Aiden (orgullo Blanco 1)

Ella viene

[Capítulo 18]

 

{Aiden}

 

Recobré la conciencia, pero no quise abrir los ojos al escuchar voces muy cerca de mí. Eran varios tipos los que hablaban de seguir el plan al pie de la letra y no fallarle a su jefe, de matar a la puta traidora y evitar que hablara más de la cuenta. Mi cabeza punzaba justo donde recibí el golpe del arma, estaba sentado en lo que imaginé que era una silla y mis manos y pies amarrados a ellas, sentí un paño en mi boca y cómo la comisura de ella ardía al tener aquel objeto muy apretado. 

— No, no, no por favor… ya no más — me congelé cuando escuché a Yuliya suplicando y abrí los ojos de golpe.

— Esto es nada en comparación a lo que Demian te hará, pequeña puta traidora — estaban arrancándole la ropa y comencé a moverme como loco.

Intentaba gritar y solo lograba gemir por causa del paño, pero sirvió para llamar la atención de aquellos mal nacidos y que dejaran de joder a Yuliya.  

— Llamen al jefe, el pequeño Pride al fin decidió despertar de su sueño de belleza — se burló el mismo tipo que intentaba dañar a Yuliya y comenzó a caminar hacia a mí.

Miré a mi amiga detrás de él y maldije al verla tan mal, estaba metida en un jaula grande y sentada sobre el suelo intentado protegerse, mas el daño que notaba en su cuerpo y lo derrotados que se veían sus ojos me indicó que ya era tarde.

— Bienvenido al nuevo imperio de los Vigilantes — soltó aquel imbécil y haló el paño de mi boca con brutalidad.

— Maldito hijo de puta — escupí y sentí el sabor de mi sangre.

— Vaya, el gallito tiene agallas — me comencé a reír cuando soltó tan patético insulto — y se cree todo un super poderoso que hasta se ríe de mis ofensas.

— No me has ofendido, me causa risa que eres tan estúpido que ni para decir algo coherente mueves esa lengua. De seguro te apesta a mierda por tanta que hablas… y comes ¡Imbécil lameculos! — me giró el rostro de un puñetazo y a pesar de que me dolió, seguí riéndome como un loco y escupí en su cara toda la sangre que me provocó.

Sacó su arma en un santiamén y me apuntó, pero no quitó el seguro y por muy encabronado que se sintiera, sabía que no iba a matarme sin la orden de su jefe.

— ¡Cálmate, viejo! No cometas una locura antes de que lleguen los jefes — aconsejó otro tipo que estaba con él.

El imbécil frente a mí bajó el arma y volví a reírme de él.

— Este gallito no solo tiene agallas — inquirí con burla —. También tiene más huevos que una gallina y más valor que un lameculos — iba a golpearme de nuevo, pero su compañero lo detuvo y se lo llevó a la fuerza.

Aquel imbécil seguía gritando sus insultos incoherentes y me seguí riendo de ellos.

Hasta que desaparecieron y vi a Yuliya hecha un ovillo, viéndome con vergüenza.

— ¿Estás bien? — quise saber, aunque fue estúpido.

— Lo estaría si mejor me hubiesen matado y no hubieras venido — respondió triste.

— Me conoces, sabes que no te habría dejado sola — le recordé.

Miró para todos lados, estaba asustada, aunque con la necesidad de decirme algo e intuí que eso la ponía en peligro.

— Gracias por todo lo que hiciste por mí en todo este tiempo, pero no saldré viva de aquí así que te arriesgaste por nada, Aiden — soltó un poco molesta y negué —. Soy parte de una familia que odia a muerte a la tuya y me enviaron para seducirte y entregarte a ellos — la miré incrédulo —, sin embargo, desde que te conocí supe que no podría hacerlo. No soy como mi familia ni quiero serlo, me enfrenté a ellos y les dije que me dejaran fuera porque no seré parte de una venganza que no me corresponde, mas no aceptan un no por respuesta y al no querer colaborar decidieron cogerte por medio del cariño que sientes por mí — tenía claro que mis padres se ganaron enemigos con su trabajo, pero no imaginé a unos tan enfermos —. Te dije que no vinieras porque esto era una trampa y como el necio que eres no me hiciste caso.

— ¡Eres mi amiga y estás embarazada! ¿Cómo pretendías que te dejara aquí? No me criaron para abandonar a los míos — bufé y sus ojos se llenaron de lágrimas.

— Me han dañado y creo que estoy perdiendo a mi bebé — soltó y abrió un poco sus piernas dejándome ver la sangre que manchaba el medio de ellas. Mis ojos se abrieron demás y una punzada de dolor me atravesó el pecho, no era justo que esa personita pagara por la enferma venganza que querían cumplir en contra de mis padres —. Esta traición que les hice la pagaré con muerte y lo único que me animaba era que no llegaron a ti, no por mí ¡Y míranos ahora! — lloró, sentí rabia al verla así —. Ruego para que tus padres vengan pronto por ti o algunas de esas personas que te cuidan — nadie me cuidaba, estaba ahí solo — y te salven, no morirás por mí — aseguró —. Te dije mi apellido con la esperanza de que se lo comentaras a tus padres y ellos supieran que algo malo sucedía, mas no merecí que me mencionaras y no es un reclamo, solo lo intenté por ese lado para evitar esto — me señaló.

Se asustó cuando escuchamos pasos acercarse. 

— Saldremos de esta — aseguré lo que era casi imposible y me sonrió con ternura.




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