[Capítulo 6]
{Aiden}
Me sentí como un puto desquiciado en cuanto aquella chica bajó su mirada, avergonzada después de haber escuchado mis palabras. Me podían llamar exagerado, entrometido o lo que putas quisieran, mas nadie entendía lo que las mujeres pequeñas de mi familia significaban y tal vez ninguno se las iba a merecer nunca, pero en definitiva ese imbécil jamás debió tocar a Leah.
Casi quise matar a Lane cuando salió con aquel halago estúpido, era mi mejor amigo, pero aun así pensé en golpearlo por su atrevimiento; al maldito Ken quería despedazarlo y no solo por tocar a Leah sino también por exponerla como si fuera un objeto. No sé que pretendía al llamarme y hacerme saber esas cosas, lo que sí tenía claro es que se estaba ganando a pulso una golpiza que lo llevara a la muerte.
— ¡Aiden! ¡Espera! — seguí subiendo de a dos los escalones sin importarme que Leah me llamara.
La escuché correr y hasta me sorprendí un poco en medio de mi furia de que llegara frente a mí.
— Apártate mentirosa — exigí y en cuanto llegamos a un descanso puso sus manos en mi pecho para detenerme. Se escuchaba muy agitada y se veía cansada por haber subido con prisa los escalones.
— No me avergüences así, por favor — alcé mis cejas cuando dijo eso.
— ¿Soy yo quien te avergüenza? — cuestioné satírico — ¿Fui yo quien le abrió las piernas a un hijo de puta que te expone como un maldito objeto? Porque ni siquiera lo hace como si fueras un trofeo — bufé y sus ojos se volvieron brilloso, mas no me importó en ese momento — ¡Responde D’angelo! ¿Fui yo quien te vio a la cara y te mintió haciéndote quedar como una idiota?
— ¡No tienes ningún derecho a hacer esto! ¡Es mi vida Aiden! Y la vivo como quiero, le abro las piernas a quien yo quiera y tú no tienes por qué meterte en esto. Ya no soy una niña, entiéndelo de una maldita vez… como tampoco soy tu hermana — escucharla solo me ponía peor —. No soy una monja ni quiero serlo, tienes que dejarme vivir y equivocarme porque te guste o no, lo veas o no… crecí, soy una mujer con ganas de vivir la vida y disfrutar de nuevas experiencias. Te gusta el sexo y lo haces con quien quieras, pues yo también quería saber lo que era tener sexo con alguien — ya no solo quería matar al puto oxigenado, también quería matarla a ella.
La ira que me atravesó en ese momento no se comparaba a la que sentí con la llamada de aquel imbécil.
Leah no debió ser tocada por nadie, ella no tenía que experimentar esas cosas con nadie; esa chica debía ser intocable para todo el mundo y no me importaba ser un egoísta por creer eso. Las ganas de matar a aquel imbécil fueron demasiado fuertes y estaba consciente de que no fue solo su culpa, pero aunque quería, no podía matar a mi prima por haberse dejado tocar como lo hizo.
Era mi prima, no mi hermana y dolió que ella lo dejara tan claro.
Comencé a caminar de nuevo sin importarme lo que ella quería; no iba a cambiar lo que ya estaba hecho, pero le dejaría claro a esa mala copia que meterse entre las piernas de Leah, no le daba derecho a exponerla de ninguna manera.
— No lo hagas Aiden, te lo suplico.
— Me importa una mierda lo que tú quieras.
Decidido a todo seguí, ella corrió y se me adelantó con la intención de no dejarme pasar a aquella habitación y me reí con burla cuando abrió sus brazos y los colocó de lado a lado de la puerta, tenía que tener claro que su patética acción no iba a detenerme. Me paré frente a ella y la miré directo a los ojos, ya estaba llorando, pero eso no le iba a funcionar esa vez.
— ¿Quieres saber por qué me acosté con él? — preguntó en un susurro.
— Claro que no, no me importan tus razones.
— Pero tú eres esa razón — soltó y llamó mi atención.
— No me metas en esto, lo hiciste porque te ganaron las ganas de experimentar la vida — me burlé. La vi afligida y miró a todos lados.
— Ven conmigo — pidió tomándome de la mano, mas no cedí ni me moví — Te lo suplico Aiden, déjame hablar y te juro que me vas a comprender un poco. Quieres saber lo que pasó con Daemon, él sabe parte de mis razones y no te las dirá porque se lo pedí así. Además, tienes que pensar en él porque si tu haces esto, todos creerán que fue Daemon terminando lo que antes no pudo; perjudicarías a tu hermano, piensa en eso.
Solo por esa razón la seguí, ya que no iba a meter en más líos a mi hermano y porque también estaba seguro de que D no me diría nada y me cagaba vivir con la puta duda. Me metió a un pequeño cuarto y descubrí que era la lavandería, cerró la puerta tras de ella y en seguida limpio sus manos en su ropa en un acto de nerviosismo.
— Dame una buena razón para no ir a matar a ese imbécil y no me mientas esta vez — exigí.
— Cometí el error de enamorarme de alguien prohibido, Joshua se acercó a mí justo cuando lo acepté y te juro que fue el mejor tipo cuando me ofreció su amistad, se ganó mi confianza y terminé confesándole lo que me pasaba — desde el momento que mencionó prohibido sentí que las cosas iban a ponerse peor. Esa no era una buena razón para detenerme ya que solo me estaba incitando a continuar con mi objetivo y de paso saber quién estaba detrás de esa palabra tan fuerte —. Al principio me ayudó y hasta me consiguió un psicólogo para que tratara mi mal, pero lo que siento está sembrado en mi corazón como las raíces de un roble y no sirvió de nada — rasqué mi cabeza muy frustrado, ya no solo tenía que lidiar con que esa tonta se acostara con alguien sino también con que estaba enamorada de quien no debía —. Me propuso ser su novia y acepté por la misma desesperación de querer dejar de sentir aquello, me acosté con él con la esperanza de olvidar a mi Taboo y de nada me sirvió. Joshua no lo comprendió y ahora me amenaza con decir todo lo que sabe de mí y a parte levantar denuncia contra Daemon y ambos sabemos que después de lo del maestro, D podría pagar con la cárcel o lo encerrarían en una clínica si mis tíos logran mover sus hilo, pero pagaría igual.
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Editado: 30.06.2020