Mi madre esperaba en la entrada, pero supo de inmediato que algo estaba mal. Seguro no se imaginaba que tan mal.
Fingió una sonrisa y nos guio adentro, el olor a comida llenó mi nariz y me entraron las ganas de llorar por lo reconfortante que era en un momento como ese.
—¿Cómo ha pasado…?
Negué sabiendo lo descuidada y tonta que había sido.
Mamá se acercó a mí y me acarició el rostro recordándome la situación con Ahren.
—¿Te han descubierto?
Dudé. No sabía si él había creído la historia y mucho menos luego de sus últimas palabras, pero con lo que sabía ya era peligroso para nosotros.
La vergüenza me bloqueaba la garganta y las palabras no salían.
—Pequeña, tranquila. —Me abrazó mamá, apretándome contra sí con miedo en su voz—. No te sientas culpable. Son ellos los que están mal, tú deberías ser completamente normal.
Escuché a papá soltar el aire por sus fosas nasales de forma prolongada.
—Claro que deberías ser normal, pero también te pedí que fueses cuidadosa. ¿Cómo es posible que haya pasado? ¿Cómo te ha descubierto, Areia? ¡Esto podría arruinar a toda la familia y podríamos acabar muertos!
Recordaba esta versión de él luego de que casi me descubrieran mientras jugábamos de niños con mis amigos y un par más.
La entonación y la forma de hablar, como en su molestia no me había escuchado.
—Yo, no revisé el otro sector antes de reaparecer y…
Refregó su mano por su cara de pura frustración.
—¿No te he enseñado ya que tienes que mirar todo? ¿Incluso por si hay cámaras ocultas? ¿No te lo había dicho ya?
—Sí, lo sé. Sé que me lo has enseñado y que ha sido culpa mía, lo acepto. Realmente lo siento…
—De todos tenía que ser el Príncipe… El mismísimo Príncipe Ahren que está en etapa de Cortejo.
Mamá que me seguía abrazando cuando papá continuó:
—¿Qué tanto sabe?
—Bueno, no estoy segura.
—¿No estás segura?
—Fhrewiz, el tono —advirtió mamá.
—Bien, bien —dijo tratando de calmar su respiración—. ¿Cómo es eso?
—Creo que solo se guía por lo que le dijimos: que me presenté en mi segunda Luna Nueva…, no parecía dudar.
—¿No parecía dudar? —preguntó exasperado—. ¿”No soy estúpido” no te hace creer que al menos lo sospecha?
—Sí, pero…
—No hay “peros”, Areia. Es probable que ya lo sepa y si no lo ha hecho aún, se dará cuenta muy pronto. Ni siquiera sé sobre qué quiere hablar conmigo. Si luego se le llega a ocurrir algo en un arrebato, fácilmente puede usarte de excusa y tendría que participar de ello. O buscar la razón de tu habilidad. ¿Tienes idea del peligro que nos has puesto?
—¡Sí! —Ya no podía retener más las lágrimas—. Y de verdad lo siento, yo no quería que nada de esto pasara.
—Entonces debiste haber sido más cuidadosa, ¿no crees? No te costaba hacer una revisión a la sala de estar antes de aparecer. ¡Era demasiado sencillo, Areia! Demasiado.
—Bien, ya me cansé de esto. Basta, ¿sí? —Mamá se colocó en medio y enfrentó a mi padre, tratando de bajar las tensiones—. Ha cometido un error, pero no es su culpa haber nacido así y no necesita sentirse atacada por nosotros también. Recuerda eso.
—Yo también soy distinto —murmuró papá antes de aumentar la voz; sabía que se sentía frustrado, pero no dejaba que el enojo tomara su raciocinio— y aun así me lo he guardado por mucho. Llevo años manteniendo mi secreto, ocultándola a ella, Lheriae. Sabes que tenía que ser más cuidadosa. Yo le he entrenado toda su vida para que se fije en lo que hace, no para que vaya y pase de todo lo que le he enseñado. Es hacerlo sobre nosotros y nuestra seguridad, es matar a esta familia.
Mamá frunció la boca al escucharme llorar con más fuerza y yo no podía hacer más que apretar la tela de mi ropa con frustración. Mi padre tenía razón, aunque quisiera consuelo no podía pasar por alto lo que había hecho.
—No nos ataquemos entre nosotros —dijo, apretando sus labios—. Esto es un problema familiar, y lo que menos necesitamos es estar separados o enojados. Podemos con esto, solo necesitamos… quizás un tiempo.
—Pensar. —Agregó mi padre al mismo tiempo se daba la vuelta, observando la casa.
—Estoy segura de que todo estará bien, Fhrewiz.
Él negó y se volvió hacia mí con la mirada roja. Estiró su mano frente a mí, quería ver mis recuerdos.
Me sentí avergonzada al recordar la situación en la que había estado, pero dejé que usara su sensibilidad conmigo. Palma con palma, él cerró sus ojos para poder visualizar todo de mejor manera.
Mi madre acomodó mechones de pelo que se iban a mi cara mientras esperábamos y quitaba un par de lágrimas azules y pesadas que recorrían mis mejillas.
La mano de papá dio un respingo, pero continuó. Al finalizar, su mirada ya no era roja, sino que era de un morado intenso, la cual me sostuvo unos segundos.
#2196 en Fantasía
#689 en Joven Adulto
amor imposible, fantasia con accion y ciencia ficcion, fantasía romance magia
Editado: 05.05.2025