—Fui avisado de tu presencia en el Zoológico Lunar y he decidido venir a corroborarlo.
Daba mil gracias al hecho de no haber desaparecido, pero esto era incluso peor. Incluso le acompañaba Seveth, manteniendo una distancia de dos escalas.
La mirada de Zay viajó de mí a él y supo de inmediato qué estaba pasando. Sus dedos se estrecharon entre los míos y tomó lugar para enfrentar a Ahren, dedicándome una sonrisa reconfortante. Recuerdos empezaron a llegar a mi cabeza, en todos estaba yo en la versión más desastrosa.
Finalmente, el Príncipe cayó en su presencia y su expresión cambió por completo. Pareció que el verde y el rojo compitieron antes de que se decidiera por el mismo color que su cabello, el borde de sus labios intentó mantener la sonrisa, pero acabó en una mueca de repulsión.
A fin de cuentas, para él, Zahynn no era más que alguien de bajo nivel.
—Un gustó verlo de nuevo, su Alteza —dijo Zay dando la reverencia y yo lo imité con torpeza sin soltar su mano—. Lamento ser yo quien le diga que estamos en un proceso de Cortejo en este momento.
Con la espalda erguida y el mentón elevado, Ahren fingió tranquilidad y pasó a ignorar a Zahynn por completo.
—Levanta la cabeza, Areia, y mírame. —Obedecí al mismo tiempo que los dedos de Zay se enroscaban aún más contra los míos. Mi estómago se revolvió de solo enfrentar a Ahren—. Ven conmigo. Estoy seguro de que aceptarás marcharte de este sitio sin gracia, lleno de cithlreanos insípidos.
Sentí mis mejillas arder. Tenía que mantener mi cabeza fría, debía evitar que mi desagrado se mostrara en mis pupilas.
Unos cuantos thares nos quedaron mirando, comentaban entre susurros sobre la situación. No podría evitar ser parte de la comidilla de los rumores durante los siguientes días debido a esto, tampoco podría Zay.
—Su Alteza —repitió él, había un ligero tono de molestia en su forma de hablar—, estamos en un Cortejo.
Por mis Estrellas, Zay, debía dejar de hacer eso. Estaba tan agradecida con él, tanto que me costaba imaginarme poniéndolo en palabras; pero esto era malo y lo dañaría.
Su mano se aferró aún más, quería ignorar los recuerdos y, a la vez, tenía tantas ganas de concentrarme en cada uno de ellos.
Los afilados ojos de Ahren se fijaron en Zahynn y rio de forma tosca y seca, casi burlona.
Me recorrió un escalofrío.
No quería que Zay acabara metido en todo esto. No tenía la culpa de haberme conocido y ser tan bueno para intentar salvarme incluso de un príncipe.
—Yo… —ni siquiera pude seguir, un simple gesto de la mano de Ahren bastó para hacerme callar.
Con otro gesto, Seveth se acercó a nosotros y quedó junto a Zay. La presión se me bajó cuando puso su mano sobre la espada.
—En primer lugar —avanzó hasta quedar frente a él, este le enfrentó con la mirada—, no recuerdo haberte dicho que podías hablarme de vuelta. Y tampoco que podías mirarme a la cara, ¿o sí?
—Lo siento, su Alteza…
Contuve un grito cuando la funda de la espalda dio con las piernas de Zahynn y lo mandó al piso. Ahren me retuvo en el lugar, su brazo actuando como barrera entre él y yo.
Mi mentón tembló, no soportaba ver a Zahynn arrodillado y humillado de esa forma.
—Como vuelvas a abrir la boca mandaré a alguien para que te corte la lengua. Pero es gracioso —se burló, ladeando la cabeza hacia el lado—, pensar que alguien como tú podría competir con un Cortejo tan estúpido como este, pero que te quede claro: no me importa si es un ritual funerario, una unión o un Cortejo, ella viene conmigo. ¿No es así, Areia?
Aguanté las ganas de llorar. No quería decirlo, pero si me negaba sería peor para todos.
—Así es, su alteza. Yo… iré con usted.
Me limpié una lágrima, incapaz de mirar a Zahynn de esa forma. La culpa me apretaba el pecho, no podía soportar que todo el mundo fuese a hablar de él y a burlarse.
—Identifícate —ordenó Ahren.
—Zahynn Ahrazehn Tholmnhel —murmuró a regañadientes—. Híades Rango Uno, Conocedor de la Octava Región bajo el mando de la Reina Klarizhe.
—Ya veo —respondió divertido y me dio una mirada de reojo—. Pues no es de extrañar que no sepas tu lugar, Octavo. Por si lo has olvidado: eres del fondo del barril. No eres más que porquería y vergüenza. Ahora largo si no quieres que el golpe no sea con la funda de la espada, pero con el filo. Largo si aún quieres caminar.
Se levantó, pero mantuvo la espalda recta sin sentirse menos por lo dicho ni por la situación en la que lo habían puesto.
Nos vimos una última vez. El brillo de sus ojos se sintió como un soplo de aliento para decirme que estaría bien. Él ya había arriesgado lo suficiente por mí, demasiado para lo que me conocía y, aun así, deseaba correr tras él y huir del monstruo junto a mí.
Pero debía dejarlo ir, no podía hacerle más problemas. Ahora no era solo mi familia y amigos a quienes deseaba cuidar, mi corazón se oprimió de solo pensar en lo que podía ocurrirles.
Ahren volvió su atención hacia mí. Tomé aire y enfrenté su mirada. Lo odiaba más que a los otros dos que me molestaron anteriormente, una mezcla de terror y repudio.
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Editado: 14.06.2025