Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

Lágrimas mayores a las palabras

Capítulo 60: Lágrimas mayores a las palabras

Han pasado tres horas y Emre no ha despertado.

En medio de los gritos, varios lobos, incluyendo a Imri, cargaron al alfa con cuidado. Ellos se lo llevaron a una cueva, en donde ha estado reposando desde entonces.

Me duele ser la única persona enterada de su estado, mientras que todos se preguntan qué pasó. No debí insistir en saber la verdad, ¿cuál es la diferencia? Mi corazón arde al ser una espectadora, y la peor parte es el dilema que siento sobre continuar con mi promesa o no.

En estos momentos, Elaine se encuentra chequeando a Emre. Yo entré a la cueva y no me he parado desde que lo trajeron; no lo haré. Logré escabullirme antes de que prohibieran el paso, por lo que mi presencia les fue indiferente.

M-Me siento culpable por ocultar el secreto, tal vez si todos hubieran sabido de su enfermedad, habrían impedido que se sobrelimitara.

Lo más horrible es que aun viéndolo hacerlo, no hice nada para impedirlo. ¡Soy completamente inútil! ¿Y si es el fin? ¡¿Qué haré contra todos estos sentimientos que atormentan mi corazón?!

Es evidente que está mal. Él acogió su forma original segundos después de caer. ¿Y si se queda así para siempre?

—¿Me dice que el alfa se puso así de la nada?— le pregunta Elaine a la alfa. Por la cara que tiene, no creo que sepa lo que está pasando.

—Umh— asiente de rodillas. Ella se encuentra al lado de Emre —¿Puedes hacer algo? ¿Ya sabes lo que tiene?

—Le suministré algo para calmar la rapidez de sus latidos. Sin embargo, confieso que no había visto algo parecido. Sus signos son inusuales para mí.

Ellos le tienen tanto miedo al mal del lobo, que optan por no hablar de dicha enfermedad. Ese detalle ha dado como resultado que no sepan reconocerla cuando la tienen delante.

Incluso Onil, que fue el que me explicó en qué consistía, se notaba inseguro al hablar de ella. Sin mencionar que es una enfermedad infrecuente.

»Sus pupilas están ocultas— señala abriéndole un ojo, para luego hacer lo mismo con el otro —No parece reaccionar ante estímulos, es como si su mente estuviera en otro sitio. Habrá que llevarlo a mi consultorio, temo que su estado avance y deje de respirar.

—¿Cómo así? ¡¿Por qué tendría que dejar de respirar?!— grita abrazándolo —Emre, por favor despierta. Perdóname. Perdón por todo; despierta por favor— dice entre lágrimas.

—Alfa, dé su permiso para llevármelo. Debo hacerle estudios y comunicarme con los veterinarios de mi padre. Ellos son más experimentados, por lo que puede que sepan lo que está pasando.

—Los otros alfas no pueden saber de esto— susurra —El mismo Emre lo hubiera desaprobado.

—Pero...

—Te la pasas todo el tiempo en la ciudad, ¿no es así? Se suponía que eras una buena veterinaria. ¡¿Por qué demonios no sabes lo que tiene?!

—Alfa, Elaine está haciendo su mayor esfuerzo— digo con las cejas bajas —Hay cosas que no se pueden ver a simple vista.

—¡¿Entonces de qué sirve estudiar tanto?!— grita a lloros. Ella abraza a Emre en todo momento —¡Emre, por favor despierta! Ya basta, por favor.

—Iré a ver si Onil logra convencerla— me susurra Elaine —Quédate al pendiente de algún cambio. En su estado, ella no será capaz de notar nada.

Solo quedamos Ariangely y yo delante del alfa. ¿Debería aprovechar y contarle la verdad? Debe haber algo que puedan hacer si conocen lo que le sucede. Aunque, estaría traicionando mi palabra.

¿Vale más mi palabra que la vida de alguien a quien aprecio?

—Emre...— continúa llorando. Ella ahora mismo es un mar de lágrimas.

—Alfa...— espero que me perdone. Esta fue mi primera orden, y justo es la primera que desobedeceré.

—Emre, perdóname— Ariangely acaricia su pelaje —T-Todo es mi culpa. Por mi culpa estás así.

—No digas eso— no me di cuenta de cuándo Aremjeth llegó. Él, que estaba de pie en la entrada, se puso de cuclillas al lado de Ariangely.

Con la llegada del tío, he decidido aguantarme por ahora. Nadie más que Ariangely y sus lobos deben conocer el secreto del alfa.

»No hiciste nada más de lo que una madre haría. Sé que Emre entiende tu postura— echa un suspiro —¿Qué te dijo la veterinaria?

—No es como que te importe— frunce el ceño —No finjas que valoras la salud de tu hermano.

—Cuando muere un gran número de personas a tu alrededor, empiezas a valorar a quienes no lo hacen. No quieras comprender lo que siento por Emre.

No se ve que mienta.

—Emre permanece inconsciente. Elaine no sabe lo que le pasa. Dice querer llevárselo a la ciudad y poner al alfa Edry al tanto para que nos facilite a sus doctores.

—¿Vas a permitir que los demás alfas sepan de su vulnerabilidad?

—La vida del alfa está primero— intervengo. No puedo permitir que este venga a meterle ideas erróneas —El alfa Emre y Edry son muy amigos, no creo que a él le interese ocasionarle daño.

Él es la única persona fuera de aquí con la que he visto a Emre conversando con tanta naturalidad.




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