—¿Estás mejor? —Me limpié el rabillo del ojo. Nunca había escuchado esa pregunta con tal tono de desinterés.
—Sí. Pero debemos hablar antes de que esto no tenga vuelta atrás, necesito saber que eres consciente de…
—Gracias por eso —dijo, pateando una piedra del suelo; su sonrisa guardaba rechazo—. Pero hablar no solucionará nada, soy más consciente que tú de en lo que me metí. Pero ahora incluso morir parece ser mejor opción.
Fruncí el ceño, dolida.
—Elheks…
—No me mires con compasión, no la quiero.
Tragué saliva y me fijé en el arbusto frente a nosotros, al igual que él.
—Puedo cancelar el matrimonio —me atreví a decir—. Tú no quieres casarte y no te obligaré a hacerlo.
Soltó algo similar a una risa, me recorrió un escalofrío de la semejanza que tenía con la de Ahren. Volví a mirarlo: el cithlreano frente a mí parecía otro ser.
—Sé que tú tampoco, o al menos no conmigo. ¿Y eso qué?
—Pero…
—Mira —me interrumpió por segunda vez, con una irritación punzante—, no te preocupes por mí. Nadie quiere un matrimonio arreglado ni mucho menos como única opción para salvar a tu familia. Y, sí, muy noble y lo que quieras, después de ponerle un cartel en la frente a tu familia que dice “dispárame”, debes arreglarlo. Pero si quieres casarte, a mí me da igual. Mis razones van mucho más allá. Además, seguro tendrás a muchos chicos como mi amigo con los cuales jugar luego de casarte, ¿no es así?
Me quedé anonadada, sentimientos que se unían a una molestia horrible.
Aunque tenía razón, hablarme así, cuando estaba tan preocupada de lo que Ahren podría hacerle si se casaba conmigo, parecía hasta exagerado. Él me detestaba y yo empezaría a hacerlo.
Pero algo me faltaba y a juzgar por la forma en la que sus ojos pasaron de un rojo a un azul en cuanto mencionó a Zahynn, aquel era su factor detonante.
De pronto, todo hizo sentido. Los mensajes e incluso el porqué había aceptado casarse, pero para mí era una acción desmedida con su situación. No es como si yo y Zahynn hubiésemos tenido futuro de cualquier manera.
Aunque no supiera cómo, todo calzaba.
—Te gusta Zahynn.
Salió de mi boca casi sin pensarlo.
Elheks me miró de vuelta y sonrió con odio.
—He pasado mi vida entera enamorado de alguien que sé que no es mi predestinado, hasta que llega una niña consentida e idiota a provocar lo que siempre quise, ¿y qué sucede? —Chasqueó los dedos y comenzó a enumerar—. Haces que baje a Rango Cinco, discuta con su familia y casi pierda su trabajo. ¿Te parece justo? Después debo enterarme de que me casaré con la misma chica tras intentar arreglar mi vida estando destrozado. Divertido, ¿verdad? Para venir el día de la reunión a darse miraditas frente a mí y hacer un escándalo. ¡Fantástico!
Mis mejillas hirvieron de enfado. Consentida e idiota. Su forma de hablar me confirmó aún más lo que ya sabía, pero lo que más hizo ruido fue cómo insinuaba que yo era la predestinada de Zahynn.
Mi padre había especificado que era un thares y tenía que recordar eso, pero si Elheks era su amigo y sabía más que todos nosotros sobre él… Seguía existiendo la posibilidad de venir con un fallo y que, de alguna u otra forma, él hubiese hecho algo parecido a lo de mi padre o fuese como yo.
Por Xinegya, de cualquier manera, no podríamos estar juntos.
Pero sabía lo que tenía que hacer. No nos iba a atar a un matrimonio desdichado, ni él ni yo nos soportaríamos.
—Gracias por ser sincero conmigo —susurré, por más molesta que estuviese era mejor saberlo todo antes que después. Lo escuché bufar en respuesta—. No te obligaré a seguir con esto.
Él se mantuvo en su lugar y yo volví a entrar; una parte de mí deseaba haberle reclamado. El humor estaba más denso que afuera, como si hubiesen discutido.
Papá mantenía los ojos rojos y mamá lo miraba como si no pudiese creer lo que había dicho. A su lado, Zahynn me miraba con ojos morados moviendo su pierna de arriba abajo, con el ceño a medio fruncir.
La madre de Elheks se levantó de inmediato y miró a donde estaba su hijo.
—¿Cómo está? ¿Qué decidieron?
—Está afuera —dije, sin entender cómo Elheks había salido de alguien tan dulce como Nahome—, es mejor que escuchen todo de su parte.
El Híades Phet le dio unas palmadas a mi padre y acompañó a su esposa sin más palabras.
Seguía pesándome el corazón. Había tantas cosas que había hecho mal, y no importaba si mis padres me perdonaban, yo jamás podría.
Me acerqué a ellos al borde de derramar más azul y mi madre se levantó solo para abrazarme.
—Todo está bien, pequeña. Todo está bien. —Me tomó el rostro y sonrió incluso con el tono rojizo en sus ojos rasgados—. De hecho, Zahynn nos dijo que él no había sido quien escribió los mensajes, así que ya no es un tonto enojado.
Sentí mi rostro arder.
—Lheriae —dijo mi padre en forma de advertencia, pero ella lo ignoró como nunca. Incluso parecía molesta con él.
#3695 en Fantasía
#1455 en Joven Adulto
amor imposible, fantasia con accion y ciencia ficcion, fantasía romance magia
Editado: 13.09.2025