Aiden (orgullo Blanco 1)

Vive, disfruta y sobre todo…. Ama

[Capítulo 7]

 

{Leah}

 

Mi cumpleaños había llegado y con él, mi familia completa. Era mi mejor regalo tenerlos a todos y ver el alboroto que se armaba con los preparativos de la fiesta que Lee-Ang siempre me organizaba; sin duda alguna ella era la mejor mamá que la vida me dio después de quitarme a la verdadera. Y la llamaba así en ocasiones, aunque ella siempre me corregía porque no quería que nadie pensara que pretendía usurpar el lugar de Amelia Black.

Para mí eso era algo tonto.

Sí, amaba a mi verdadera madre a pesar de que no la conocí ni tenía recuerdos de ella en mi cabeza, y la extrañaba, pero jamás carecí del amor materno ya que Lee me lo dio completo, eso sin contar a tía Isabella. Por esa razón, para mí la esposa de papá era mi madre, una que la verdadera envió para que no me hiciera falta nada.

— Feliz cumpleaños a ti, mi rayito de luz — sonreí feliz cuando papá me llamó así. Desde que se enteró que dejé a Joshua había vuelto a ser el mismo conmigo y aunque me quería sentir mayor, su forma de llamarme me transportaba a mi niñez.

— ¡Al fin cumplo mis dieciocho, papi! — grité y negó.

— Y así cumplas cuarenta, seguirás siendo mi niña — aseguró y lo abracé fuerte.

Todavía estaba en la cama y él se recostó a mi lado.

Siempre para mi cumpleaños él me hablaba de mamá, durante el resto del año lo omitíamos porque se notaba que era un tema duro para él. La había perdido en un hecho trágico y nunca me dio detalles de ello, algo que en mi interior agradecía porque estaba segura de que iba a dolerme; en una de sus piernas tenía una cicatriz que se lo recordaba siempre y aunque la cubrió con tatuajes, podía palparse a la perfección.

— Quiero tener algún día un amor como el que tuviste con ella — se removió un poco incómodo cuando dije eso después de que me hablara un poco más sobre ellos y me reí porque sabía que lo hacía por celos.

— Amé a tu madre como un loco, pero siendo sincero…. Si algún día te dejo ir de casa, quiero que sea con un amor como el que tengo con Lee-Ang — sus palabras me calaron muy profundo y no por molestia. No supe bien cómo fue el amor entre él y mi madre, pero sí era testigo del que tenía con Lee.

— Ojalá pueda encontrar uno así de puro.

— Lo harás, porque te lo mereces — aseguró.

Y quise creerle.

Había días en los que papá recordaba demasiado a mamá y se hundía en una profunda tristeza, Lee en lugar de ponerse celosa y reclamarle porque después de tantos años él seguía sufriendo por otra mujer, lo apoyaba y le recordaba todo lo bueno que Amelia Black le dejó. El amor de ella para mi padre no era egoísta, al contrario… era dadivoso, fuerte, reconfortante; era como la luz en la oscuridad, el aire fresco en un calor sofocante, la lluvia en tiempos de sequía y agradecía a Dios por eso.

Papá tuvo a su reina oscura, como llamó a mamá en algún momento, pero cuando la vida se la quitó… lo premió con una reina de luz después de todo su sufrimiento.

— Sé que quieres saber más de Amelia y no quedarte solo con los cuentos que Lee se inventaba cuando estabas pequeña para dormirte por las noches, o con lo poco que yo te digo — sonreí al rememorar. Era así como sabía mucho de mi madre, Lee se armaba cuentos sobre ella, donde era una princesa fuerte y papá el príncipe que la salvaba de las situaciones que ella no podía.

— Sí, papá. Siempre he deseado conocerla un poco más — aseguré con añoranza y lo vi sacar algo de su bolsillo.

Era un USB y en una letra desconocida se leía: Leah.

Por algún motivo desconocido mi corazón se aceleró y tomé el objeto cuando papá me lo entregó, viéndolo intrigada.

— Amelia pudo sentir su muerte…. — se quedó en silencio y suspiró fuerte. Mi labio tembló cuando comprendí todo, sobre todo al ver sus ojos brillosos — Dejó esto para ti, en él pidió que te lo entregara hasta que cumplieras tus dieciocho años — presioné con fuerza el objeto entre mi mano y temblé.

— He ansiado saber tanto de ella y tú me lo das hasta hoy, pudiste haberlo hecho antes — no quería reclamar nada, pero él sabía lo que deseaba y tenía en sus manos el poder de sacarme de mi agonía y no lo hizo.

— Tu madre pidió que fuera hasta hoy, quiso una promesa que le hice a su memoria y ella cumplía las suyas le costara lo que costara, no podía hacer menos que eso. Isabella te enseñó lo que los juramentos significan, así que comprende, amor — y lo hice.

Papá me pidió prepararme para lo que vería y me dijo que lo hiciera solo cuando sintiera que era el momento indicado y después de hablar con él supe que no estaba preparada, así que me metí a la ducha y tras salir me vestí para desayunar con la familia.

Mi celebración siempre comenzaba así, con la mesa del comedor repleta de comida y las personas que amaba, en una mañana llena de risas, bromas y anécdotas graciosas de cuando estaba pequeña. Lee-Ang siempre llevaba una fotografía en especial de aquellas aventuras de los más chicos y mientras Aiden nos compartía de su jugo de manzana, ella sacó la que escogió para ese día.




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