¡ai! que suerte

Capítulo 5

—oh—fue lo único que pude decir, sintiéndome algo rara, no esperaba que este tipo estuviera en esa clase de relación y mucho menos cogérsela casi al frente de la persona que tenía secuestrada, pero con razón me había dicho todo aquello cuando me queje sobre eso. Era tan incomodo que no sabía bien que hacer— Ai, un gusto, supongo—miré a los lados y remojé mis labios, tomé mi plato en la mano—bueno, los dejo—dije saliendo de la cocina, no estaba para nada en fachas ni con el ánimo para quedarme ahí.

Ella era verdaderamente hermosa, quitando la grotesca imagen que tenia del día anterior, podía decir que parecía un ángel, tenía el pelo corto y ondulado, un blush natural en las mejillas y una sonrisa que haría caer a cualquiera si no la forzaba como a mí, pero tampoco la culpaba. Era alta y tenía un cuerpo grandioso y esbelto, alguien realmente digna de andar con un tipo como Hitóry.

¿pero qué tipo de chica saldría con un criminal de estos lares? El vestido y el abrigo que llevaba incluyendo sus zapatos y cartera no eran de una nueva sin clase, al contrario, la chica tenía todo el estilo de una niña nacida en cuna de oro, criada en las mejores escuelas para familias adineras o incluso hasta el extranjero. Le di un mordisco al sándwich y reanudé la reproducción de lo que estaba viendo, sacándomela de la cabeza.

Al cabo de una hora ya eran pasadas de la media noche, tomé el plato de encima de la cama, sacudí las migas fuera de las sabanas y me cubrí con una manta para salir del cuarto y tras lavar el plato y el de Hitóry lo vi sentado solo en el sofá con la cabeza reclinada hacia atrás pareciendo dormir ¿estaría ocupando su cuarto? No sabia donde dormía y si ese era el caso entendía porque su novia me miraba mal, pues los había dejado sin lugar donde revolcarse. Tenia que dejar seriamente de pensar en eso.

—hey—dije cerca de él, para comprobar si realmente dormía, el de inmediato se alertó pegándome un ligero susto— ¿ya se fue? —pregunté tomando mi distancia.

— ¿Por qué? —preguntó levantando una ceja.

—por nada en especial—sentí la necesidad de excusarme sin motivo, un mal hábito—pienso que no le agrade y es solo que las novias me ponen incomodas.

—eso no tiene sentido—me miró ligeramente interesado— ¿Por qué?

—no lo sé—me acomodé en el sofá envolviéndome en la manta tras subir una pierna—siento que siempre te andan juzgando, o tienes la necesidad de caerles bien por el bien de tu amigo o pueden creer que te estas tirando a su hombre, que se yo, cosas así.

—mmm, puedo entenderlo—miró a través de la ventana por un tiempo incomodo— ¿tienes todo lo que necesitas?

— ¿Cómo qué? —le preguntó confundida, su cara era inexpresiva como la mayoría del tiempo así que no podía leerlo.

—como ropa, sabanas—dijo mirando mi manta de cola de sirena—tus artículos personales o comida que prefieras—no entendía nada ¿era eso relevante en mi condición de rehén?

— espera—lo detuve en medio de su conteo— ¿no que esto no es un hotel? ¿Por qué quieres acomodarme tanto? —lo desafié, ese mismo día justamente me había hecho sentir una mierda cuando intenté exigirle por algo menos que eso ¿tan lejos había llegado la amenaza de Mio?

—no sabía que el servicio tuviera tantos privilegios—sonó una voz desde la puerta, miré de inmediato poniendo tensa al ver a la rubia de pie con una mirada asesina solo a mi dirección—pasé el hecho de que anduviera desnuda, pero ¿qué? ¿jugaran a la casita ahora? — ¿excúsame? ¿y esta perra? Vanessa estaba en el marco de la puerta con las manos en la cintura. Ya sabía lo que le había visto a este tipo, ambos podían ser increíblemente desagradables.

—Vanessa—pronunció su nombre como una advertencia que ella parecía no querer escuchar.

—tengo rato esperándote y estas aquí con esta, pretendiendo hacer más por ella, Len simplemente no puedo creerlo, esto es lo último.

—me iré al cuarto—le dije con toda la paciencia que podía reunir, puesto que por menos de ahí le hubiera saltado encima y hecho comer mi puño, pero lo último que quería era morir por haber dejado a la novia de mi secuestrador muerta.

—no—él me sujetó de la mano, ¿Qué demonios? Me iba por el bien de todos—Vanessa, vete—le ordenó con el tono más cortante que hubiera escuchado, madre mía que noviazgo.

— ¿Qué? —ella dio un paso adelante tirando humo de su cuerpo— ¡no! Es que no puedo creerlo, ella es quien debería irse ¡¿Cuál es la maldita razón de que ella este aquí?! ¿no puedes ponerla en un sótano? O ¡¿matarla?! —ahora no me parecía tan inocente como en un principio, era tan delincuente como su hombre—Explícame ¿Cuál es la necesidad de estar peleando por una piruja como ella? —no sabía lo que significaba, pero el solo hecho que lo dijera con ese contexto me decía que ella merecía unas pataditas, me acomodé en el asiento dispuesta a pararme y decirle unas cuantas verdades en su cara.




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