Capítulo 56: Lo que susurran los sueños
Se suponía que el tío de Imri y hermano de Emre llegaría en tres días, según las palabras del papá de Secuestri. Mínimo desarrollaron alas o no sé qué demonios, pero aquí está.
La cara de Fabio me bastó para suponer lo mala que es la llegada de aquel personaje. Por el modo en que tanto el suegris como el alfa Edry hablaban de él, se nota que es alguien problemático.
—Im— le topo el brazo. Opté por vestirme antes de llamarlo, me puse una blusa y unos pantalones cortos. Tenía el presentimiento de que de no estar vestida, Imri no me llevaría con él debido a la rapidez del asunto —Imri, es urgente— insisto moviéndolo.
—Umh, ¿qué pasa?— susurra dándome la espalda aún con los ojos cerrados.
—Amor, tienes que levantarte. Algo pasó— mírenlo, el que tiene problemas para relajarse, bien rendido por el par de rondas de anoche —Es tu tío, está aquí.
—¿Qué?— abre los ojos de golpe —¿De qué tío hablas?— imagino que lo sabe, pero de todos modos quiere que le confirme —¿Amrajeth?— asiento con la cabeza —¿Pero cómo lo sabes?— lo que supuse. Imri se levantó de inmediato, poniéndose los pantalones y la camiseta.
—Fabio vino hace unos minutos. Dijo que los alfas lo esperarían en la entrada de la manada. Todos deben estar allá.
—Ay, en serio espero que no haya problemas— suspira.
—¿Tan malo es?
—No lo describiría así. Amrajeth es genial cuando está de buenas; es el mejor tío que puedes tener— no me lo esperaba —El punto es cuando se enoja y quiere destrozar todo. No se tranquiliza fácilmente.
Hay algo que no comprendo.
—Imri, cada que mencionan a tu tío se refieren a él con dos nombres diferentes. ¿Es Amrajeth o Aremjeth? Porque me estoy perdiendo.
—Te explico en el camino— se pone de cuclillas para que yo me suba en su espalda.
Una buena parte de los lobos se fueron con los alfas, mientras que la otra mitad no dejaba de murmurar en el centro. Nosotros cruzamos por ahí antes de llegar a la cueva que separa la entrada principal de la manada con el resto del territorio. En lo que íbamos de camino, Imri me contó la peculiaridad de los dos nombres de su tío:
Al parecer, su nombre original, y obviamente verdadero, es Aremjeth. Sin embargo, como el nombre les parecía difícil de pronunciar, le pusieron el apodo de Amrajeth. El «Amra» evidentemente es por su hermano mayor; Emre.
Es como cuando a la hermana de Pato le digo «mini Pati» para molestarla. Así pasó con el tío.
Ahora bien, ¿qué por qué le pusieron ese nombre si al final terminarían llamándolo de otra manera? No lo sé. Cosas raras de lobos.
—Alfa— Imri frenó en el interior de la cueva que da a la cascada. Aquí está la suegris caminando de un lado a otro con los brazos cruzados, mientras la acompañan los mismos lobos de siempre: el par de cuñados mayores, Arissa y unos cuantos lobos más.
—Buena suerte intentando sacarla de su mente— responde Anya, en lo que yo me bajo de Imri.
La suegris luce enojada.
—No falta mucho para que Amrajeth llegue. ¿Qué piensa hacer?— le pregunta Avys —Alfa, no tiene que recibirlo si no quiere. Simplemente ignórelo.
¿Pero qué pasa?
—Tsh, no le daré el gusto— rechista con el ceño fruncido.
—Oh, claro, a su hijo favorito sí le habla— comenta Anya con los ojos achicados.
—Tú no empieces— le responde a su hija. Ambas se miran a los ojos, pero el gesto de la alfa es mucho más firme, haciéndola desviar el rostro a un lado.
—Eh, Lúa y yo nos adelantaremos— interrumpe Imri volviéndose a poner de cuclillas —Quiero estar presente para cuando Amrajeth llegue.
—Ni se te ocurra dirigirle la palabra— le ordena Ariangely —Esto es para todos
De nuevo, pregunto: ¿qué demonios pasa?
—Im, ¿por qué la suegris está tan molesta?— le pregunto en voz baja. Me volví a subir en su espalda. Nos dirigimos al borde de la cueva; justo enfrente de nosotros está cayendo el agua de la cascada, emitiendo un fuerte sonido —¿Por qué odia a tu tío?
—Nunca se han caído bien. Desconozco la razón.
Espero que sea algo normal, porque con estos lobos nunca se sabe.
Imri tomó impulso y de un salto cayó a una de las rocas más grandes del río. Nunca dejaré de temer por mi vida cuando hace esto. A la vista de varios lobos, él salta de roca en roca hasta llegar a la orilla.
Emre se ubica en el centro de la multitud. Él está sentado en el suelo con el brazo apoyado en su rodilla y una cara seria. Entre los presentes, a los primeros que distingo son a Fabio, Rem, Onil; que como era obvio no se quedaría, Marina, entre otros.
Aparentemente, el alfa luce en buen estado.
—¿Qué tanto hacías, Imri?— cuestiona Fabio —¿Sabes qué hora es?
Ahora mismo, las once de la mañana. ¿Pero cuál es el problema? El tío no ha llegado.
—Ya estoy aquí, es lo importante— se encoge de hombros, mirando a su papá de reojo —¿El alfa no ha dicho nada?
—No es como si hablara demasiado.
—Bueno, entonces a esperar— bosteza rodeándome los hombros con el brazo —Dime, ¿tienes hambre?— me pregunta.
—No mucha— sonrío abrazándolo. No puedo concentrarme, recuerdo lo de anoche y mi corazón acelera como si fuera adolescente —Fabio, ¿dónde dejaste a las gemelas?
—Se fueron anoche con su mamá. Y hablando de eso...— mira a la dirección de Rem —¡Oye, ven aquí!— le hace señas para que venga, lo que el chico hace con extrañeza —Me pasaron un par de quejas de ti.
—No sé de qué hablas— protesta haciendo una mueca —¡Buenos días, hermana! ¿Cómo estás?— me da una palmadita en el hombro.
—Mocoso, no me ignores— se lleva las manos a la cintura —Como sigas haciendo lo que haces, juro que la próxima vez no hablaré contigo sino con el alfa. ¿Eso quieres?
—Ya te dije que no sé de qué me estás hablando. Yo no he hecho nada, he estado tranquilo. ¿Verdad, hermana?
Bueno, además de retar a su hermano mayor, puedo decir que sí dentro de lo que sé.