Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

Ni dama ni rey

Capítulo 63: Ni dama ni rey

Si me hubiera imaginado que Imri y yo terminaríamos así, jamás le hubiera dicho «te amo». Y es que, tengo muchas razones para asegurar que esa frase da mala suerte.

Estábamos bien, y ahora ya no. Me pidió tiempo, cuando estoy casi segura de que quiere algo más.

Ahora me doy cuenta de lo poco que sabe equilibrar sus sentimientos. Como está triste por lo de Emre, y al mismo tiempo indignado por lo que hice, decidió no cargar con ambas cosas y prestarle toda su energía a lo más importante para él.

Porque claro, no puede tenerme entre sus prioridades. Le fue fácil mandarme al diablo. ¿Quiere tiempo? Se lo voy a dar. Temo por la decisión que tome, pero no hay nada que pueda hacer.

Nunca creí que Imri me provocaría una tristeza así. ¿Cómo pudo pedirme tiempo cuando no hace nada le grité que lo amaba?

Entiendo que esté molesto, ¡¿pero qué quería que hiciera si, desde que lo conozco, él y todos los lobos no habían dejado de resaltar lo importante que era obedecer las órdenes del alfa?! Pero claro, las reglas solo aplican para los lobos y yo solo soy Lúa; la humana.

Basándome en eso, supuse que lo dictaminado por la alfa no tendría que ver conmigo. Y así fue, lástima que estoy con Fei.

—Qué manera tan rara de expresar felicidad— comenta manejando.

Me ubico en el asiento de copiloto. Mi equipaje se encuentra en una esquina, y yo me he estado aguantando las ganas de llorar. La actitud de Imri sumada a que tuve que dejar a mi bebé no me está haciendo bien.

—¿De qué hablas?— pregunto en voz baja.

—Es que tienes los ojos llenos de lágrimas. Anteriormente, me habías dicho que él te hacía derramar lágrimas de felicidad.

Es un maldito. Se está burlando de mí.

—Detén el auto— no estoy por aguantar nada de nadie, por algo me fui.

—¿Qué?— levanta las cejas.

—Detén el auto en este mismo instante— me agarró en un mal momento.

—Debes estar bromeando.

—¡Hazlo ya!

Para que me tome en serio, jalo la manilla una y otra vez. Esto sin importarme que se termine rompiendo. Fei, porque ama más a su auto que a él mismo, termina cediendo; estacionándolo en una esquina de la carretera.

—¡Lúa!— me llama mientras saco mis cosas y emprendo camino. Prefiero llegar a mi casa caminando que lidiando con un maldito cínico como él —¡Oye!— me jala del brazo buscando detenerme —¡¿Te has vuelto loca?!

—¡Sí!— grito con los ojos llenos de lágrimas —¡He estado lidiando con muchas cosas en los últimos días! ¡Todavía sigo haciéndolo!— lo único que quiero es regresar a casa y tirarme en la cama para no salir de ella —¡No estoy de humor como para aguantar tus comentarios sarcásticos!

—Umm— desvía la mirada —Está bien, disculpa— echa un suspiro —Ahora regresa al auto. No puedo permitir que andes sola, va y te pasa algo y luego ya no sé qué hacer.

Se salva porque mi enojo no va dirigido a él.

Echando un suspiro, le paso el equipaje y retorno al vehículo. Necesito la cama urgente, tal vez un tarro de helado de chocolate. En este momento, Marien me llega a la mente, pero no quiero decirle que pelee con Imri y que él prácticamente terminó conmigo.

Porque eso fue lo que hizo. ¿Me pide tiempo justo después de que la alfa les prohibiera la salida? Me iba a ir del bosque tarde o temprano; mi vida entera está en la ciudad, por lo que si no puedo llegar a él y ni él a mí, será básicamente una separación.

¿Qué no lo sabía? Por favor. Solo son excusas. Además de evasor, es un cobarde mentiroso. ¿Me va a decir a mí que nadie se lo dijo? ¿Después del alboroto que hay en el bosque? ¡Que no me haga reír!

Reír para no llorar.

—Ese Avys es un tremendo, eh— comenta Fei luego de varios minutos —Creí que dramas como esos solo ocurrían en manadas grandes, pero incluso una manada menor tiene sus problemas. ¿Cómo se atreve a traicionar a su alfa? Hacía eso en mi manada y no vivía para contarlo.

—Fei, no quiero hablar de lobos ni mucho menos de manadas— suspiro. Ahora mismo, de los únicos lobos que quiero saber es de Emre y mi bebé —Estoy hasta aquí de los temas de lobos— me señalo las cejas —Solo quiero cerrar los ojos y dormirme.

—Nada te lo impide— se encoge de hombros.

—No es lo mismo— suspiro apoyando la cabeza en la puerta.

—Bueno, ya que no quieres, quiero que me contestes una pregunta— toca el mango del volante de manera rítmica —¿Qué tanto combinamos Larimar y yo como pareja? ¿Somos shippeables?

¿Qué?

Primero, me vine a enterar de lo suyo de la nada. Un día como cualquier otro me enteré de que estaban saliendo y acá estamos. Segundo, ¿y yo qué sé? Ya es bastante incómodo que la otra mamá de mi hijo esté con mi ex.

—Ay, Fei. ¿Para qué preguntas eso?— no quería hablar de lobos, pero tampoco de esto. ¡Mi vida amorosa anda bastante mal como para andar pensando en la vida de otro! —¿Y a ti en qué te importa mi opinión?

—Larimar es bonita. Me divierto con ella, pero admito que siento que falta algo. No sé, es raro.

—No le hagas perder el tiempo.

—Y otra vez sales con lo mismo— rechista —Ya te dije que lo nuestro es serio. No ando jugando con nadie. He madurado.

—¿Entonces?— cruzo los brazos —No estarías diciendo que falta algo si lo de ustedes fuera serio.

—Umm— lo piensa por unos segundos —¿Sabes? Fue raro enterarme de que iba a ser padre el mismo día en que ya no. Creo que fue raro para ambos.

Que no me diga que por eso están juntos.

—¿Y cómo te sientes?

Él suele ser tan Fei que a veces se me olvida que también tiene sentimientos.

—No tengo la respuesta— echa un suspiro —Si las cosas hubieran terminado de una manera diferente, en unos cuantos meses me habría convertido en padre. Era mucha responsabilidad, pero a la vez sonaba bien.

—Eres amoroso con los niños. Si te esfuerzas, podrás ser un buen padre.

—¿Eso piensas?

—Umh— asiento con la cabeza —Ra te aprecia. Así como lo ves, el niño puede ser bastante distante con quien no le agrada— sonrío un poco, colocando la mano en su hombro —Si tienes dudas, solo sigue lo que dicte tu corazón… y cerebro.




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