[Capítulo 5]
{Leah}
Me encerré en el baño del hospital y lloré con una intensidad que antes no creí posible, Aiden se había ido furioso, decepcionado de mí y nunca imaginé que me afectara tanto. Me sentía una miserable por haber dicho lo que dije, me arrepentía y mi lengua ardía por haber soltado una acusación tan terrible, pero era eso o ver a mi hermanito refundido en la cárcel y a mi padre destruido por creerme la peor de las hijas al enamorarme de lo que él creía que era una aberración.
— Perdóname Daemon, te lo suplico — repetía una y otra vez.
Joshua quería quedar como un héroe al no levantar cargos contra D, pero se aseguró de que lo acusara de algo que no hizo. Estaba consciente de que mis tíos harían todo para evitar que su hijo fuese encarcelado, pero siendo realistas… él iba a pagar de una manera u otra aquel atentado ya que tenía una advertencia clara desde que golpeó a aquel maestro y lo condujo a un daño cerebral irreparable. También estaba el hecho de que si no hacía lo que me pedía, iba a soltar todo lo que le confié referente a Aiden y haría que perdiera a mi familia así fuera porque Daemon pagara la golpiza que le dio o porque todos se enteraran de mi mal.
Seguiría como su novia, eso era parte del trato; el imbécil necesitaba de una para mantener feliz a su padre machista y el señor Russo creía que yo era perfecta para su hijo desde que me conoció, eso le convenía a Joshua ya que le aseguraba buenos puntos con su progenitor y más caprichos cumplidos.
— Ni creas que este tipo me caerá bien solo porque no levantará cargos — advirtió papá y me miró molesto.
— No busco que te caiga bien, eso ya no me importa — bufé y su dura mirada me atravesó el alma.
Era el día después del altercado, Joshua seguía durmiendo por largo tiempo y por Abby me enteré de que Daemon había logrado superar su episodio. Eso me puso demasiado feliz, aunque sabía que también iba a tener que dar muchas explicaciones y más si D recordaba a la perfección todo lo que pasó. Me metí en un tremendo embrollo por no haber sabido callar mi secreto, pero admitía que necesitaba sacarlo ya que me estaba matando poco a poco el guardarlo solo para mí.
— ¡Mierda! — me quejé cuando vi mi móvil activarse con una llamada entrante de Aiden. Mi corazón se aceleró y esa vez no fue de emoción como en otras ocasiones — Hola — saludé al descolgar.
— El monstruo está bien, por si te importa saberlo — mordí mi labio para no llorar cuando dijo aquello. Jamás utilizó ese tono conmigo y me destrozó su acusación.
— He estado pendiente de él, pero gracias por avisar — me obligué a hablarle con dureza.
— Quiere hablar contigo y si tanto miedo tienes de que te pueda volver a lastimar, puedo estar presente para protegerte o para protegerlo a él de una víbora como tú — tragué con dificultad y mi garganta ardió por las lágrimas retenidas, algunas lograron salir de mis ojos después de tan crueles palabras que me merecía a pulso y respiré profundo para no sollozar.
— Llegaré en unos minutos y no es necesario que estés para proteger a nadie — avisé y corté sin esperar respuesta.
¡Joder!
Ese hombre me hacía pedazos con unas cuantas palabras y me reconstruía con otras, amenazaba mi cordura y me llevaba a sobrepasar límites peligrosos.
Le avisé a Lee que iría a casa de mis tíos a tomar una ducha y me marché en seguida de que ella aseguró que me mantendría informada de todo. No iba a ser una cobarde con Daemon, se merecía una explicación de mi parte y aunque no pudiera darle una verdadera… al menos intentaría que entendiera un poco mis motivos; sería difícil estar en aquella casa con las personas que tanto amaba y que en esos momentos se sentían traicionadas por mí, mas iba a enfrentarme a ellos y hacerles entender que aunque estuviese con Joshua, ellos seguían siendo mi todo.
Fui recibida por tía Isabella, me abrazó con fuerzas y me sentía tan vulnerable en ese momento que casi volví a llorar, le pedí perdón por lo que le ocasioné a D y ella me aseguró que nada era mi culpa; por supuesto que estaba equivocada, pero no le dije nada ya que no le proporcionaría una razón justificada.
— ¿Crees que tío esté molestó conmigo? — pregunté con temor y me acarició el rostro con la ternura de una madre.
— No lo creo, pero pregúntaselo a él. Está detrás de ti — me di la vuelta y en efecto, estábamos en el recibidor y él iba saliendo de su despacho. Siempre lo conocí siendo un hombre serio, pero ese día también noté frialdad en su mirada y quise esconderme detrás de la espalda de tía.
— Te juro que no quise dañar a D — la adrenalina que el terror me dio me ayudó a sacar esas palabras de mi boca. Él notó mi miedo y su mirada se suavizó.
— Ven aquí — pidió abriendo sus brazos y no lo dudé, aun cuando aquel gesto pudiera significar que iba a abrazarme o a apretujarme hasta la muerte.
Respiré con alivio cuando solo me abrazó, tío siempre tenía un aroma delicioso y similar al de sus copias y me reconfortó el que no quisiera asesinarme por llevar al borde del abismo a uno de sus primogénitos.
— Sí estoy molesto, pero de ese novio que tienes — murmuró —. Puedes sentirte mayor porque casi cumples dieciocho años, pero tanto tú y las pequeñas mujeres de esta familia seguirán siendo unas niñas ante mis ojos, los de tu padre, tíos y primos — me acunó el rostro y me obligó a verlo a sus orbes grises —. Prométeme que vas a dejarlo y dime que no estás enamorada de él. Tú te mereces a alguien mejor y te aseguro que tu madre pensaría lo mismo — no era justo que me pidieran eso ni que metieran a mamá.
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Editado: 30.06.2020