Aiden (orgullo Blanco 1)

Castigo

[Capítulo 17]

 

{Aiden}

 

Cuando llegué al apartamento me sentía como la mierda. Estaba en una encrucijada y herido por mi hermano y mi padre, no pensaba de forma racional y hasta estaba olvidando lo que era la amistad; me desconocía a mí mismo y comenzaba también a decepcionarme por olvidar mis principios, pero sobre todo mi hombría.

— Dime — respondí mi móvil cuando entró una llamada de Yuliya.

Cariño, me quedé preocupada por ti. No quise ocasionarte problemas con tu prima — sonreí aunque no pudiese verme.

— No me has ocasionado nada y los que tengo me los provoqué yo mismo — aclaré y la escuché suspirar.

¿Puedo ayudarte en algo? Pronto me iré así que aprovéchame — su tono fue juguetón.

Llegó a casa para darme la noticia de que iba a irse, tenía familia fuera del país y logró que la apoyaran en un momento tan delicado para ella; intenté hacerla desistir ya que me gustaba la idea de cuidarla y darle todo el apoyo que necesitaba, pero estaba decidida alegando que era lo mejor para mí. Cosa que no entendí puesto que si estaba con ella fue porque así lo quise y nadie me obligó.

Aunque también estaba consciente que seguía teniendo miedo de Sean, el tipo que la embarazó y solo buscaba alejarse de él, a pesar de que todos creyeran que el hijo en su vientre era mío.

— Solo tengo metida a alguien entre ceja y ceja y no puedo dejar de pensar en ella, a parte de eso atravieso por ciertos problemas con mi padre y hermano y no sé cómo manejarlos — confesé.

Me fui a la cama y me tumbé en ella viendo hacia el techo, tenía una pelota de tenis en mi mesa de noche y la cogí para tirarla hacia arriba y cacharla mientras seguía con la llamada.

¿Te gusta mucho? ¿Estás enamorado de ella? — quiso saber y me quedé en silencio unos segundos.

— Sí y no — respondí al fin —. Me siento demasiado confundido, mi cabeza es un ocho en estos instantes y el problema es que al querer luchar por ella, me echaría de enemigos a toda mi familia y eso es algo que jamás haré. Daría la vida por los Pride, los Black y los D’angelo.

Y ellos por ti — aseguró en un tono miedoso y raro —. Mi consejo sería y ya que es claro que estás más que confundido, es que te metas un buen revolcón con esa chica que te trae así. Desde que estás conmigo en esta farsa no te acuestas con nadie y es obvio que la abstinencia te tiene peor y más estresado, así que busca a tu princesa y fóllatela hasta que ambos se asqueen. El sexo, aunque te cueste creerlo… sirve también para que te aclares la mente y no solo para quemar calorías.

— Estás loca — dije riéndome y ella hizo lo mismo.

Pero llena de mucha razón, esta preciosura en mi vientre me ha hecho sabia — la imaginé acariciando su barriga y me sentí muy orgulloso de que esa mujer fuese tan valiente y madura al ver a su hijo como la bendición que era y no como una desgracia que la obligaría a huir de una vida que ya tenía hecha.

Yulia no tenía miedo a comenzar de nuevo con tal de darle lo mejor a su hijo y por eso mismo siempre tendría todo mi respeto.

— Te extrañaré mucho — confesé, el poco tiempo que teníamos fingiendo ser una pareja me hizo encariñarme mucho de ella.  

Me mudaré a otro país, pero siempre tendrás mi número telefónico para que llames en el momento que desees. Así sea a miles de kilómetros, podrás contar conmigo para lo que sea. Te lo prometo — aseguró.

— Cumple tus promesas, Yuliya Sellers. Sobre todo las que le haces a un Pride — pedí.

Me despedí de ella pensando en su loco consejo y me reí de mí mismo cuando tras analizarlo no me pareció tan incoherente, aunque por un momento lo olvidé cuando Daemon llegó en su estado depresivo. Madre siempre me dijo que no me sintiera culpable cuando él cayera en la oscuridad después de que le dijera cosas malas en alguna pelea o momento de tensión, incluso Dominik siendo el psicólogo de la familia me trató acerca de ese tema cuando me deprimía sabiendo que D caía tras tener una pelea conmigo. Ya que según ellos no era mi culpa sino de la enfermedad que mi copia padecía, esa puta enfermedad que lo convertía en el más vulnerable de los dos.

Cuidar mis palabras no siempre era fácil y ese era un claro de ejemplo.

Tuve que dormirlo para que dejara de sufrir por unas horas y a partir de ese momento comenzaba nuestra vigilia para cuidarlo en su calvario. Aunque al tener a Leah solo para mí y discutir con ella, pensé en lo que Yuliya me había aconsejado y en que mi vida no tenía que detenerse cuando sabía a la perfección que mi hermano dormiría más que un oso cuando hibernaba.

No iba a detenerme cuando no podía hacer nada más por Daemon y necesitaba a Leah más que a mi jugo de manzana en un día caluroso, y una goma de mascar era fácil hacerla a un lado y lo comprobé cuando la tomé entre mis dedos y la pegué sobre la mesa de centro. El basurero estaba lejos y no iba a perder mi tiempo en eso.

— Follar sin amor es más fácil y placentero — le aseguré y mordí su labio inferior con suavidad.

Mis manos llegaron a sus pechos y sentí lo duros que estaban sus pezones aun por encima del sostén y su vestido. Nos mirábamos a los ojos, los suyos color whiskey me embriagaron más que aquel líquido cuando lo ingerí en el pasado; mi polla reaccionó a un leve gemido que se escapó de su garganta y fue todo lo que necesité para apoderarme de su boca. Sus labios cálidos se abrieron al sentir los míos y disfruté del sabor que tenían, Leah quiso evitar aquello y terminó convirtiéndolo en lo mejor a tener mi sabor preferido; mi mano se fue a su nuca y la otra a su cintura, la presioné más a mí y me prometí dejarla sin aire cuando tuviésemos que separarnos.




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