Ahris | Constelaciones Perdidas

°• Capítulo 13 •°

Entramos al salón dónde el escritor principal de las noticias en Cithlre, Ylzhar Garuvek, se encontraba. Era bastante popular entre los thares por las historias que entregaba y por ser uno de los diez escritores con licencia para publicar artículos en la Red principal.

Me bajó el miedo otra vez, quizás Ahren quería dar a conocer nuestro compromiso, pero era igual de factible que quisiera decirle al planeta cómo mi vida era una mentira e iba a morir; con él no podía estar segura de nada.

Aquel escritor hizo una marcada reverencia y aguardó en la misma posición.

—Ylzhar —lo saludó Ahren y me invitó a tomar asiento en el sillón blanco y esponjoso—, adelante, puedes mirar a la cara y hablarme si eso lo hace más fácil.

—Su Alteza —tomó lugar frente a nosotros—, es un gusto ser llamado para cubrir la entrevista. No voy a quitarle mucho tiempo, le enviaré la introducción y usted podrá indicarme si desea algún cambio.

Colocó una grabadora y la acomodó para que ambos nos viéramos en el cuadro. Mi cara estaba tan descompuesta que era obvio que jamás habría podido engañar a Ahren.

—Bueno, comencemos. Sonrían para el lente.

Sentí la mano de Ahren sobre la mía y me estremecí, él presionó allí con poca gentileza. Sonreí, traté de pensar en cosas buenas que me habían pasado, pero me era imposible.

Él lo notó y se rio, pasando la mano por su cabello.

—¿Puedes hacer unos retoques luego? —le preguntó a Ylzhar—. Areia está un poco indispuesta y quiero que le cambies la cara para que no la vean así. Ya sabes.

—Ah, claro, su Alteza.

—Quizás así dejes de darme problemas —me susurró al oído—. Empieza a comportarte.

—Lo siento —pude decir.

Se burló de mi debilidad y luego volvió a Ylzhar.

—Comienza, mi querida Areia desea volver con sus padres, seguro están muy preocupados por ella.

Tragué saliva. Oh, por Xinegya. Mentiría si no me aterraba lo que iba a hacer, pero no podía dejar pasar lo que había insinuado.

Me atreví a ser quien entrelazara nuestros brazos y apegué mi cabeza a su hombro. Tenía el cuerpo tenso, pero si podía contentarlo, quizás no mencionaría a mis padres. Aunque, conociéndolo, los usaría de hoy en adelante para mantenerme controlada.

—Ah, una imagen perfecta para la portada.

Mis ojos debían estar verdes, pero daba igual si lo iba a editar luego. Aparte, a nadie dentro de esa habitación le importaba cómo me sentía.

—Que obediente.

Apreté los labios que intentaban mantener la falsa sonrisa, solo quería que acabara rápido o lloraría.

—Bueno, comencemos por lo básico. Su Alteza, cuéntenos un poco del Cortejo Real y cómo esta Pléyade a su lado capturó su corazón.

Al igual que las conversaciones que no llevaban a nada, me sentí más tranquila al oír de qué se trataba todo esto.

Ahren se removió y entrelazó nuestros dedos, mostrándolos a la grabadora mientras me miraba cómo si me quisiera realmente. Era demasiado bueno mintiendo, todos los altos rangos parecían serlo.

—Areia es sin duda una cithlreana que destaca por sí misma donde esté, nunca pude quitar mis ojos de ella sin importar cuanto lo intentara. —Dejó de mirarme y se enfocó en la pantalla—. Iba a iniciar mi cortejo con las opciones que mi querido padre y los Consejeros escogieron para mí, pero no podía quitarme de la cabeza a tan magnifico ser. Me di cuenta de que mi corazón podía más; la elegancia, mente y porte de Areia le ayudaron a ganarse un número más elevado, haciéndola digna de estar hoy conmigo. Supongo que eso alivia los pesares de nuestra región sobre un rango mediocre junto a su futuro regente.

Me mordí el labio, los cithlreanos que escucharan esto me odiarían.

Di un respingo cuando los dedos de Ahren viajaron por mi cuello hasta mi cabello, apartando uno de los mechones de mi oreja.

—Como el gran Ifhran Kurviz Maevne dijo: “No hay mayor belleza en el universo que la de las estrellas reflejadas en los ojos de quien amo”.

Me atreví a mirarlo, sin creer lo que había salido de su boca. No entendía porqué intentaba dejarnos como un par de niños enamorados cuando no lo éramos, porqué se esforzaba tanto en mentir de esa forma.

—Pléyade, por favor, apéguese un poco más a su Alteza para la siguiente toma.

Tragué saliva, su mano dio con mi cintura y me acercó lo suficiente para que nuestras narices se tocaran, sentía su aroma tan fuerte que me vi obligada a cerrar los ojos y arrugar la nariz. Todo iba a ser editado luego, pero no podía quitarme la sensación de Ahren asfixiándome.

—Dejemos que la edición haga la magia —susurró aquel thares—. Creo que eso es suficiente para la historia, su Alteza. Le enviaré la versión editada mañana para que la revise.

Dio una reverencia y se retiró con sus cosas, pero Ahren no se alejó.

—Tendremos una pequeña reunión ahora, te ayudará ver el ejemplo de otra thares en tu lugar. —Me dio un golpecito en la nariz como parecía encantarle y me levantó por el mentón, estuve obligada a observar sus ojos brillantes en amarillo y esa sonrisa arrogante—. Vamos, no estás viendo todo lo que hago por ti, ¿crees que algún otro thares se hubiese rebajado a mirar una Rango Cuatro como tú en primer lugar? Yo lo hice y deberías estar agradecida.




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