Capítulo 69: Saltaría mil veces
Tenía el objetivo de sacar a mis lobos del bosque, pero ahora que estoy aquí no tengo la menor idea de cómo hacerlo. Emre dormita, Ariangely está medio insoportable y los lobos dominantes, es decir Onil y Avys, no han hecho nada para cambiar la situación.
No me lo perdonaré si mi Imri termina siendo un lobo solitario. Él mencionó que no era tan horrible como sonaba, pero yo lo dudo. No puedo permitir que se quede sin manada, y al mismo tiempo, tampoco puedo aceptar que lo mantengan retenido en este lugar.
—Mami— me llama Ra. El niño se encuentra sentado en medio de mis piernas cruzadas. Lleva un buen rato devorando un muslo de pollo —Yo quielo Milly.
Milly es una chica de Internet que hace videos para niños. A Ra le encanta verla de vez en cuando e imitar sus gestos. Creo que ella es una de las razones por la que mi bebé está haciendo oraciones de manera más frecuente.
—No hay televisión en el bosque, mi amor— le doy un beso en la frente —Créeme, hasta yo quisiera ver a Milly con tal de salir de aquí.
No suelo dejarlo todo el día pegado a la TV. Solo son unos pequeños minutos y total, él se termina aburriendo tras máximo, veinte minutos de contenido.
Pato mencionó que Rem se había ido con una «amiga», así que parece que el chico acaba de regresar. Él observa su alrededor; noto como mueve sus aletas nasales siguiendo un aroma hasta mi dirección.
No habíamos tenido la oportunidad de platicar después de todo lo que pasó. Me pregunto cómo ha estado. Por lo que escuché cuando llegué, ahora le llaman «Delatín».
En el instante que mi mirada chocó con la suya, él desvió el rostro de inmediato. Creí que vendría para acá, pero me ha dado la espalda con las manos en los bolsillos.
¿En serio me está evadiendo?
Al paso de los minutos sucedía algo peculiar. Cada vez que ponía el ojo en Rem, lo veía más cerca. Él todavía me daba la espalda y conservaba una pose dizque «relajada», pero no bien ponía la atención en otra cosa cuando empezaba a acortar milímetros.
Por un momento pensé que me estaba volviendo loca.
—¡Oye!— le llamo. Sus hombros se tensaron al oír mi voz —Termina de llegar.
Teníamos alrededor de diez minutos en ese relajo.
—¿Me hablas a mí?— giró señalándose con el pulgar.
No. Al fantasma que te persigue, Rem.
—Déjate de juegos— resoplo.
El chico se acerca procurando no hacer contacto visual conmigo. Él finge toser, poniéndose de cuclillas al lado de mí. —¿En qué puedo ayudarte?— cuestiona simulando desinterés.
—Rem, ponte serio.
—Lo estoy— ajá —¿Por qué me llamaste, Lúa?
¿Lúa? ¿Cómo se atreve a llamarme por mi nombre?
—Si no vas a actuar serio, mejor vete— le hago un gesto con la mano.
—Tsh— chasquea sentándose a mi lado —Dime, ¿sigues enojada conmigo?
—¿Por qué lo piensas?
—Pues...— baja las cejas —A veces juego ajedrez con unos amigos. Ese juego es tedioso, pero a ellos les gusta. La cosa es que sacrifiqué a Imri como suelo sacrificar a mis piezas, todo con tal de ganar— suspira —Y sacrificarlo a él, es como sacrificarte a ti. Lo peor es que siempre pierdo en ajedrez.
—Me alegra que por lo menos seas consciente de ello.
—No soy tan desconsiderado como todos creen. Aunque admito que sí fui impulsivo. De nada sirve considerar no hacer el mal, cuando al final termino haciéndolo. Eso lo sé.
Guao, de verdad se ha puesto serio.
—Sí, estuve enojada contigo, pero ya pasaron demasiados días.
—Entonces, ¿ya no lo estás?— se le iluminó la mirada.
—Siempre y cuando no vuelvas a sacrificarnos. Sé que tienes una batalla contra Avys y que posiblemente la alfa no te hubiera hecho caso de no usar a Imri, pero no vuelvas a hacerlo. Por favor.
—De acuerdo— asiente con la cabeza —Prometo, y juro que lo cumpliré, que no volveré a involucrarte a ti ni a Imri en mis cosas.
—Bien— debe sentirse solo, ahora que es el chivato del pueblo —Toma— le doy un golpecito en la cabeza —No me vuelvas a llamar por mi nombre.
—Pero...— se coloca la mano en la zona, para luego dibujar una pequeña sonrisa —Jum— me rodea con su brazo —De acuerdo, hermana.
Mucho mejor.
—¿Y bien? ¿Qué has hecho durante todo este tiempo?
—Hum, no mucho, la verdad.
—¿Qué hay con Avys? ¿No te ha dicho nada?
—Él fue bastante claro cuando dijo que habría consecuencias si iba en su contra. Por eso tengo el presentimiento de que se vengará de mí cuando menos me lo espere.
»Hace unos días nos topamos en el río y Avys me dedicó una de sus sonrisas inquietantes. «No me delataste con el alfa, sino con mi mamá. Supiste bien por donde atacarme», dijo.
Jamás superaré que mi cuñado mayor sufra de mamitis.
—¿Y qué le respondiste?
—Nada. Dijo la verdad— se encoge de hombros —¿Sabes? Antes mi hermano ni siquiera me miraba, y ahora lo hace. No me había dado cuenta de lo aterradores que son sus ojos.
Me imagino que su actitud era similar a la que demostró hace un rato cuando pasó totalmente de Pato. Me asombra lo bueno que es pretendiendo que una persona no existe.
—¿Y qué? ¿Ahora le temes a tu hermano?
Es lo único que falta.
—Claro que no— niega rápido con la cabeza —Solo...— se queda en silencio por unos segundos —No lo entenderías.
—¿Entender, qué?
—Es difícil explicarlo— suspira —Oye, nunca caigas en los encantos de mi hermano mayor— tranquilo, mi rasgo resentido (y que ajá, sé que está mal), no me lo permite.
»Los calladitos son los peores.
Es la segunda vez que lo dice.
—Descuida— le doy un par de palmaditas en el hombro —Y ya cambiando de tema, un pajarito me dijo que la dejaste porque una «amiga» te estaba esperando.
—¿Qué? ¿Y en qué momento?— mira a ambos lados —¿Dónde está Pato?
—Amh...— me pregunto cuál será su reacción cuando se entere de que ella se enamoró de Avys —Anda por ahí— mejor no abundar en eso —Dime, ¿estabas con una amiga linda, eh?— jugueteo dándole con mi codo —Uuh, quiero saber los movimientos de mi hermano.