Aishla

7 Dentro del armario

En la brecha del camino unas pálidas luces alumbraban el sendero, de momento torcía a la izquierda y de repente torcía bruscamente hacia la derecha, empezaron a descender lentamente los faroles verdes iluminaban el camino escarpado, las luces trataban de escabullirse entre las nubes pálidas, unas flores de metal color plata se dibujaban en ella, también tenía cincelado nombres en color carmesí. Darío no pudo leerlas; más adelante en el camino habían descendido las arboledas que se agolpaban entre el camino. Cruzaron un puente que pendía de unos hombres esculpidos, las piernas estaban en forma de reverencia hacia el cielo, el torso se perdía por causa de la neblina, las paredes de piedra se alzaban altas e impetuosas en la entrada, los faroles se estrechaban aún más entre uno y otro, la claridad fue muy buena, Agnus llevaba un cinturón con piedras. En su mochila oscura colgaba una pipa circular larga hecha especialmente de algún buen tronco. Hubo un momento en donde Yumaut reapareció detrás de Darío, el pequeño saltó apretándose sobre Max, Yumaut miró a Maki sonriendo o es lo que parecía, su sonrisa mostró sus afilados diente en forma de serrucho, la lengua larga y áspera como la de un gato. Clip, Clap, Clips, Clap. Rompían el silencio los cascos del caballo, las maderas bien cuidadas hablaban de quien las mantenia.

—Yumaut, nos has alcanzado, es un gusto verte de nuevo, amigo mío —dijo Maki—. Te he extrañado.

—¿Cómo te ha ido allá afuera, Yumaut? —preguntó Peñasco—. Te has demorado más de lo habitual, ¿nos has estado persiguiendo con tus asuntos de hambre?

—Hoouuuu —sollozó Yumaut—, haaa. Hask, hask.

—Ahora escúpelo —indicó Maki—, vamos, no te lo tragues de nuevo, muévete.

Al escupirlo salió rodando como una bala un pedazo de piedra azul, rodó unos metros adelante llegando a Agnus.

—Ahora estoy más cómodo —dijo Yumaut, le dio un beso a la pequeña en forma de agradecimiento—, iré a hablar con tu tío. Mi señor, tengo malas noticias —dijo al acercarse, bajando la voz en forma de susurro prosiguió—, tendré que hablar a solas con usted, así pregunta a ya sabe quién. Estuve persiguiendo a ese ladronzuelo todo este tiempo, pero fue difícil hallarlo, no corría más rápido que yo, dejaba pistas en las rocas el muy estúpido, así empezó mi búsqueda, lo seguí hasta las profundidades del bosque al oeste de Kolan.

—¿Qué has encontrado? —preguntó pensativo.

—Más de lo que cree —prosiguió Yumaut.

—Cuéntame cuando lleguemos, ahora es momento de seguir montando guardia, ve al frente donde se encuentra Agnus —ordenó Peñasco.

Asintió con la cabeza, así pasó al frente con Agnus, al ver Darío la totalidad de su altura se dio cuenta del tamaño de Yumaut, podría decirte que Agnus aun montado arriba de su caballo era pequeño, comparando la altura de Yumaut.

—¿Qué país es este? ¿De dónde han salido estos animales? —Se preguntó Darío—. ¿Como estarán Jack, Sinfi y José? —Se volvió a preguntar.

Max escuchó el susurro del niño. —Darío, no te preocupes por José, Jack y Sinfi. Ellos tienen pasta de ser valientes héroes, acuérdate de todas las cosas que te ha comentado tu tío, y de los miles de batallas que ha ganado junto a José. Es un buen empuje para que nosotros sigamos sin perder nuestras esperanzas.

Maki, que se encontraba del lado derecho de Max, comentó: —¿Así que son ciertas esas historias de José y Jack? Veo que tú no me mentirías, perro bonito.

—Sí —afirmó Max—, no solo que son reales, sino que ellos mantienen oculta su identidad, nadie los conoce por sus nombres.

—He escuchado una vez decir eso arriba en el barco —comentó Darío—, pero no les creí, mi tío decretó arriba en el barco que a todo aquel que diga ese nombre se le cortaría la lengua.

—Ay, qué miedo —dijo Maki, horrorizándose cuando lo pensó, corriéndole un aire frío por todo el cuerpo, dejándola helada.

—A mí también me corrió el miedo como a ti —confirmó Darío—. Jamás había visto a mi tío así, cuando pronunciaron su nombre, ahora que lo pienso. Debajo de la escotilla escuché hablar, en uno de los marineros Bain, que mi tío era un traidor, hace unos once años había traicionado a Malivales, pero que si volvía ahora era porque estaba buscando algo, justo en ese momento cuando estaban por comentar la traición, mi tío me llamó para la cena. Cada vez que trataba de hacer sus amigos o tratar de preguntar, ellos evadían las preguntas. Muchas veces me he aburrido arriba del barco, jugábamos, ahora que lo pienso mi loro jamás quiso ser ese dragón —dijo apenado.

Mientras la charla se extendía, Yumaut alcanzaba a Agnus. La caminata torpe al compararla con los demás.

—Tanto tiempo sin vernos, he deseado tu cena innumerables veces, solo me he retrasado unos días de tu invitación a tu casa —comentó Yumaut, mientras meneaba la cabeza.

—Aún espero tus disculpas —comentó Agnus.

—¿Es real?, lo que se comenta por los bosques —preguntó intrigado Yumaut—. ¿Ciertamente estás dispuesto a dejar estas tierras?

—Oh, eso —suspiró Agnus—. Bueno, a ti te he confiado mi vida y mis anheladas tierras para que corras y vivas en ellas si es necesario —consintió a Yumaut—. Sí, así es como se comenta, he decidido irme por un tiempo holgado, me he levantado con muchas ganas de irme a un viaje, quiero y deseo tener aventuras, como todos lo de mi familia, soy el único que no ha decidido viajar ni atravesar más allá de las montañas, deseo descubrir con Fred.



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En el texto hay: fantasía fénix, aventura y magia.

Editado: 18.06.2024

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