Siempre pensé que las grandes decisiones llegaban con una advertencia. Que sentirías algo en el aire antes de que todo cambiara. Pero aquella vez, no hubo señales. No hubo indicios. Todo comenzó como un día más en Vancouver, hasta que conocí a Aiko.
Lo que sucedió después... es algo que aún intento comprender.
Hay encuentros que te marcan, y otros que te transforman. Lo que nunca imaginé fue que este encuentro me pondría en el borde de un abismo que no había visto venir. Lo supe desde el primer momento que la vi: Aiko no era como las demás. Había un aire en ella, una sombra, algo que no podía descifrar. Pero esa curiosidad me arrastró sin que pudiera detenerme.
Ahora, mirando hacia atrás, entiendo que nada pudo haberme preparado para lo que vendría. Y aunque me lo hubieran advertido, probablemente habría hecho lo mismo.
Este es el principio de un amor inesperado. Un amor que me cambió...