Al llegar a casa mi padre me puso el sensor de huella dactilar para confirmar mi identidad. No veía que lo usara desde hace años dentro de la casa. Era obvio que con todo lo que pasaba estaba preocupado y tomaba más precauciones.
—Papá, ¿qué sucede?
—Vamos a tu habitación, Lheriae está allí.
Le seguí piso arriba, mamá buscaba ropa y la combinaba frente a Devbah.
—El Rey pidió que fuese al castillo mañana, especificando que te llevara conmigo. Así que tu madre y yo nos hemos propuesto encontrarte a alguien lo más rápido posible, antes de que esto avance a peor.
Suspiré agotada, pero agradecida con ambos. Mi mayor duda era si Ahren realmente aceptaría y respetaría esta unión. Cabía la posibilidad de que dañara a mi prometido de peor que a Zahynn y temía que aquello jamás se borrara de mi mente.
Aun así, ya existían casos donde una Pléyade en la lista se casó antes de continuar con el Cortejo Real y mi único problema, si Ahren no se transformaba en un maniático, sería cómo el planeta me daría la espalda por rechazar al Príncipe de la Cuarta Región.
—El joven se llama Elheks Firhnan Phet, es hijo de un amigo, Rango Dos y vive en la Octava Región. Lo veremos en tres horas llenas.
Mi parte racional me dijo que, con lo grande que era cada región, no podría encontrarme con Zahynn de camino o por alguna extraña coincidencia, así que ignoré la punzada de culpa en el pecho.
Mamá recibió la aprobación de Devbah con los últimos detalles y mi pequeña amiga plateada volvió a su esquina.
—No queríamos llegar a esto, lo sabes, ¿verdad? Me hubiese encantado que descubrieras el amor como lo hicimos tu padre y yo…
Asentí y le di una sonrisa comprensiva. Esto no era culpa de ellos, lo había provocado yo y lo arreglaría yo. No quería que la carrera de mi padre se viera involucrada o, en el peor de los casos, que toda mi familia acabara muerta, siendo nuestra desaparición tapada con el dinero y poder que estas familias poseían.
—Haré lo posible por agradarle.
—Sé que lo harás. Mi hija siempre ha sido despampanante, esta vez no será diferente —me acarició la mejilla—. Además, no debes forzarte tanto, la historia de esta familia no es muy distinta a la nuestra. Bueno, a la de tu padre. Elheks es hijo de un cires y una thares. Su padre movió unos hilos para hacerlo pasar por un thares sanador y así poder ingresar a la Central Informática a trabajar.
—Debes saber que también, aunque es un cires, tiene problemas con su sensibilidad. Las imágenes para él son borrosas y piensa que jamás encontrará predestinado. Para que estés tranquila, fueron sus padres quienes me explicaron que él desea tener una vida normal y así pasar desapercibido. Pensó que esto podría ayudarlo, además, le encanta ayudar.
Estaba sorprendida. No debía estarlo luego de lo que había visto los últimos días y de mi propia realidad, aun así, el mundo real parecía más sorprendente que lo dicho por mi padre cenlenares de veces.
Caminé hasta la cama observando la ropa que tendría que usar. Con ello, mis padres me apresuraron saliendo de la habitación con prisa. Frente a mí tenía una blusa con mangas holgadas y detalles florales, una falda negra asimétrica de vuelos blancos y un abrigo-capa verde. Era un conjunto que había usado unas dos veces para ocasiones especiales.
Me cambié rápido y arreglé mi cabello en una coleta baja a la izquierda. Me puse un poco de maquillaje y bajé hasta donde estaba mamá. Me dijo que mi padre estaba en el transportador aguardando por nosotras, así que le seguí.
Con Kervh encendido y listo, partimos en nuestro viaje a la Octava Región.
El viaje fue largo, pero mamá lo hizo ameno. Papá me contó todo lo que debía saber de la familia, que podía y no decir, también me mostró unas cuantas fotos de cada integrante de la familia Firhnan Phet.
Básicamente, los cithlreanos que vivían en la Octava Región odiaban que mencionaran cosas como la monarquía o la economía y ellos no eran la excepción. Era entendible tomando en cuenta cómo se les había tratado siempre, comparándolos todo el tiempo con las demás regiones. Además, no era necesario mencionar ni nuestro rango ni especificar nuestra especie. No solo porque ambas familias sabíamos la situación de la otra, sino que, para ellos, era un tema que no se tocaba para hacer sentir cómodos a todos en su núcleo familiar.
No iba a negar que Elheks tenía cierto atractivo. Cabello ordenado que caía sobre sus ojos de un hermoso color violeta claro con ojos de un tono amarillo durante la toma de la foto y una piel solo unos tonos más claros que la mía, además unas estrellas para representar la constelación del nocturno de Elhiek.
Como un pensamiento fugaz, recordé a Zahynn y sus ojos medialunas. Lo borré de inmediato.
Luego de dos y media luna llegamos a la Octava Región.
Durante mis prácticas con papá había venido unas dos o tres veces. De todas las regiones y las realezas existentes, eran los que mantenían el sistema de seguridad más sencillo de romper, por tanto, el lugar del que menos recibíamos solicitudes para trabajar.
Desde la última vez aquí —hace dos años solares, específicamente— el panorama no había cambiado mucho.
Lo que siempre se hablaba del lugar era la falta de progreso en comparación y su hermosa geografía.
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Editado: 29.07.2025