Capítulo 66: Mañana, y donde vayas; contigo
—¡Lúa!
Pato, desde que escuchó el sonido de mi celular romperse, salió de la cocina enseguida, dejando los platos sobre la mesa.
»¿Q-Qué pasa?— cuestiona recogiéndolo del suelo. Yo, en cambio, estoy en la silla con un gran número de pensamientos negativos en la cabeza.
Tengo que tranquilizarme, respirar profundo y controlarme. ¡Si no lo hago, soy capaz de cometer una locura!
—Muchas cosas están ocurriendo, eso pasa— le tomo el celular de las manos.
La pantalla quedó echa pedazos. Le toco un extremo, cuando se congela y me manda a otro sitio. No responde.
»Maldita sea— después de tremendo golpe, era de suponer que se trabe —Pato, necesito tu celular.
—¿Me puedes explicar qué sucede?— pregunta pasándomelo —No me digas que discutieron de nuevo. ¿No se suponía que estabas reconsiderando hacer las paces? ¡¿Qué pasó?!
—No tiene que ver con Imri. Bueno, sí, pero no— marco el número del único que podría ayudarme, no me importa que sea a las malas.
Hmp, lo tiene agregado. Entre los contactos, me apareció el nombre de Fei después de escribir el número.
—Oye, ¿por qué quieres llamar a Fei?— me sacude los hombros —¡Lúa, necesito contexto!
—Tengo que ir al bosque, pero no puedo hacerlo sola después de algo que sucedió— detesto que mis decisiones dependan de las ganas de alguien más. Menos de una persona que nunca hace nada por mí —Debo ir de inmediato.
—Pero Fei está en Santo Domingo.
¿Y eso cómo lo sabe?
—No sabía que ustedes dos habían recuperado el contacto.
Primero me sorprende que lo tenga agregado, y ahora también sabe dónde está.
—¿Qué? ¡No!— niega rápido con la cabeza, quitándome el celular de las manos —Sí, admito que le devolví el «follow» en insta, pero eso no significa que hablemos— entra a la aplicación y pulsa el perfil de Fei, donde subió varias stories —Mira, esta la subió hace un par de horas.
El hombre subió un video en donde se muestra bastante divertido con un grupo de amigos, mientras almuerzan en uno de esos restaurantes «cariñosos» de la zona colonial; un sitio bastante histórico, y al mismo tiempo bien turístico. En el video, algo en específico llama mi atención:
—¿Y esa quién es?— hay una rubia que no le quita los brazos de encima. Ella se aprecia muy cercana con todos, pero más con Fei en especial.
—Ha de ser algún ligue, supongo. También me sorprendió.
—¿Ligue?— levanto las cejas. Pero si hace días me estuvo consultando sobre su relación —Que ligue ni que nada. Fei tiene novia, o lo que sea que sean ellos.
—¿Cómo?— se lleva la mano a la boca.
—Y peor, es una loba.
Larimar le aplastará la cabeza si se entera de que anda de permisivo con sus amiguitas, y no precisamente la de arriba.
Pienso que lo suyo se trata de permisos, porque hasta donde sé y no tengo idea de si cambió, Fei podrá ser lo que quiera, pero nunca un perro infiel.
—¿Vas a llamarlo de todos modos?— me pregunta Pato al verme marcar su número después de que le tomara el celular de nuevo.
—Él podrá estar en el mismo Haití, y tendrá que venir— no tengo tiempo para moralidades, planeo usar lo que tenga en manos
¿Soy mala? Lo siento. Las cosas salen como quiero cuando lo soy.
—¡Hey, Pato!— saluda enérgico. Escucho voces de fondo —¿Todo bien? Es raro que me llames.
—Hola, Fei. ¿Sigues en la capital?— mi tono macabro me delata —Debes estar divirtiéndote.
—Umm...— se queda callado por unos segundos —¿En serio le cogiste el celular a mi mejor amiga Pato?— la chica rueda los ojos al escucharlo —No te recordaba tan acosadora. Creí que sabías lo que significaba ser bloqueada.
¿Cómo que me bloqueó?
¡Él pudo hacerlo de sus contactos, pero ya quisiera yo hacerlo de mi vida! Fei nunca me dejará en paz, es hora de que yo tampoco lo haga.
—Quiero que vengas y me lleves al bosque. Algo grave sucedió y necesito estar allá.
—Ya te dije que no puedo. Ni siquiera ando en la ciudad.
—Sí, sé muy bien dónde andas y con quienes.
—Con unos amigos, ¿por?
—Y veo que te llevas muy bien con ellos, específicamente con la linda rubia a la que Larimar no dudaría un solo segundo en destrozar. Eso, después de que te asesine.
—¿Disculpa?— se puso serio. Ya no me habla con condescendencia.
—Larimar una vez amenazó con aplastarme la cabeza, y lo hubiera hecho de no ser por Imri. ¿Qué te espera a ti? ¿Eh, César?
—No me jodas, Estrella.
Y ahora me llama por mi apellido.
—¡Oh, oh! ¿Qué tal si lo hacemos más divertido? ¡Hay un lobo feroz que quiere conocer a la pareja de su cachorra adorada! Te daré una pista, ¡él siente bastante desagrado por los humanos!
—¿Cómo te atreves a extorsionarme?
—Ahora mismo no tengo de otra. Haz lo que te pido si no quieres que mi desesperación me domine.
—Ninguno de tus intentos de extorsión servirán conmigo. Primero, recuerda que soy un lobato, por lo que atacarme sería una ofensa directa hacia mi alfa.
»Además, entre hacerte caso a ti, que eres una ladrona de hijos; a mí, que soy un pobre e inocente hombre, ¿con quién Larimar se decantaría más?
Hizo un tremendo discurso solo para no hacerme un favor. Me ha dejado sin palabras.
—Así me pagas después de todo lo que he hecho por ti— es definitivo, ya estoy harta de él —¿Sabes qué? Espero que me hayas bloqueado para siempre, porque no quiero saber nada de ti. ¡Somos desconocidos a partir de ahora!
Como bien dicen por ahí: no recuerdo, pero tampoco olvido. Él nunca ha tenido la intención de ayudarme. Lo recuerdo muy bien; hace meses, ni siquiera se molestó en cantar en el cumpleaños de Ra.
No soy rencorosa, pero esas son cosas que uno toma en cuenta.
»Es un ingrato— rechisto después de colgarle y devolverle el celular a Pato.
Todo se pondrá mal si decido acudir al bosque por mi cuenta. Se supone que ya aprendí la lección, el que vaya les dará razones para juzgarme.