Ahris | Constelaciones Perdidas

°• Capítulo 02 •°

—Me ha llegado el informe —dijo papá y luego me hizo una caricia en el pelo—. Pero por lo que veo hay una pequeña posibilidad de que agarres un virus nasal. Ten cuidado de exponerte al agua errante durante estos días.

Le sonreí y asentí. El sistema de chequeo de Devbah no se equivocaba y no tenía ganas de enfermarme. Era lindo ver el agua errante caer, pero cada vez que me atrapaba tenía que refugiarme en el calor y cuidar cada cosa que hiciera luego de eso.

—He hecho el desayuno. Si no vienen aquí ahora les juro que se quedan sin comer. —Amenazó mamá a modo de juego mientras sostenía una cuchara de madera en nuestra dirección.

Nos reímos y avanzamos hasta la cocina, el olor que llegaba era dulce y refrescante. Los freggsels rellenos eran por lejos uno de nuestros dulces favoritos y mi madre siempre conseguía hacer los mejores, eran lo más delicioso que podía probar en el universo. Eso, más el té de hierbas mezclado con la dulzura del vrendhle llenó la mañana de muy buen ánimo.

La tableta personal de mi padre sonó, al igual que la de casa. Mexpt fue por el mensaje, pero papá revisó más rápido.

Mamá a su lado leyó de reojo mientras continuaba bebiendo el té.

—¿Revisar la seguridad? Pero no es tu día.

Miré a papá mientras dejaba la taza en su lugar. Con su entrecejo arrugado ya decía mucho.

—Supongo que querrán hacer un último vistazo antes de comenzar el Cortejo Real.

Mamá no estaba nada contenta. Habían pasado solo cinco días desde la última vez que el Rey Hetduiar le había llamado y se suponía que hoy tendrían una salida juntos. Aunque me pareciera extraño, el Rey era el Rey y nosotros solo podíamos acatar.

En silencio, terminamos de desayunar.

—¿Iré también? —pregunté cuando todos nos levantamos de la mesa.

Eran pocas veces las que no iba, aunque solo me la pasara caminando por el castillo y ocultándome, pero al ser una situación anormal dentro de nuestra rutina debía preguntar.

—Si quieres.

—No tengo nada que hacer.

—¿Y qué tal si te quedas conmigo y vemos el huerto?

Miré a mamá, ella sabía que por más que amara ayudarle no era ni la mitad de buena que ella. Al menos en temas de seguridad me manejaba mejor y no desmalezaba lo que no debía.

—Entiendo —dijo suspirando con un poco de tristeza—, espero que al volver hagamos algo. Mi día ya fue arruinado por ese Híades.

Sabía que estaba bromeando, pero no pude evitar pensar en ello al observar lo alto del techo. A veces ocurrían cosas de las que papá se enteraba tiempo después, quizás algo había pasado y por eso lo estaban llamando para mejorar la seguridad.

—Lo siento, Lheriae.

Ella negó y sonrió a medias, entendía que esto iba mucho más allá de lo que papá quería. Ambos se abrazaron.

—Iré a cambiarme. —Por más cómoda que me sintiera, sabía cómo era el ambiente en el castillo y ahorrarme comentarios era lo mejor.

Mamá se quedó con él un tiempo más dándose cariños mientras yo subía. Seguramente conversarían y arreglarían la salida para otro día o esa misma tarde.

—Devbah —le hablé a la pequeña robot—, ¿crees que el vestido verde quede bien con este peinado? —le mostré la prenda y sujeté mi cabello en una cola media suelta.

Su motor ronroneó analizando lo que tenía frente a ella, recordándome los tiempos en los que llegó conmigo gracias a mamá. Tenía una forma mucho más amigable que los que asimilaban a figuras androides y para una cithlreana pequeña que no podía tener mascotas aún, fue lo más parecido.

—Su padre dice que nada de eso es necesario, sea usted misma. —Sonreí enternecida.

Papá modificó a Devbah poco después de su llegada. Le implementó un pequeño análisis de salud, una red de seguridad personal y unas cuantas frases que se activan sin mi permiso. Esa era mi favorita.

—Lo sé, pero necesito estar presentable para el castillo.

—Pléyade Areia, mi sensor me dice que ese tono de verde le va perfecto a su piel y el corte a ese peinado. Además, unos cuantos accesorios dorados y unos zapatos negros la harán ver bien.

Seguí su consejo. El verde en nuestros ojos era desagrado, pero se había puesto de moda durante los últimos años solares. Si era honesta, me gustaba bastante cómo me quedaba, en especial este tono oscuro con ligero dorado en él.

Al terminar me miré al espejo, mis ojos habían tomado un brillante color amarillo. Debajo de ellos estaba mi constelación: cisne de Ahris, detallada con lunares casi negros sobre mi piel oscura. De pequeña me gustaba marcar las líneas con el maquillaje de mamá; con el pasar del tiempo lo había dejado de hacer, pero no podía olvidar mi gusto por las constelaciones.

Bajé y papá ya estaba sobre el transportador.

—Trabajaré en el huerto —me dijo mamá, intentando sonreír, aunque luciese resignada—. Los espero antes del almuerzo, asegúrate que Fhrewiz no se quede más de lo que debe.

Asentí, tratando de calmar a mamá. Ella me besó antes de salir como siempre hacía y yo fui a la zona de estacionamiento. El viaje no duró mucho y nuestra conversación tampoco, pasó un cuarto de luna antes de que estuviéramos en suelo nuevamente.




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