Aiko y el Amor que Compartimos

Capítulo 5: Besos en la mejilla

El tercer día de clases comenzó como cualquier otro para Adrián. Había logrado adaptarse un poco más al ritmo de Vancouver, aunque todavía le costaba un poco levantarse temprano debido al cambio de horario. Sin embargo, ese día tenía algo especial, ya que sus compañeros mexicanos, con los que había venido a Canadá, también asistían a la escuela de idiomas. Estaba emocionado por verlos.

Al llegar al edificio, Adrián se encontró con varias caras familiares en la entrada, amigos y amigas de México que estaban en el mismo programa de intercambio. Sonrió ampliamente al ver a sus compañeras, quienes se acercaron rápidamente para saludarlo.

—¡Adrián! —gritaron dos de sus amigas, dándole un cálido abrazo.

Sin pensarlo dos veces, Adrián las saludó como era costumbre en México: con un beso en la mejilla.

—¡Qué gusto verlas! —dijo Adrián, contento de tener algo de su país en Vancouver.

Lo que Adrián no se dio cuenta en ese momento fue que, a unos metros de distancia, Aiko los estaba observando. Sus ojos se entrecerraron ligeramente al ver cómo Adrián saludaba a las chicas con ese gesto tan cercano. Aunque no lo admitiría abiertamente, sintió una punzada de celos recorriéndole el cuerpo.

"¿Por qué está besando a esas chicas?" pensó Aiko, con una mezcla de sorpresa y molestia.

Sin saber lo que estaba ocurriendo, Adrián entró al salón, saludando a más compañeros en el camino. Cuando se sentó en su lugar, notó que Aiko entraba también, pero había algo diferente en su actitud. Se acercó a él con una expresión seria que no había visto antes. Adrián sonrió, pensando que todo estaba bien.

—¡Hola, Aiko! —saludó alegremente.

Aiko no respondió de inmediato. En cambio, cruzó los brazos y lo miró fijamente.

—¿Esas chicas... son tus novias? —preguntó de repente, su voz cargada de celos.

Adrián parpadeó, completamente confundido. No tenía idea de lo que estaba hablando.

—¿Qué? No... ¿De qué hablas? —respondió, su tono lleno de desconcierto.

Aiko frunció el ceño, su tono ahora más firme.

—Las besaste en la mejilla. En Japón, eso solo lo hacen los novios —dijo, claramente molesta.

Adrián sintió cómo la sorpresa lo envolvía por completo. Miró a Aiko, intentando procesar lo que acababa de decir. ¿Ella pensaba que esos besos en la mejilla significaban algo romántico?

—¿Besarlas...? Oh... —dijo, finalmente entendiendo—. Aiko, en México eso es completamente normal. Es solo una forma de saludar, no significa que sean mis novias.

Aiko lo miró, aún sin convencerse del todo.

—¿En serio? —preguntó, su voz mostrando una pequeña duda.

Adrián asintió, tratando de calmar la situación.

—Sí, en serio. Así es como nos saludamos en México. Es una costumbre, no significa nada romántico.

Aiko se quedó pensativa por un momento, y luego algo cruzó por su mente que la hizo fruncir el ceño una vez más. Sin perder tiempo, lo miró directamente a los ojos y le preguntó:

—Entonces, ¿por qué no me has saludado así desde que nos conocimos?

Adrián se quedó helado. No había esperado esa pregunta, y no sabía exactamente qué responder.

—Ehm... bueno, no lo sé... —murmuró, rascándose la cabeza, sintiéndose acorralado por su propia costumbre.

Aiko lo miró intensamente por unos segundos y, con un movimiento decidido, levantó la mano y señaló su mejilla, esperando con firmeza.

—Hazlo —dijo, con un ligero toque de desafío en su voz.

Adrián la miró sorprendido, pero no podía negarse. Sintió cómo el ambiente se volvía más tenso mientras se inclinaba lentamente hacia ella. Aiko mantuvo su mirada fija en él, pero cuando sus labios rozaron suavemente su mejilla, todo cambió.

El rostro de Aiko se puso de un rojo intenso casi al instante. Su corazón comenzó a latir desbocado y, aunque intentó mantenerse firme, no pudo evitar sonrojarse y quedarse completamente callada, con la mente en blanco.

Adrián, al ver su reacción, se apartó lentamente, observando cómo Aiko se quedaba petrificada, sin saber qué hacer o decir.

—¿Estás bien...? —preguntó él, ahora con una mezcla de nerviosismo y diversión.

Aiko no respondió. Simplemente asintió, todavía en shock por lo que acababa de suceder, su rostro completamente sonrojado y su corazón latiendo a toda velocidad. No podía creer que aquel simple beso en la mejilla la hubiera dejado tan fuera de lugar.

Adrián, viendo que la situación había dado un giro inesperado, decidió no decir nada más. Sonrió levemente, y ambos se quedaron en silencio, sabiendo que, aunque todo había empezado de forma cómica, algo había cambiado entre ellos.

El ambiente en el salón parecía volver a la normalidad, pero tanto Adrián como Aiko sabían que algo había cambiado. Aunque la conversación en torno al beso en la mejilla había comenzado como un simple malentendido cultural, la reacción de Aiko revelaba algo más. Mientras se acomodaban en sus asientos, ambos intentaban procesar lo que acababa de suceder.

Adrián, que aún se divertía internamente por el giro que habían tomado las cosas, no podía evitar lanzar miradas furtivas hacia Aiko. Estaba claro que su reacción había sido mucho más fuerte de lo que esperaba, y no podía dejar de pensar en cómo aquel pequeño gesto la había dejado tan desconcertada.




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