Ahora tengo una familia lobuna, ¿qué será lo siguiente?

El anhelo de frenar el tiempo

Capítulo 68: El anhelo de frenar el tiempo MIXTO

Lúa

—¡¿Tienes idea de lo mucho que Ra estaba llorando por tu culpa?! ¡Dices que lo amas, pero no dudaste un solo segundo en dejarlo botado!

Así no es como yo vi las cosas.

Como sabía a lo que venía, le pedí a Pato que me cuidara a Ra por un momento en lo que Larimar me reprochaba por lo que hice. Nosotras nos alejamos unos metros donde Ra no nos escuche y en esto estamos. Me siento como una niña chiquita a quien la están corrigiendo.

Lo peor es que me tengo que tragar cada uno de sus reclamos porque tiene razón. Lo dice de manera horrible, pero en el fondo, fue así como sucedieron los hechos.

Hice muy mal en irme. Debí afrontarlo todo desde acá. Si no me hubiera ido, habría cuidado a mi bebé por su gripecita.

—Yo solo...— no valdrá que me justifique.

—Él no me quería a mí, te quería a ti y tú no estabas. No olvides que Ra no es un juguete, es un pequeño que siente muy bien las cosas. ¿Así es cómo piensas ser su madre?

Ya lo soy.

—Lo lamento— echo un suspiro —Nunca en mi vida volveré a dejarlo. Hice mal y soy consciente de ello— aseguro cabizbaja.

—Hum— se lleva las manos en la cintura —Bueno, ya creo que dije todo lo que tenía pendiente.

¿Y cómo no? Pasaron quince minutos en los que ella había hablado sin parar. No puedo creer que tuviera todo ese discurso planificado.

—¿Ya puedo volver?— no estoy por pelear, va y se enoja por irme sin que ella haya terminado.

—Dime algo, ¿ya le hablaron a la alfa sobre tu estado?

¿Qué estado?

—¿A qué te refieres?— levanto la ceja.

—Planeaba reclamarte por al menos media hora, sin embargo, planeo ser más... sensible contigo después de enterarme de tu estado— contesta con una mueca —¿Qué? ¿Piensas ocultárselo a la alfa? Te lo pregunto porque ella no se tomará bien que no se lo digas.

—¿Decirle qué?— bato las pestañas.

—¿Cómo? ¿No estás embarazada?

Fei.

—¿Has hablado con Fei?— sonrío, pero no por gracia —¿Él te dijo algo?

—Sí, mencionó que estás embarazada. ¿Era un secreto?

No, solo una mentira que dije para joder. Ni más ni menos.

—Ah, me alegra que ustedes tengan comunicación— lo voy a matar —Es la base de toda relación.

—Ya mejor vete a sentar, no es bueno que dures tanto tiempo de pie— me empuja por los hombros de vuelta con Pato y Ra —Si quieres llevarlo bien, tendrás que hacer todo lo que te diga. Sé cómo «no» actuar en un embarazo. Aprenderás de mis errores.

—Amh...

¿Y ahora cómo le digo que no es verdad? Aunque guao, es lo más linda que ha actuado conmigo.

—Ay, qué problema. Será mejor que esté encima de ti para asegurarme de que todo salga bien.

—Eh, Larimar— me detengo —Gracias por preocuparte— de una manera muy ella, para decir verdad —Aunque la cosa es que... No estoy en cinta.

—¿Qué?— se pone frente a mí —¿César me mintió?

Me pregunto qué piensa Fei cuando ella lo llama así.

—Yo le mentí a él, más bien— lanzo una sonrisita nerviosa —Quería que me trajera y bueno, excusé mi mala actitud con esa mentirita.

—No es una «mentirita» para mí.

—Lo sé, pero no creí que él te lo mencionara.

—Hum...— y ahora está enojada. Ella me está mirando con el ceño fruncido —Adiós.

Y se fue. Tengo el ligero presentimiento de que el hombre vendrá más tarde a reclamarme; sin embargo, es culpa suya por andar de bocón. ¿Cómo se atreve a decir que estoy embarazada? ¿Y si la información corre hacia las antenas parabólicas de la alfa? Qué horror.

—Creo que es la primera vez que me quedo contigo, pequeñín— oigo que le dice Pato a Ra mientras llego a dónde ellos —Oww, qué tierno eres.

—¡Mami!— me extiende los brazos al verme.

—Sí, pero veo que a ti no te interesa— concluye mi amiga en lo que me siento y lo tomo en mi regazo.

—¿No lloró?— le pregunto. Fue difícil dejarlo con Pato para irme con Larimar, por poco y me arrancaba la blusa.

—Se tranquilizó cuando le dije que le traerías comida.

—Mami, poio mío— dice Ra.

—Pero no se la trajiste, así que probablemente llore por eso. Sin embargo, mira el lado bueno; no lloró antes.

Ella no sabe cómo Ra se pone cuando le prometen comida.

—¿Tienes hambre, mi amor?— creo que todavía no es hora de comer —Los lobos deben estar preparando un gran banquete. Esperemos a que esté— por su cara, dudo que entienda lo que signifique «esperar» —Hmp, mejor vayamos a buscar algo— me levanto, colocándolo en mi cintura.

Prefiero prevenir sus gritos, más ahora que está enfermito.

»¿Quieres ir a explorar el área de la cocina?— le pregunto a Patica.

—No tengo ganas de sentir el humo en la cara, mejor te espero acá.

Un hombre que cruzaba cerca de nosotras, se paró de golpe mirando a nuestra dirección. Él, con las cejas en alto, se aproxima con las manos en la cintura y una sonrisa.

—Espera un segundo— dice dándole mente a no sé qué cosa. Su rostro y voz me parecen familiar, lo he visto antes; de eso estoy segura —Tú eres la de la llamada, la que me amenazó con mi alfa— le habla a Pato.

¡Claro! ¡Es ese tipo, el que le cogió el celular a Imri! Una de las razones por las que me sentía peor es porque él no me llamaba. De su nombre sí me acuerdo bastante bien, él se llama Ezra si no me equivoco.

Es más, también recuerdo haberlo visto cuando vinieron los lobos de la ciudad. Reconozco ese acento distinto junto a su forma de vestir; el cual ahora mismo tiene una camisa blanca por dentro de un pantalón caqui y un par de mocasines marrones.

Yo hace mucho que dejé de vestirme glamurosa para venir al bosque porque la verdad es que no vale la pena. He optado por un atuendo más cómodo y casual. Sin embargo, el hombre me ha inspirado.

—Y tú eres el que le quitó el celular a mi novio— contesto.

—No se lo quité, se lo tomé prestado.

—¿Cuál es la diferencia?




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