Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

Dame tu palabra

Capítulo 62: Dame tu palabra

«Ofréceme tu corazón, y yo te brindaré mi confianza. Dame tu palabra, y yo te creeré firmemente. Te doy mi vida, a cambio de que seas honesto».

Imri.

Siento que la vida ha sido injusta en varios sentidos. Se me da una cosa, pero el costo a pagar es mucho más grande. Es como si fuera incapaz de ser completamente feliz.

¿Por eso decidió romper aquel muro de hielo que nos separaba? ¿Porque sabe que no le queda tiempo?

¿Y si esa fue la razón por la que me pidió perdón y no porque lo sintiera realmente?

No puedo con las docenas de pensamientos que atormentan mi mente.

Me quedaría aquí para siempre si eso significa que el tiempo vaya más lento.

—Oye, ¿tú también lo sabías?— susurro.

Me encuentro debajo del roble. Mi espalda reposa en aquel árbol tan importante para mí. El otoño lo despojó de todas sus hojas, pero sigue siendo hermoso.

»Debiste aparecerte en mis sueños y decírmelo— susurro poniéndome de pie. Froto la mano contra la talladura de su superficie:

EVxIM

»Aunque pensándolo bien, me hubiera muerto del susto— digo recogiendo las hojas marchitas a su alrededor. Tenía tanto tiempo que no venía que el lugar se llenó de basura —Lo admito, me dan miedo los fantasmas. Haces bien en no aparecerte, aunque no me hubiese quejado si lo hubieras hecho para advertirme.

»Yo... no quiero que mi papá esté enfermo— me coloco de cuclillas frente al árbol —Ya cuando creí que las cosas irían bien...— los ojos se me llenaron de lágrimas.

Rápidamente, me sequé el rostro en cuanto sentí la presencia de alguien más. Fabio caminó hasta acá, él lleva mi ropa en sus manos.

—Sabía que estarías aquí— me lanza las prendas —No es seguro que andes desnudo. Suficientes problemas tenemos como para que te enfermes.

—¿Dónde la conseguiste?— cuestiono poniéndome los pantalones —¿Lúa te la dio?

—Hmm. Tú también luces mal— hace una mueca —No te preguntaré sobre lo que pasa entre ustedes, eso no me concierne. Solo quiero que me digas lo que sabes del alfa. Siento que Lúa escuchó algo y te lo dijo. Es mi derecho saberlo.

Es el derecho de todos.

Si es cierto que el alfa le pidió a Lúa que le guardara el secreto, no es seguro que alguien más lo sepa. Yo, de mi parte, planeo fingir desconocimiento. Él no tiene por qué saber que ella faltó a su promesa.

—Descuida, lo sabrás pronto— echo un suspiro —Gracias por la ropa, ahora vete. Quiero estar solo.

—Aun después de muerta, Eveling tiene que escuchar tus lloriqueos— si él supiera, también estaría «lloriqueando» —Ya está bueno, déjala descansar y mejor ve con tu mujer que sigue viva. Pasó algo grave.

Si fuera tan grave no estaría así de tranquilo.

—No quiero saber nada— rechisto escalando hasta la rama más alta. Espero que sea suficiente para alejarlo —Si lo que te preocupa es que me quede aquí, no pasará. Necesito un tiempo a solas.

—Dices eso cuando ya estoy preocupado— hace una mueca de desagrado —Imri, conozco cada una de tus reacciones ante situaciones malas. ¡Bájate de ahí y dame respuesta! ¡¿Qué está pasando?!

Decido guardar silencio. Mi vista está pegada en el cielo. No veo la más mínima estrella.

»Y ahora ignorarme— espeta molesto —¡Si no me lo dices tú, obligaré a Lúa a que me lo cuente! ¡Me convertiré en el Fabio malvado!

Lo que me faltaba.

—No serías capaz— me encojo de hombros. Ellos dos son los únicos que no se dan cuenta de su amistad. Rara, sí, pero así son las cosas —Déjala en paz.

—¿Y quién impedirlo? No creo que puedas desde allá arriba.

—Me estás chantajeando— lo miro desde las alturas. La expresión que cargo lo dice todo, quiero matarlo —¡Estaba bien antes de que llegaras! ¡¿Por qué se te hace difícil dar media vuelta y marcharte?!

—¡Porque no entiendo nada!— se echa el cabello para atrás —Eso es lo más horrible de todo, porque sé que estás mal, pero no comprendo por qué.

»E-El alfa se desmayó hace rato, había sangre por todos lados y de repente tanto Lúa como tú andan extraños. ¡Tengo el presentimiento de que algo muy malo va a pasar!

—¿Lo viste?— pregunto con el mentón tenso.

—Sabes que ya no puedo ver nada— se estruja la nariz con el brazo —Imri, está bien si no quieres contarme por ahora, pero ya baja y regresa conmigo. ¿Sí?

—La cosa es que...— no sé cómo decirlo sin que suene horrible.

Tras respirar profundo, aterrizo frente a Fabio. Sé que mis palabras traerán más preguntas que respuestas, pero en serio no quiero volver, al menos no por ahora.

»Yo...— bajo el volumen de mi voz —No quiero hablar con Lúa.

—¿Qué?

Me hizo decirlo.

—Ump— le doy la espalda. Sonó más horrible de lo que pensé.

—Oye, está bien si están enojados, ¿pero cómo es eso de que no le quieres hablar a tu mujer?— pregunta extrañado —¿Acaso le quieres hacer el hielo o qué? Porque bastante sufriste cuando el alfa te lo hizo.

—Te estás yendo por los extremos. Jamás le haría a alguien lo que él me hizo— sentencio con las cejas bajas —Tampoco es que la ignore, solo no quiero hablar con ella por el momento.

—Pues deberías decírselo.

—¿Decírselo?— estaría haciendo lo que no quiero hacer, pero claro, Fabio no me entiende.

—Es lo que haría alguien que no le está haciendo el hielo a otra persona— se encoge de hombros —Piénsalo, tiene sentido por más que te hagas el que no.

—Hmm.

No le estoy haciendo «el hielo», solo que me encuentro en una posición en la que no quiero hablar de mis sentimientos ni de nada por el estilo. Además, me siento traicionado por ella. Primero me ocultó lo de Avys, quise ignorarlo, pero ahora es distinto. Sabrá Dios cuántas cosas ella me ha ocultado hasta ahora y que todavía no sé.

Jamás la había delatado si me lo hubiera dicho. Incluso ahora que estoy molesto no se me ocurre ir con el alfa y reclamarle por no decirnos, todo porque no deseo meterla en problemas.




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