mi sueño no es el suficiente. No diría que tenga insomnio, pero pensar en Emre no me deja conciliar el poco sueño que tengo.
—¿Qué lugar?
Imri nunca decepciona cuando habla de llevarme a sitios.
—No puedo describírtelo, quiero que lo veas por ti misma.
Ha aumentado mi curiosidad.
—¿Me encantará?— claro que sí.
—Lo estás pensando, ¿verdad?— me encanta el sonido de su risa entre susurros. Suena tan lindo —Dime, ¿quieres darte un chapuzón?
¿Cómo así?
—¿A estas horas, Imri?— me bajó de mi nube —Son las tres de la madrugada. ¿Y si me da un ataque de hipotermia?
—El agua está caliente a estas horas. No podría estar más rica.
Pensaría que no habla en serio si no fuera por la expresión juguetona que se carga. No es usual que Imri proponga cosas locas. La idea de ir a ese sitio debe resultarle muy divertida.
—Muero de curiosidad— sonrío frotando mi nariz con la suya —No esperaba que fuéramos a nadar, pero me encanta.
—Será divertido— se sienta entusiasmado —¿Vamos?— me ofrece la mano.
Oh, sí. Será divertido, y más si hay «final feliz» de por medio. Jiji.
—¿Puedo irme así?— tengo una bata de dormir, usando solo unos pantis por debajo.
—Claro. Será mejor apresurarnos antes de que amanezca.
Imri primero salió él y luego me ayudó a salir, alzándome por mis caderas. Según me contó mientras íbamos de camino, no es frecuente que ronden lobos por ahí, por lo que estaremos completamente a solas.
Verlo tan contento de llevarme me hace sospechar de su idea de dejar a Ra en otro sitio. Puede que lo haya planeado desde antes, lo que me causa mucha gracia por las vibras de inocente que se trae.
Me estoy acostumbrando demasiado a que Imri me lleve en su espalda. A veces me siento abusiva, pero si él dice que le gusta, no debe ser tan malo. A mí también me agrada sentirlo tan cerca de mí.
Llega un punto en que nuestras respiraciones siguen el mismo ritmo.
—Im— le llamo. Mi cabeza está apoyada en su hombro —Dime algo, ¿la razón por la que siempre me llevas en tu espalda, se debe a que soy humana?
—Hmm, no lo había pensado— responde caminando.
¿En serio? Creí que era por eso.
—Las palabras de los alfas me hicieron pensar en la naturaleza de nuestra relación. Ellos ven a los humanos como estorbo, ¿verdad?
—En el tiempo que tienes conociéndonos te habrás dado cuenta de lo importante que es ser fuerte para nosotros. Un lobo que no es fuerte, no es nadie— suspira —Y mientras más fuerte es una manada, más difícil es entrar a ella sin ser juzgado por sus integrantes.
»Nosotros somos de los más fuertes, por lo que solemos ser cerrados en torno a los demás. Incluso me sorprende que el alfa le haya dado el visto bueno a Larimar.
Tal vez lo hizo porque sabe que le queda poco tiempo. O quién sabe si tenga algún otro motivo. Casi no escuché su perspectiva porque la suegris como la buena dominante que es, se tomó la demanda.
Creo que a ella, más que no agradarle las palabras de Fei, tampoco le agradó él.
—Ustedes los lobos tienen un sistema bastante peculiar.
Él se ha criado bajo las ideas de sus papás, y no parece que le moleste, ni que piense lo opuesto. Mejor ni le comento que opino lo mismo que Fei.
Ahora estamos en otra cosa.
—Te llevo en mi espalda porque me gusta tenerte cerca. Siento que llevarte de la mano no es suficiente para mí— oww —Además, eres tan frágil y citadina que me da miedo que te lastimes. Va y tropiezas, caes y te provocas un traumatismo craneoencefálico.
Muy lindo y todo, ¿pero cómo que frágil? O sea, admito que me da un poquito de miedo el bosque, pero tampoco es para tanto.
—¿Traumatismo craneoencefálico?— ¿qué clase de libros está leyendo?
—Sí, como el que se hizo Samara.
—¿Samara?
—¿No recuerdas? Es el nombre de la protagonista de la novela que leo.
Ooh, cierto.
»¿Cómo no te vas a acordar de su nombre? No me estás prestando atención, Lúa.
¡¿Qué?!
—¡Claro que te presto atención!— más de lo que quisiera.
—¿Ah, sí? ¿Cómo se llaman los hijos del prota?
¿Tenía hijos?
—Eh... ¡Ay, Imri!
—¿Ves? Y yo hasta me sé los nombres de los dragones de la serie esa que ves— suena la nariz en busca de dramatizar aún más la situación —No me prestas atención.
—¡No digas eso!— lo abrazo bien fuerte —Solo se me olvidó.
—Pero si yo a cada rato estoy hablando de Samara.
—Claro que no— abucheo a regañadientes —Además, siempre te refieres a ella como «la prota», ¿cómo iba a saber que se llamaba Samara?
—Ahora estoy molesto.
—¿Ah, sí? ¿Molesto con tu masita?
—Ujum. En compensación, tendrás que darme muchos besos por todo lo que queda de camino.
—¡Noo! ¡Que castigo ni más grande!— clamo dándole una avalancha de besos, aunque es complicado por la posición en la que estoy —¡Eres muy cruel!
—Si alguien te escucha— ríe a carcajadas —Imagina lo que pensaría.
—Si alguien viene, diré que me estás secuestrando.