Aiden (orgullo Blanco 1)

Apóyame

[Capítulo 2]

 

{Aiden}

 

Me sentía entre la espada y la pared al ver a mis padres frente a mí; deseaba al igual que Daemon irme tras de Leah, pero sabía que aquello no nos convenía así que no me quedó de otra más que pedirle a Dasher y Abby que se fueran tras la insensata de nuestra prima, mientras que con mi hermano nos quedábamos a saludar a nuestros progenitores.

— ¡Feliz cumpleaños papá! — exclamé y lo abracé con fuerza, después di un beso en su mejilla y me aparté para darle espacio a Daemon.

— Feliz cumpleaños a ustedes también, hijos — respondió con la seriedad que lo caracterizaba.

Nuestro padre no era de los hombres que sonreían a cada momento, casi todo el tiempo se le veía serio y frío, pero nos amaba y lo demostraba a cada instante. Cualquiera que lo veía se imaginaba que era un tipo malo y sobre todo al ver la multitud de tatuajes en su cuerpo, al igual que nosotros se cuidaba en lo físico y mental y por lo mismo no lucía mayor para su edad; en realidad papá parecía muy peligroso, pero como mamá decía: «esa era la pinta que tenía ante el mundo, mas no era la que usaba en su propio universo» y con ello se refería a nuestro hogar, ahí donde mostraba su verdadero rostro, el de un padre consentidor que nos defendía de nuestra a veces estricta madre.

— ¡Mamita! — dije y antes que ella dijera algo la tomé del rostro y comencé a comérmela a besos hasta que la escuché reír.

— ¡No me vas a chantajear, cariño! — advirtió, pero ya no me llamó muchacho cabrón o dijo todo lo que pensaba hacerme. Me llamó «Cariño» y supe que ya la tenía.

Daemon hizo lo mismo y a pesar de que ella quería parecer enfadada, su mirada llena de amor hacia nosotros delataba lo feliz que estaba de vernos en casa, sanos y salvos.

— Ustedes tienen que enseñarme a hacer eso chicos, porque cuando se enfada conmigo hasta el diablo le teme — señaló papá haciéndonos reír a todos.

— Eso será imposible de lograr para ti porque nosotros somos sus consentidos — alegué y vi cómo él la abrazó con una sonrisa de suficiencia en su rostro, dijo algo en su oído y logró que mamá sonriera nerviosa y con sus mejillas sonrojadas. Después ella lo ignoró deliberadamente para que nosotros no imagináramos lo que él le había dicho y siguió con la atención en sus hijos.

Tenía mucho que aprender de mi padre, pero de ninguna manera le pediría consejos que me harían imaginar cosas horribles con mi madre.

Tras saludarnos a nosotros, lo hicieron con todos los invitados en casa y aunque creíamos que ya todo estaba arreglado, era obvio que estábamos equivocados, pues rato después nos llevaron hasta el despacho y nos reprendieron por habernos desaparecido como lo hicimos.

Ellos estaban sabedores de nuestra celebración la noche anterior, pero tenían cierta obsesión por saber siempre dónde estábamos y cuando no sabían de nosotros en muchas horas, se preocupaban y hasta imaginaban que algo malo nos había pasado; con mi hermano creíamos que esa necesidad de ellos por sabernos a salvo no era normal, sin embargo, cada vez que los cuestionábamos sobre ello nos daban muchas evasivas.

Mamá era la más paranoica con nuestra seguridad y por eso se negaba a dejarnos ir lejos de casa, pero como se lo había dicho una vez: no éramos hijos de gánsteres y tampoco teníamos enemigos que quisieran vernos mal, por lo tanto, tenía que relajarse un poco.

— Vas a tener que estar más pendiente de tus citas con el neurólogo y psicólogo; ya Fabio y Dominik se están encargando de referirte con sus mejores colegas — expresó papá a mi hermano, refiriéndose al personal de cabecera que él tenía que tener siempre por su estado. Fabio era hermano de Dominik D'Angelo y por ende, tío de Leah y al igual que Daemon sufría la bipolaridad, aunque jamás fue un obstáculo para él y siempre ayudó a mi hermano en su enfermedad al igual que Dom.

Papá nos estaba dando indicaciones que debíamos tomar al irnos a vivir a otra ciudad después de convencer a mamá de no castigarnos como ella quería, pero papá nos advirtió que un error más y él se encargaría de nuestro castigo.

Y eso no era bueno.

Así que debíamos al menos informarles dos o tres veces al día que estábamos bien hasta que ellos estuvieran seguros por completos de que nada malo iba a pasarnos.

— Ustedes exageran con nuestra seguridad y sólo espero que no nos oculten nada — inquirió Daemon en un tono que me asustó hasta a mí.

— ¿Perdón? — bufó papá.

¡Joder! Mi clon no midió sus palabras y nos estaba metiendo en problemas.

— Repite lo que dijiste porque creo que interpreté mal tu tono — ironizó el hombre frente a nosotros y si Daemon me había asustado, papá casi logró que ensuciara mis pantalones.

— Lo siento — se disculpó Daemon de inmediato — es solo que a veces me abruma mucho la manera en las que nos protegen.

— Es porque los amamos, cariño — habló mamá tomando el control de la situación y mirándonos a los tres.

— Pero es raro mamá — me atreví a hablar con mucho cuidado de no tocar mucho los cojones de mi padre — y pensamos que si su protección es debido a algo grave, tenemos el derecho de saberlo.




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