Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

Extra 66.5

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Extra 66.5

«Me tienes muy desilusionada, Imri. Tal vez si sea bueno que nos tomemos un tiempo».

Sus palabras me cayeron como un balde de agua fría.

Lúa es directa. Ella no suele andar con rodeos a la hora de expresar lo que siente, y en esta ocasión, me ha revelado lo desilusionada que la tengo.

¿Cómo reaccionar cuando la persona que amas te dice una cosa como esa? Ella piensa que no me importa, ¿cómo puede hacerlo? La amo y haría lo que sea con tal de que sea feliz. ¿No se lo he dicho lo suficiente?

Claro. Ahí está el problema: se lo he dicho muchas veces, más no se lo he demostrado.

¿Hablaba en serio? Se escuchó bastante seria cuando mencionó lo de darnos un tiempo. Inclusive estaba renuente en verme. Si no fuera porque le insistí, ni siquiera hubiésemos charlado.

Todo es mi culpa. Lo último que hice fue la gota que derramó el vaso. Y ahora, Lúa...

—No...— se me corta la respiración de tan solo pensarlo.

Lúa es mi familia; nosotros tres lo somos. Imaginar un futuro en que todo se eche a perder es inconcebible. Una vez tuve que escoger entre ella y el bosque y terminé tomando ambas. Actualmente, no puedo hacer lo mismo.

Recuerdo que cuando enlisté los pros y contras de quedarme con ella, el número de desventajas era mayor. Ahora bien, esa vez no fui objetivo debido a las inseguridades que me daba el hecho de abandonar mi manada por segunda vez.

Dejé de lado un elemento importante, y es que me siento completo cuando estoy Lúa. No sé cómo lo hace para que toda mi tristeza desaparezca en el primer segundo que escucho su voz. Mi corazón no le pertenece; ella lo es.

Y yo debo regresar con mi corazón, aun si debo hacer lo que tenía que haber hecho desde hace mucho. No sacrificaré a mi familia solo por obedecer los caprichos de mi madre. Me he comportado como un idiota; debo repararlo.

—¡Papa!

Lo estuve pensando por unos largos minutos. Mi mente estaba en otro sitio hasta que Ra se me acercó con un empaque de gomitas en manos. El niño se encuentra mucho mejor y gracias al cielo. Me preocupaba que su resfriado evolucionara a algo más.

—¿De dónde sacaste eso?— no recordaba habérselo dado —Dime, ¿cómo está mi campeón?

—¡Bien!— respondió comiendo. Aunque tosió después de eso.

—El bosque anda aburrido. ¿Qué tal si regresamos con mami?— me puse de cuclillas frente a él —¿Volvemos a casa?

—¡Chí, papi! ¡Mi mami!— dio varios brincos de alegría —¡Mi mami La!

Mamá desafió la autoridad del alfa con tal de que Avys no pasara a ser un lobo sin manada. Era de esperar que su reacción sería negativa al ver que su otro hijo deseaba irse por segunda ocasión.

Lamentablemente, así como los pájaros vuelan del nido, yo también tenía que hacerlo en algún momento si quería que mi relación con una humana funcione. Lúa tenía razón en algo, y es que era necesario que yo también me adapte.

Con eso en mente, cargué a Ra en mis hombros y me dirigí al centro de la manada con una sola cuestión en la cabeza: recoger mis cosas y dar el paso que cambiaría todo.

Así como yo, Ra es un lobo. Él también pertenece a esta manada, por lo que en teoría debe obedecer las reglas establecidas por los alfas. No era correcto que me lo quisiera llevar conmigo, pero prometí que jamás me separaría de él y esa es una promesa que nunca voy a romper.

Para muchos, soy egoísta. Pero él es mi hijo. Debe estar conmigo.

—Imri, ¿a dónde vas con todas esas cosas?— me preguntó Samuel. Mi actitud llamó la atención de algunos.

—Me voy— no dudé en responder.

No estaba actuando a escondidas. Mi decisión era una y no la cambiaría.

—¿Qué? ¿A dónde?— me agarró del brazo. Le preocupaba que estuviera a punto de tomar una decisión precipitada. Lo que no sabe es lo mucho que lo pensé.

Allá afuera no existen las manadas. Solo las familias a las que no es necesario obedecer en todo.

—Ra y yo tenemos un hogar. Debemos regresar.

—¡Adio'!— el pequeño extendió las manos.

Sí, adiós.

—¡Oye...!

No tenía tiempo para detenerme en hablar.

No he sabido nada de papá. Él no se había dejado ver, lo que provocaba que el desenfrenado poder de la alfa creciera al no haber un equilibrio con el alfa.

Mamá siempre actúa con frialdad. Papá también. No obstante, ella suele ver mucho más allá que él y no tiene reparos en afectar a la mayoría con tal de que nada interceda en la visión que tiene de las cosas. Lo peor es que no sería tan malo si no fuera, aunque sea, la mitad de controladora que es.

Por eso, no me sorprendió lo que pasó a continuación.

—¿Qué crees que haces?— uno de los que estaban a cargo de que se cumpliera la orden de la alfa, se me acercó junto a otros lobos.

Él se situaba frente a mí, a la vez que me rodeaban cinco de ellos. Esta solo era la primera línea que tenía que cruzar si quería salir de aquí. La más difícil era la división de Bell. Quien primero muerto a dejarme pasar.

—No quiero tener problemas con ustedes— dije sosteniendo a Ra más fuerte —Me iré del bosque, eso es todo.

—¿Eres consciente de que tu hijo es la única razón por la que no has sido atacado?

Sí, lo era.

—¿Usar a mi hijo como rehén me convierte en un ser despreciable?— estoy seguro de que eso fue lo primero que les llegó a la mente —Traigan a la alfa. Como ella no piensa quitar el castigo, esta será la última vez que me vean por aquí.

—No puede ser que cometas el mismo error dos veces.

—No estoy cometiendo un error, Alex— eché un suspiro. Es difícil explicárselo a alguien que no está interesado en algo más que no sea cumplir una orden —Busquen a la alfa. No me moveré de aquí hasta que lo hagan. Tampoco trataré de fugarme. Lo juro.

Ella es otra que se andaba comportando extraño.

Uno de los lobos fue a buscar a mamá por orden de Alex. El hombre, en cambio, se sentó en la grama. No me podía dejar engañar por su posición relajada. Él es rápido, cualquier movimiento de mi parte sería interpretado como un intento de escape, lo que iba a ser que reaccione en mi contra casi al instante.




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